Ella...
Ya he perdido la cuenta de los días que llevamos metidos en el Templo de Hera. Lo único que sé a ciencia exacta, es que me queda solo una prueba. Una sola prueba, y seremos libres para volver a casa. Una sola prueba, en la que puedo morir, o vivir. Porque tengo claro, que si alguien va a morir, soy yo. Jamás me perdonaría si muriera alguien que no soy yo.
* Voces estridentes resuenan en la negrura. Estoy flotando, sin saber exactamente donde estoy. Mi conciencia despertando lentamente. Una imagen aparece. Parece uno de los recovecos de este condenado Templo, maldito sea mil millones de veces. Las voces siguen hablando, resonando en mis oídos. Me acerco más, y logro distinguir a varias personas hablando.
-Ya se acerca nuestro momento, hermanos. Podremos vengarnos de esa endemoniada chiquilla que ha matado a nuestra madre.- La voz es cavernosa, y logro distinguir su figura. Enorme, ancha, gigante.
-Es la primera vez que una descendiente llega tan lejos. No podemos permitirlo. Debemos acabar con ella.- La voz proviene del hombre de al lado, más pequeño y ligero, pero su voz suena a crueldad.- Nunca nadie se ha enfrentado a nosotros. Será entretenido ver como muere.
-Precaución, hermanos. Si ha acabado con todos los monstruos e incluso con madre, deberemos tener cuidado. Es una chica astuta, y no está sola.- "No está sola." Esas palabras resuenan en mi oído mientras la negrura me arrastra de nuevo, impidiéndome ver el rostro del tercer hombre.*
-Ella. Ella despierta.- Una sacudida me saca del ligero sueño en el que estaba sumergida. Me incorporo medio dormida, y observo al que me ha despertado.- Ella, ya es de día, y deberíamos movernos. Solo queda una prueba, y esperemos que sea leve.
-Tengo la sensación de que nos han dejado lo peor para el final.- Murmuro mientras me estiro, y empiezo a levantarme.
Los demás ya están todos levantados, menos Kyle. Mi hermano es un dormilón. Le miro con cariño, y le sacudo ligeramente.
-Kyle, espabila. Tengo algo que contar.
Mi voz llama la atención del resto, que se vuelven hacia mí.
-Ella ¿Qué es?-
-He tenido un sueño. Y creo que he visto a nuestro último reto.- Digo con voz monótona.
-¿Qué has visto?- Pregunta de nuevo Bianca, esta vez entrecerrando los ojos, como sospechando.
-He visto tres figuras indefinidas. Estaban hablando de que era la primera vez que un descendiente de Heracles llegaba tan lejos. Había un tipo enorme, y luego otro a su lado, de espaldas, que tenía una voz cruel. Ese dijo que sería un placer matarme. Y luego un tercero al que no pude ver la cara, que dijo que había que tener cuidado. Estaba como calmando a los otros dos que querían vengar a Equidna.
Izzy y Bianca se miran entre ellas, una con cara de no saber nada, y la otra con una mirada de entender.
-¿Qué creéis que serán? ¿Siervos de Equidna? ¿Humanos embelesados por la niebla?- Pregunta Román.
-No.- Respondo con rapidez.- La llamaban madre.
-¿Madre?- Pregunta Kyle con estupor, abriendo los ojos como platos.
Bianca asiente como si supiese de quién se trata. Pero es Héctor el primero en reaccionar.
-¿Tenían aspecto de monstruos o de humanos?
-A primera vista humana. Aunque uno de ellos me parece excesivamente grande como para ser humano. O eso o es culturista.- En cuanto sale de mi boca me doy cuenta de la somera idiotez que he dicho, y me sonrojo ligeramente, maldiciendome en griego antiguo.
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Hijas de Dioses: La maldición de Heracles
FantasyA Ella siempre le ha faltado algo en su vida. Un padre. Pero, al descubrir quién es, se ve obligada a irse a un nuevo lugar, donde una maldición la perseguirá y se verá obligada a luchar o morir. Entrenada desde la infancia, tendrá que tomar decisio...