Ella...
Me despierta un grito. Me levanto de golpe, lista para atacar. Todavía algo dormida, tardo en procesar lo que veo. Izzy, sentada en el suelo, sudando a mares y con cara de haber tenido una pesadilla, y Bianca a su lado sujetándola por los hombros.
-¡He visto a los chicos! ¡He visto a Kyle y Román!- Murmura aún aturdida. Bianca la aferra con fuerza, abriendo la boca por la sorpresa y la alegría.
-¿Están vivos? ¿Qué has visto? ¿Están bien? ¿Dónde están?- Pregunta sin descanso hasta que la paro.
-Bianca, deja a Izzy que responda anda.- Murmuro con el corazón encogido. No ha dicho nada de Héctor.
-Estaban en una sala, los dos, hablando de que debían venir a buscarnos porque les necesitábamos, cuando una voz les ha dicho que para continuar el camino, debían enfrentarse a uno de los castigos preparados para tí, y que solo si sobrevivían, podrían continuar. Después, han aparecido pájaros del Estínfalo. No sé si los han derrotado o no, porque me he despertado.- dice a toda pastilla.
-¿Pájaros del Estínfalo? ¡Maldita sea Hera!- Gruñe Bianca con una mueca de preocupación.
- Tranquila, seguro que sabrán desacerse de ellos.- Izzy me mira clavando sus ojos dorados en mí.- Ella, ¿Estás bien? No has dicho nada.
-Estoy bien.- Hago un amago de sonrisa.- Es solo, ¿Los chicos dijeron algo que indicase que Héctor está vivo?
- No, no les he oído mencionarlo.- Murmura Izzy lentamente.- Pero eso no significa que esté muerto. me niego a pensar eso cuando hay esperanzas.- Añade a toda prisa, con una fuerza que me obliga a mirarla.
-Tienes razón. Héctor sabe cuidarse solo.- Suspiro.- Debemos continuar con los malditos trabajos. Con un poco de suerte, Kyle y Román no tardarán en reunirse con nosotras. Seguro que superan la prueba.
-Positividad ante todo.- Sonríe Bianca con seguridad.- Ahora, me toca dormir. Levantadme si pasa algo.- Se acuesta y cierra los ojos.
-Ya hago yo la guardia Izzy, no tengo sueño.- Murmuro intentando sonar natural, y me siento a contemplar el cielo. Oigo a Izzy tumbarse, y poco después, sus suaves respiraciones.
Estoy preocupada, y no puedo evitarlo. Mi estómago está tan apretado que me cuesta respirar. Respiro hondo, recordándome que Héctor sabe cuidarse solito. Respiro, expiro, respiro, expiro.
Pasan las horas, y lo único que me alerta del paso del tiempo, es la claridad del cielo. El sol asoma lentamente, tiñendo el cielo de un hermoso color anaranjado. Las nubes, de blanco, rosa y morado, desaparecen como la bruma con el viento. Cuando el sol ya asoma en su totalidad, tomo impulso para ponerme en pie, y vuelvo a caer sentada tras una sacudida de la tierra.
-¿Qué demonios ha sido eso?- Exclama Izzy con un gruñido de queja.
-¡Hera! ¿¡Es que acaso ya no dejas ni dormir!? ¡Ag, iros todos al tártaro!- Grita Bianca, provocando que suelte una risita.
Por lo visto a la diosa no le hizo tanta gracia como a mí, porque lo siguiente que oimos fue un chillido que sonaba conocido. Las tres nos miramos y exclamamos a la vez.
-¡Arpías!- mis dos amigas se ponen de pie de un brinco, atentas a la entrada que tenemos justo enfrente.
-Mira que bien, un entrenamiento antes del desayuno. ¿¿Qué te parece Ella?- Izzy recupera su humor mientras la lanza da vueltas en su mano.
-Creo que es una desconsideración. Deberían dejarnos elegir el atacante a gusto. Yo a esto lo llamo falta de cortesía.- Suelto con un tono irónico que hace que Izzy ría.
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Hijas de Dioses: La maldición de Heracles
FantasyA Ella siempre le ha faltado algo en su vida. Un padre. Pero, al descubrir quién es, se ve obligada a irse a un nuevo lugar, donde una maldición la perseguirá y se verá obligada a luchar o morir. Entrenada desde la infancia, tendrá que tomar decisio...