Capítulo 13: Un tal Román al final del túnel.

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*Alguien adivina quién es el tío bueno de la foto? *cjs cjs*

Bianca...
Estoy cayendo. Oigo gritos y las voces de Ella e Izzy. Intento aferrarme a algo, pero no encuentro nada. Cuando solo ya solo veo oscuridad a mi alrededor, algo me agarra del brazo, deteniendo mi caida en seco. Miro hacia arriba, y veo la cara de Kyle, tensa por el esfuerzo de sostenerme.
-Chicos, ¿Una ayudita?- Masculla Kyle, y en un momento, Héctor se agacha junto a él, y me coge del otro brazo, que le tiendo.
-No me soltéis, por favor.- Apenas contengo el miedo en mi voz. Estoy aterrada. No se cuanta profundidad tendrá el foso, pero bastante a judgar por el eco.
-No te vamos a soltar, Bianca. Chicos, agarradla fuerte. Izzy y yo os sostendremos. Tiramos a mi señal. ¿Listos?- Ella cuenta hasta tres, y todos tiran. Me veo impulsada hacia arriba, cayendo encima de Kyle y Héctor.
Respiro agitadamente, tratando de tranquilizarme. Inmediatamente, alguien me agarra y me abraza. Izzy.
-¡Por todos los Dioses del Olimpo, Bi! ¡Nunca, vuelvas, a, hacer, eso!- Izzy habla entrecortadamente y me vuelve a abrazar.
voy a soltar mi típica frase sarcástica, pero la voz se me traba el la garganta y no puedo hacer más que soltar una mitad risa mitad gemido y me caen lágrimas de las mejillas. Ella me abraza también. Lo siguiente que veo, es a una Izzy llorosa abalanzarse sobre Kyle y abrazarle.
Ella y yo miramos boquiabiertas desde el suelo a ambos, hasta que Izzy se aparta de un empujón y se seca las lágrimas a bofetones.
-Gracias por salvar a Bianca.- Y se gira dejando a Kyle con cara de alucinado. Ella y yo nos miramos, y se nos escapa una risita.
Por una vez este año, Kyle se guarda para sí sus comentarios lógicos, y responde con un simple, "De nada", y sonríe a Izzy indeciso.
-Chicos, siento interrumpiros, pero tenemos que llegar al templo aún. Y no se vosotros, pero no se como pretende Atenea que crucemos este foso.- Héctor ilumina con la antorcha el negro agujero que se abre a nuestros pies.
Me pongo en pie y miro al foso. Luego miro meditabunda las paredes y el techo.
-¿Alguien tiene alguna idea?- Ella frunce el ceño.
-He leído sobre historias con pruebas semejantes, pero no veo nada que me indique que esta puede ser igual a alguna de ellas. Ni pestañas en los laterales, ni puente de cristal, ni juego de luces...- Y entonces, me doy cuenta.
-No pretende que lo pasemos. Pretende que lo bajemos.- Abro la boca por la sorpresa.- Héctor, pásame tu antorcha.
Héctor me mira confuso pero me la da. La cojo y la lanzo a través del foso. Veo como cae, hasta chocar contra una pared negra, justo cuatro metros más allá. Sonrío satisfecha por mi correcta deducción.
Bien, un problema menor entonces. ¿Cómo bajamos? Porque no creo que llevemos mucha cuerda en las mochilas.- Kyle empieza a revisar por si acaso.
-No creo que necesitemos mucha. Ten en cuenta que Atenea no pensará que los mestizos que entren a su templo lleven ocho metros de cuerda en la mochila. Tiene que ser suficiente de realizar con cosas que cualquier mestizo por si solo puede llevar.- Medito por un momento.
-¿Y si es más fácil que todo eso? Quiero decir, ¿Y si es solo una prueba? Parece muy hondo, pero quizás baste con saltar para llegar al fondo.- La idea de Izzy es la más razonable que tenemos, así que supongo que habrá que probarla.
-Un segundo.- Un sonrisita aparece en la cara de Ella.- Recordad que Atenea es la Diosa de la Artesanía. ¿Y si solo hay que tejer una cuerda para llegar hasta abajo?
En cuanto lo dice, la imagen de un búho, o más buen una lechuza, aparece en la pared. Me acerco, y veo que colgando de un gancho, hay tiras de cuero, del mismo grosor y la misma largura.
-Osea que bastaba con decirlo en voz alta. Estupendo.- Héctor rueda los ojos.- ¿Quién ha prestado atención a las clases de artesanía y manualidades del campamento?
Ella y yo levantamos la mano. Los demás nos miran incrédulos.
-¿En serio? Esa clase es un muermazo.- Kyle hace gestos mientras yo le miro horrorizada.
-¡Kyle! Es una clase importante. Si hubieses venido aquí solo, te hubieses quedado un rato largo.- Ella asiente y coge las tiras.
-¿Qué dices Bi? ¿En trenza o con nudos?- Miro detenidamente las cuerdas. No soy hija de Atenea, pero creo que se como hacerlo.
-Trenzado. Resbala menos y ahorramos cuerda.
Sin una palabra, Ella y yo comenzamos a trenzar las tiras, uniéndolas todas y formando una cuerda del grosor de unos tres dedos.
-Ya está lista.- Ella coge un extremo y lo ata al gancho. Mientras tiro el resto de la cuerda por el foso.
-¿Quién será el primero?- Nadie parece querer ir el primero. Yo menos que nadie. Solo espero no haberme equivocado.
Ella abre la boca para ofrecerse, pero Héctor le interrumpe.
-Yo iré primero.- Héctor avanza con determinación, pasando al lado de Ella, que le mira con una expresión indefinida entre el miedo y la preocupación.
No hay nada que decir. Le doy la cuerda, y me aparto.
-Avisa cuando llegues abajo. La cuerda no parece tener más de seis o siete metros. Y ten las armas a mano. No sabemos lo que hay abajo.- Héctor sonríe ante la parrafada de Ella, que sale nerviosa y entrecortada de su boca.
-¡Eh! Tranquila Ella. Estaré bien.- La besa y desaparece por el hueco.
Ella se queda en shock, mientras Izzy y yo nos miramos, y luego miramos a Ella. Sonreímos y ella niega con la cabeza imperceptiblemente. Kyle también se ha quedado mirándola.
-¿Ese ha sido Héctor besándote o lo he imaginado?- Ella murmura una palabrota por lo bajo.
-Solo callate.- Gruñe y se acerca al foso.

Héctor...
Empiezo a deslizarme por la cuerda despacio. Oigo a Kyle diciendo algo, fijo que preguntando a Ella que a qué venía eso. Río por lo bajo y sigo bajando. Este lugar está oscuro como el demonio. Espero no matarme.
La cuerda se está acabando, y aún no noto suelo bajo mis pies. Dos alternativas, o salto, o me quedo a vivir aquí abajo. Salto entonces.
Inspiro profundamente, y me dejo caer. Caigo durante unos segundos, y noto el suelo. Ruedo porque no me apetece romperme un hueso, manías mías. Me pongo en pie y miro hacia arriba. Veo una pequeña luz en lo alto.
-¡Eh, los de arriba! YA PODÉIS BAJAR.- Pongo mis manos a modo de megáfono, y espero.
-¡Ya vamos!- La voz me llega débil por los ecos, pero se entiende. Siento como alguien baja, y poco después, oigo su respiración.
-Héctor, ¿Estás ahí?- Es Bianca.
-Solo déjate caer. No veo nada, así que no aseguro que pueda cogerte. Intenta no golpearme.- Me aparto ligeramente, a tiempo para oir un golpe justo donde estaba antes.
-Menos mal que me he movido.- Murmuro para mí.- ¿Estás bien Bi?
-Si, si. Estoy bien. ¡Siguiente que baje!- Grita hacia arriba. Se pone a mi lado, y esperamos al siguiente.
-¡Yuju! Esto de bajar por cuerdas en plena oscuridad tiene su gracia.- Izzy se descuelga y cae de pie a nuestro lado.- Pena que no hayáis visto mi voltereta. Ha sido increible.
-Suerte que no has caido de cara contra la pared idiota.- Gruño y la empujo.
-¡Ehy, Héctor! Izzy está al otro lado.- Bianca me devuelve un manotazo en el brazo.
-¡Perdón, perdón! ¡Siguiente!- Grito para resolver el momento.
-¡CUIDADO QUE VOY!- El grito retumba por todo el túnel, mientras Ella baja a toda velocidad y se deja caer justo enfrente de mí.
-¡Sagrada Hera! ¡No vuelvas a hacer eso si no quieres que te atraviese con mi lanza del susto, Ella!- Respiro hondo y sacudo la cabeza.
Ella se ríe bajo y murmura un "perdón".
-¡Eh, Kyle! ¡Ya puedes bajar!- Momentos después, vemos un cerco de luz bajar por la cuerda. En unos segundos, Kyle y la antorcha están a nuestro lado.
Estamos en un túnel, con única dirección. Sin una palabra, me dirijo hacia allí.
-Ella, aquí hay una puerta con una lechuza y una lanza marcada en ella.- Miro el relieve, e intento abrir la puerta. Pero no lo consigo.
-Déjame ver, Héctor.- Me aparto frustado, y dejo a Ella y Bianca delante.
-¿Te has fijado en el relieve, Bi?- Ella pasa los dedos por encima. Tiene unas manos preciosas, pequeñas pero firmes. Ya estoy divagando de nuevo. Me obligo a centrarme.
-Si. Me parece que hay un mecanismo o algo que activa la puerta. Aunque eso me suena más a Hefesto que a Atenea, pero bueno. Vamos allá.- Bianca mira detenidamente la puerta, hasta fijarse en algo fuera de mi vista.
-Ella, he encontrado algo. Parecen, discos. Creo que hay que colocarlos en el lugar correcto. Sí, mira, hay letras en cada disco.- Ella se pone delante mío para ver mejor.
Ella mira detenidamente los discos o lo que demonios sea eso, y de pronto suelta una risita.
-Ya sé lo que es. Las letras colocadas en el orden correcto, son como una contraseña. ¿Sabes que contraseña es?- Ella manipula los discos con rapidez, y ríe.
Me encanta su risa. Incluso en los momentos más horribles y estresantes, es com la suave brisa de verano, que refresca, pero no enfría. Es suave, es melodiosa. Vale, Héctor volviendose no solo romanticón, sino encima sensiblero y poético. Mi padre me rajaría en trocitos si se entera, y a Izzy le daría un ataque de risa avergonzante.
-Déjate de rodeos y danos la contraseña Ella.- Murmuro por lo bajo en su oido. Se estremece y no puedo evitar sonreír.
-La contraseña es, "Más vale maña que fuerza". O al menos, esa es la traducción moderna.- Resoplo al oir eso.
-La fuerza sirve para todo.- Ella se da la vuelta sonriente.
-No si no sabes emplearla. Si la empleas como la emplearía un oso, entonces, no sirve de nada. Serías, lento, torpe, y solo confiarías en poder romper todo lo que pilles.- Me guiña un ojo y se da la vuelta.- Por suerte, tu eres inteligente.
¡Woa! ¿Debo sentirme halagado? Creo que era un cumplido. Lo tomaré como uno. Pongo los ojos en blanco a sus espaldas, mientras ella manipula de nuevo los discos, y la puerta se abre.
-¿Preparados?- Sacamos las armas, listos para lo que sea.
-Vamos.- Ella pasa la primera, seguida por Bianca e Izzy. Kyle y yo cerramos la marcha.
Entramos en un espacio luminoso, que nos ciega al principio. Al recuperar la vista, veo que estamos en una especie de hall diáfano, y en medio de él, una estatua. La auténtica Atenea Partenos.
Y a los pies de la estatua, una figura dándonos la espalda. Parece un chico, unos quince, rubio.
El chico se da la vuelta, y nos sonríe.
-Pensé que tardaríais más. Bienvenidos al templo de Atenea. Soy el hijo de Niké, Diosa de la Victoria, pero podéis llamarme Román.

Hijas de Dioses: La maldición de HeraclesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora