Capítulo 19: Una disculpa, y algo más

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Román...

En cuanto ella y Héctor salen de la sala, Bianca les sigue. Ignorando a Kyle, salgo detrás de ella, y corro para alcanzarla. Tengo que decírselo, aunque no quiera saber nada de mí, aunque me odie. Lo entiendo, y entiendo que no quiera dirigirme la palabra, pero tiene que saber.

-¡Bianca, espera!- La cojo del brazo antes de que entre en su cuarto. Ella se da la vuelta, y me mira, con esos ojos marrones repletos de conocimiento.

-¿Qué quieres, Román?- Me quedo en blanco un momento, pero me recuerdo quién soy, y yo no suelo equivocarme.

-Bianca, yo, quería decirte que.- No sé como empezar, no encuentro las palabras. Suspiro, y empiezo de nuevo.- Quería decirte, que nunca quise hacerlo. Por eso estaba en el pasillo, para decirle a Izzy que no iba a ayudarla, pero se me lanzó encima y...- Me callo avergonzado, dándome cuenta de lo patético que debo sonar.

-Lo sé.- Alzo la vista sorprendido, y me encuentro con la mirada de Bianca, que desborda dulzura.- Izzy me lo dijo.

-Estonces, ¿No me odias?- Estoy desconcertado. Debería odiarme, por todo. Por ser un engreído arrogante semidios que se ha besado con su mejor amiga.

-No, no te odio. Sé que no fue culpa tuya.- Me sonríe de medio lado, y un gran peso se me quita de encima. Vuelvo a recuperar parte de mí confianza en mí mismo.

-¿Me darás entonces, una segunda oportunidad?- Murmuro acercándome a ella.

-creo que nunca has llegado a tener la primera.- Baja la vista, ligeramente sonrojada. Se ve tan tímida, y dulce.- Pero si sigues desaprovechándola, tendré que darte la segunda.- No puedo evitar un resoplido suave.

"¡Está bromeando y yo como un tonto desaprovechando el momento! Y peor aún, ¡Se burla de mí!" Río suavemente, y me acerco a ella. La cojo tiernamente de la barbilla, y la obligo a mirarme. Me pierdo una vez más en sus ojos oscuros ojos. Me hundo en las profundidades de los matices de marrón y dorado, tan cálido, tan lleno de vida, tan bondadoso, y tan peligroso si lo haces enojar.

Me acerco a ella, hasta que siento su respiración en mi cuello, bajo la cabeza, y puedo ver que ha cerrado los ojos. Una sonrisa diminuta de dulzura brota en mi rostro, y la beso, apenas rozando sus labios, más suaves que la seda.

No me aparto de ella, no puedo.  Noto como sus brazos se enroscan en mi cuello, sus manos agarrándome el pelo, y siento como tira de mí. Con una sonrisa de victoria, la beso de nuevo, más profundamente.

Al alejarme, suelta un minúsculo quejido, que oigo. Sonrío de lado, y la beso la frente.

-Quiero que sepas, que apenas te conozco desde hace unas semanas, y puede que no me creas, pero no tengo por costumbre equivocarme, igual que no tengo por costumbre ocultar las cosas. Y no pienso ocultar esta. Te quiero, Bianca, hija de Hades, desde el momento en el que te vi, me llamaste la atención, pero no supe porqué. Fue en la biblioteca, mientras trabajábamos, cuando me di cuenta. Somos parecidos, y a la vez diferentes. Eres la brisa que alivia el calor. En tu mirada encuentro la paz. Y esto me está quedando más cursi que cualquier cosa inimaginable, y estas cosas se me dan fatal.- Bromeo para para ocultar la cursilería que derrocha mi discurso.

¡Santa Niké! ¿En que momento decidí ir soltando discursos mezclados con poesía? Nunca más, lo prometo.

-Y yo quiero que sepas, que sí, es muy cursi, pero es la frase del final lo que hace que me gustes, Román. Tu propia forma de ser, que te lleva a querer ganar, a querer ser mejor que hace un momento. Eso me llama la atención de tí, y es solo una de las muchas cosas. Y esto me está quedando tan curso como a tí, solo que en mí se ve bien.- Suelta una risa y me guiña un ojo.

No me lo puedo creer. ¿Mejor que yo? Qué más quisiera ella.

-Ya te gustaría ser mejor que yo, Bianca. Pero nunca lo conseguirás.- Pongo mi cara de máxima confianza.

-¿Ah no?- Levanta una ceja, aceptando el reto.- Te apuesto a que sé muchas más cosas que tú. Venga, pregunta lo que sea.

Una pregunta viene a mi mente, pero la aparto de inmediato.

-Eh, ¿Quién es Tyche?- La miro retador.

-La diosa Tyche, en romano la diosa Fortuna, es la que decide la suerte y el destino de las personas. Se la representa por lo usual con una pelota arriba y abajo, para indicar incertidumbre.- Me sonríe con una mirada orgullosa.- Me toca. ¿Quién es Patroclo, de quién era compañero, y donde murió y por qué mano?

-¿No era más fácil preguntarme directamente por su historia?- Me quejo con un resoplido, pero contesto rápido.- Patroclo era hijo de Menecio, y en su juventud se hizo compañero de Aquiles, que por cierto, algunas fuentes afirman que eran algo más que compañeros. El caso es que murió a manos de Héctor en la guerra de Troya al ir a combatir vestido con la armadura de Aquiles, y Héctor confundirle con este último.

Una mueca de descontento aparece en la cara de Bianca, pero lo oculta en seguida.

-No está mal.- Sonríe de lado.

-Me toca.- Pienso un momento.- Cuentame el nacimiento de Atenea.

Suelta un resoplido de desdén y me mira como si estuviera loco.- Pero eso lo sabe todo el mundo.

-No. Saben la versión resumida, pero no la totalidad de la historia. La pregunta es, ¿La sabes tú?- Sonrío burlón,y ella me mira entrecerrando los ojos.

-Cuentan, que Atenea nació de la cabeza de Zeus. Este tenía un dolor de cabeza terrible, y en un momento dado, su cabeza se abrió trayendo al mundo a Atenea. Pero es la versión acortada.- Mi cara, que hace un momento era de victoria, se transforma, y levanto una ceja.- La versión auténtica, es que hubo una profecía que le dijo a Zeus, que de su primera mujer, Tetis, nacería "un Dios más poderoso que él." Al haber él traicionado a su padre, y este haber hecho lo mismo con el suyo, tuvo miedo de que su propio hijo le traicionara, por lo que se lo comió. Pero no surtió el efecto deseado, y Atenea nació por su cabeza, por lo que nunca se consideró que Zeus hubiese sido derrotado.

Su sonrisa se va extendiendo al ver mi cara de asombro. Apenas nadie conoce esa historia.

-Está bien, me rindo. Sabes más que yo. Pero no te acostumbres. Yo nunca, pierdo. Y encontraré algo que yo sepa, y tú no.- Hace un gesto de duda, al que respondo enarcando una ceja.

-Una vez clara mi superioridad, ¿Qué hacemos?- Se sienta en el sofá, acomodándose entre los cojines.

-¿Qué tal aprovechar para descansar? si vamos a partir pronto, quizás esta sea nuestra última oportunidad de dormir bien.- Me siento detrás suyo, y ella se apoya con su cabeza en mi hombro.

-Me gusta la idea.- Su voz suena medio adormilada, y sonrío sin que ella me vea. Minutos después, se ha dormido. La acaricio lentamente la piel del brazo, hasta que caigo rendido.

*Holaa! Antes de nada, lo siento si este capítulo es algo más corto, prometo que el siguiente será más largo. Sois unos lectores increibles y espero que os siga gustando!! Me encanta que comentéis y me dejéis vuestras opiniones y cosas que puedo mejorar y todo eso, así que no os olvidéis de hacerlo por favor!

Algunos de mis lectores habituales me han dicho que quieren más escenas Bianca/Román. ¿Que opináis? Se me ha ocurrido también poner una escenita subida de tono entre Héctor/Ella. ¿Os gustaría? Dejadmelo en comentarios o en mi tablón para saberlo. Y bueno, drama seguro que hay. No os asustéis. Os quiero mis lectores rebeldes!! Ella*

Hijas de Dioses: La maldición de HeraclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora