Ella...
Me despierta una calidez que aleja el frescor de la mañana. Me levanto despacio para no despertar a Héctor, que sigue dormido. Le miro con cariño. Dormido parece más joven, y no muy peligroso. Suelto una risita y abre un ojo.
-¿Ella?- Se incorpora aún medio dormido.- ¿Qué hora es?
-No quería despertarte, pero ya que estás despierto, es la hora de prepararnos. Tenemos un duro trabajo por delante.- Una arruga de preocupación aparece en su frente, y se espabila de golpe.
-Cierto. Vamos a desayunar. Me muero de hambre. Espero que los demás ya se estén levantando.- Se levanta de un brinco, recoge las mantas tiradas en la hierba, y se las echa al hombro.
Sonrío y cogiendole la mano libre bajamos hasta una sala, donde tiramos las mantas en el sofá. Luego nos dirijimos a la habitación de Izzy.
-Izzy, ¿Estás despierta?- Nadie responde, así que abro la puerta. No hay nadie. Imaginando a donde ha ido, le pido a Héctor que vaya a buscarla mientras despierto a los demás.
Bianca...
Knoc, knoc, knoc. Me despierto con ese irritante sonido taladrándome los oídos. Apenas despierta, empujo a Román para que abra. Este se despierta, y medio adormilado, abre la puerta mientras masculla, "Ya va, ya va."
Al abrir la puerta, veo a Ella con un gesto al principio de fastidio, que pasa por sorpresa, y al final acaba en una sonrisa burlona que me despierta por completo, haciéndome consciente de la situación. Román y yo, con apenas ropa, tirados en el sofá, en un cuarto cerrado en la biblioteca. Siento que enrojezco hasta la raíz del pelo.
-Quita esa sonrisa de la cara Ella. No ha pasado nada.- Busco apresurada mis pantalones, tratando de que no se me note lo avergonzada que estoy.- Atenea nos habría pateado el trasero, o peor, además.
-Yo no he preguntado.- La sonrisa de Ella se acentúa.- Además, ¿Quién sabe? Siendo ambos tan inteligentes, quizás era nacimiento intelectual.
-Ella, ¿Qué tal si te largas y nos dejas en paz?- Pregunta un muy fastidiado y medio dormido Román. Ella solo sonríe, y con una sonrisa perversa, saca un cubo de agua de no se donde, y se lo lanza a Román.
Este pega un aullido y empieza a pegar brincos por toda la habitación, con el rostro rojo de indignación, y ya perfectamente despierto.
-¿QUÉ DEMONIOS HACES? ¡ESTÁ HELADA, POR TODOS LOS DIOSES!- Ella ríe a carcajadas apoyada contra el marco de la puerta, tan fuerte que tiene que agarrarse a la pared para no caerse.
-¡Eso os pasa por tenerme media hora buscandoos! Ahora, ¡Al comedor! ¡Ya! Salimos en dos horas como muy tarde.- Y se da la vuelta riendo aún.
Sin poder evitarlo, suelto una risita al ver a Román empapado, pero me lanza una mirada tan feroz, que las ganas de reir se esfuman en seguida.
-Eh, Román, tranquilo. Solo es una broma.- Sonrío y ya vestida me levanto del sofá. Román suspira y se pasa la mano por el pelo empapado.
-Odio que me despierten. ¿Tanto costaba dejar que me despertara solo?- Se queja y se viste, para salir detrás de mí hacia el comedor.
- Siendo Ella, sí. Es su misión, y tenemos que apresurarnos. Además, fijo que lleva un buen rato buscándonos. Como no estamos en nuestras habitaciones, se habrá recorrido todo el templo.- Abro la puerta de la biblioteca, y sigo por el pasillo.
-Por mí que se lo recorra. Y ya me gustaría a mí saber que han estado haciendo ella y Héctor solos toda la tarde.- Una sonrisa pícara aparece en su cara, y suelto una risita.
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Hijas de Dioses: La maldición de Heracles
FantasyA Ella siempre le ha faltado algo en su vida. Un padre. Pero, al descubrir quién es, se ve obligada a irse a un nuevo lugar, donde una maldición la perseguirá y se verá obligada a luchar o morir. Entrenada desde la infancia, tendrá que tomar decisio...