Bianca...
Todo sucede muy rápido. Ella y Equidna combaten, el sonido del metal resonando en la estancia. Y nosotros... Nosotros corremos, maquinando todo con precisión. Una intervención indirecta, una trampa.
Hago girar el anillo en mi dedo, y corro hacia las sombras. Los demás, ya están trabajando. Aparezco a las afueras del templo, donde tengo que apoyarme en un árbol. Los viajes sombra no son mi especialidad. Busco rápidamente algo para usar en nuestro plan de distracción. Entrecierro los ojos, hasta fijarme en los frutos de los árboles que rodean el templo. Pequeños, rojos. Sonrío y empiezo a recolectarlos rápidamente. Ella puede que sea una de las mejores guerreras que conozco, pero no sé cuanto aguantará contra Equidna. Al terminar, salgo corriendo, y vuelvo a las sombras.
Aparezco delante de Kyle, casi tirándole al suelo.
-¡Bianca! Qué susto me has dado.- Da un paso para atrás con cara de susto. Estoy a punto de caer, pero me agarra a tiempo.- ¿Tienes la distracción?
-¡Sí!- Alzo la bolsa donde llevo los frutos, duros como piedras.- Esto seguro que funciona.- Sonrío maliciosa y corro hacia Izzy y Héctor, que trabajan a toda velocidad en un lateral de la sala.
-¡Héctor, lo tengo! ¿Cómo va Ella?- Grito para hacerme oir por encima del ruido del metal y los gritos de Equidna y Ella.
-¡Aguantando! Pero no sé cuanto más podrá aguantar.- Dice con cara de preocupación, mientras da un golpe con el hacha a una viga.- Tenemos que darnos prisa. Esto está casi terminado.
-¡Bien! Voy a ver como le va a Román. Cuando acabéis, id a ayudar a Kyle.- Corro tratando de ignorar los gritos provenientes de la parte trasera del templo. Corro hasta donde Román está terminando de construir lo que posiblemente sea la mejor lanzadera improvisada de la historia.
-¡Bianca! Ya lo tengo casi acabado. Pero ¿Cómo evitaremos que las cosas esas no golpeen también a Ella?- Dice en cuanto me ve. Me paro un segundo a pensarlo.
-Táctica del campamento. Si gritamos "Tierra" Ella entenderá y buscará refugio. Toma, estos son los frutos que usaremos para derribar a Equidna.- Le doy la bolsa, y me giro para salir corriendo. Alcanzo a oirle algo que suena como "Derribar a un monstruo con frutos. Esto si que es raro" y sonrío levemente.
Atravieso corriendo el templo de nuevo, mirando a ver como le va a Ella. Cuando aparecen ante mi vista, me quedo quieta de golpe, angustiada. Ella tiene un corte bastante feo en un brazo, y otro en la mejilla. Su rostro está lleno de sudor y polvo, y veo que el cansancio empieza a hacer mella en ella. Equidna, en cambio, parece estar mucho mejor, esquivando cada golpe, y torturando a Ella con sus palabras oscuras.
Aprieto los puños, y corro hacia Kyle, para ayudar en el trabajo. Pena que no tengamos a un hijo de Hefesto con nosotros. Nos sería muy útil. Pero no lo tenemos. Por suerte, sé como construir una ballesta gigante que lanza ocho flechas a la vez. Y Kyle lo está haciendo muy bien.
Poco después, el armazón toma forma, y empezamos con los detalles. Izzy viene a ayudarnos tras dejar a Héctor al cargo del cuidado de la lanzadera, y juntos, terminamos a toda prisa la ballesta. Secándome el sudor de la frente, me pongo en pie.
-Chicos, vamos a dejar a Equidna fuera del mapa. Ella no resistirá mucho más. ¡Vamos!- Izzy sale corriendo para avisar a Héctor y Román, mientras Kyle y yo empujamos la ballesta para colocarla en posición.
Ella y Equidna aparecen en nuestro campo de visión. Se me encoje el alma al verla. Tiene un corte más que la recorre desde el nacimiento del pelo hasta la ceja, un labio partido, y varios cortes superficiales en la pierna, lo que la impide moverse con tanta agilidad como de habitual. Aún así, la veo gritar, sus ojos brillando de ira, y moverse veloz para bloquear los golpes de Equidna.
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Hijas de Dioses: La maldición de Heracles
FantasyA Ella siempre le ha faltado algo en su vida. Un padre. Pero, al descubrir quién es, se ve obligada a irse a un nuevo lugar, donde una maldición la perseguirá y se verá obligada a luchar o morir. Entrenada desde la infancia, tendrá que tomar decisio...