Capítulo 9: Me obligan a confesar. Horrible

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Bianca...

Nos dirigimos hacia el tren. Estoy atenta, porque tengo la sensación de que algún monstruo va a aparecer en breve. Raro me parece que no nos hallan encontrado ya, teniendo en cuenta que somos cinco semidioses, en vez de los tres habituales. Mientras Ella y los chicos compran los billetes, Izzy y yo miralmos alrededor. Hasta aquí, todo muy normal.

El tren no sale hasta dentro de media hora. Media hora para que los monstruos nos encuentren. Buen plan. Pensando en esto, decido arrastrarles hasta la zona central de la estación, donde más gente hay. ¿Porqué? Sencillo. Cuantos más mortales, menos olemos nosotros.

Ella está mirando distraidamente unas tiendas, Héctor y Kyle se han detenido, obviamente en una de videojuegos. Sonrío ligeramente al verlos, y busco a Izzy. No la encuentro. Busco frenéticamente por toda la zona, sin verla. Me muerdo el labio indecisa. Sé que sabe cuidarse solita, ya me lo ha demostrado, pero podría estar en problemas.

Miro alrededor de nuevo, y la veo aparecer, corriendo, con una esfinge detrás. ¿Qué como lo sé? no son realmente difíciles de identificar. Cabeza de mujer, muy fea por cierto, cuerpo de león, y alas. Vamos, muy normal todo.

Hago señas a Ella y a los chicos, que lo ven en seguida y acuden corriendo. La multitud de la estación estalla en gritos, si bien no se lo que ven. ¿Un oso quizás?

- ¡Izzy a la izquierda!- En cuestión de segundos Izzy se tira a su derecha, evitando por los pelos un zarpazo de la esfinge.

Ella corre haci ala esfinge, y la sigo por un flanco. Ella me ve y asiente. Sé lo que hay que hacer. Me transporto por las sombras, apareciendo justo encima de la esfinge, mientras Ella evita sus garras y la hiere en la pata. Al retroceder, estoy a punto de perder el equilibrio, pero lo mantengo, saco el arco que siempre llevo, y disparo a la cabeza.  La flecha, hecha de bronce celestial, atraviesa a la esfinge, y esta estalla en polvo. Salto a tiempo, y caigo dando la voltereta para caer de pie delante de los chicos, que estaban tan metidos en sus cosas que llegaron tarde.

-Chicos, la próxima vez vigiláis vosotros.- Decido serena, y ellos se limitan a mirarme asombrados. Sonrío discretamente, orgullosa.

-¡Buen golpe Bi! Directa a la nuca. Quirón estaría orgulloso.- Izzy sonríe y me da una palmada. Busco a Ella con la mirada.

-¿Ella?- Sale de detrás de unas tiendas una figura, y veo aliviada que es Ella, tan fresca como siempre.

-No es por nada chicos, pero o corréis o perdemos el tren. Y además, la prensa se nos va a hechar encima enseguida. Vámonos.- Mira mal a los chicos, que lucen muy avergonzados, y se da la vuelta.

Izzy y yo nos ponemos a su altura mientras nos sonreímos la una a la otra. Corremos para entrar en el tren, y nos lanzamos sobre los asientos. Estoy agotada. Ha sido una lucha corta, pero intensa, y no es fácil mantener el equilibrio encima de una Esfinge.

Los chicos se ponen enfrente. Al verlos, me siento bien. Pienso soltarles el sermón padre. Por desgracia, Ella se me adelanta.

-¿En qué demonios pensábais?- Casi grita, e Izzy la tapa la boca para que no grite más. Aunque por su cara, también quiere gritar.

-¿Entendéis lo que es una misión? ¡Significa cuidado, y no distracciones, porque nos cuestan la vida! ¡Y lo sabéis joder! ¿Y donde estábais? ¡Mirando una tienda! ¡Eso lo dejáis para cuando volvamos al campamento! ¿Entendido- Ella se contiene y para. Su expresión lo dice todo. Mi turno.

-Por vuestra culpa, alguna de nosotras podría haber muerto. Y entonces, ¿Me queréis decir como cumpliríamos la profecia? ¿Cómo completaríamos la misión? No me digaís que lo haríais vosotros, ¡Porque no cuela! ¡Si no sois capaces de estar en guardia, no llegaríais ni a las afueras de New York! No entiendo como pudiste siquiera terminar la misión si estábais así, Kyle.- Siento la mano de Izzy en mi hombro y respiro hondo. Realmente, esto no ha sido lo más inteligente.

Hijas de Dioses: La maldición de HeraclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora