Izzy...
Estamos llegando a nuestro destino, así que despierto a la pandilla de dormilones que tengo por compañeros. Bianca ya está despierta, lo cual me impide despertarla, pero bueno, no se puede tener todo en la vida.
Una vez el tren para, nos bajamos y buscamos como llegar al templo. Estamos todos en tensión, a la espera de montruos. Yo tengo las armas preparadas por si acaso. Me tomo las palabras de mi padre muy en serio.
Mi padre, se que a veces puede ser desagradable, pero ¡hey! es el Dios de la guerra. La guerra es cruel, y nunca en justa ni agradable.
Gracias a un par de indicaciones, llegamos al templo. Bianca está entusiasmada. La encantan estos monumentos. No sé que les ve. Si total, solo son rocas. Piedras. ¡Ag! Lo que sea.
-Chicos, ¿Soy la única que piensa que esto es demasiado fácil? Quiero decir, mi padre dijo que habría problemas.- Señalo solo por si se les ha olvidado. Fijo que si, tienen mala memoria.
-Eso mismo estaba pensando yo. Pero no veo nada que indique monstruos o cualquier semejante.- Ella mira alrededor para confirmar sus palabras.
-También sabes que los monstruos son tontos pero no tanto como para dejarse ver así como así.- Yo señalando cosas obvias que los demás parecen incapaces de ver. Me encojo de hombros.
-Chicas, ¡Dejadlo ya! Es solo un templo. Y para más, de Atenea. Así que lo más probable es que haya que encontrar la entrada mediante la lógica.- Bianca está tan contenta que casi pega saltitos.
-Conociendo a Atenea, fijo que sus pruebas causaran la muerte para los que no sean tan listos como para resolverlas.- Héctor esboza una sonrisita irónica.
-¿Conoces a Atenea, Héctor?- Ella se gira curiosa. Héctor cierra la boca y parece nervioso. Esto es entretenido.
-Em, chicos, no creo que sea el momento de discutir esto. Vamos a reunirnos con Atenea dentro de ese templo o lo que sea que haya que hacer, y prosigamos.- Kyle siempre arruinando la diversión. Pongo los ojos en blanco y suspiro.
-Si. Vámonos antes de que atraigamos a algún monstruo más peligroso que la esfinge.- Ella empieza a andar hacia el templo.
Es cierto que es muy bonito. Muy reluciente. Y muy griego. Solo espero que Atenea sea algo considerada. Aunque sea solo un poquito. No me apetece acabar echa papilla en alguna absurda prueba de entrada.
Bianca...
El templo me tiene ensimismada. Me encanta. Las proporciones son perfectas, y se ve tan reluciente, tan nuevo, tan griego. Es clavado al partenón. Pero ahora mismo, tengo que centrarme en encontrar la entrada. Lo lógico sería entrar por la puerta como toda persona normal, pero algo me lleva a pensar que no vamos a encontrar lo que buscamos en la parte visitable del templo.
-¿Entramos?- Ella asiente y se dirige a la entrada. La seguimos sin dejar de mirar alrededor. Los mosntruos pueden estar en cualquier lado, aunque dudo que estén tan cerca del templo de un dios.
Ella se abre paso hacia el interior, y contemplo las columnas, el mármol, la representación de la estatua de Atenea Parthenos. Me quedo boquiabierta. Es enorme, bastante fiel a la realidad. La estatua lleva en una mano a Niké, la Diosa de la Victoria. En la otra, una lanza y un escudo.
Es una de las obras más alucinantes que he visto jamás. Si es fiel a la auténtica, desde luego fue un trabajo impresionante. Desde aqui abajo puedo ver los capiteles de las columnas, veo los pequeños detalles de la estatua, los plieges de la túnica, el relieve que delata que se usó cincel.
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Hijas de Dioses: La maldición de Heracles
FantasyA Ella siempre le ha faltado algo en su vida. Un padre. Pero, al descubrir quién es, se ve obligada a irse a un nuevo lugar, donde una maldición la perseguirá y se verá obligada a luchar o morir. Entrenada desde la infancia, tendrá que tomar decisio...