Qué bonita eres Madrid, tus calles llenas de gente. Gente que va de un lado hacia otro pensando en sus cosas sin ni siquiera mirada lo que pasa delante de sus ojos. Plazas llenas de gente paseando, sobre todo gente mayor. Parques, llenos de niños que corretean evitando ser pillados por otros que corren tras ellos. Por las noches el bullicio es otro. Se respira el arte por las calles de Madrid. Cines, teatros, bares de copas. La vida está allí, allí era donde yo quería estar.
- ¿Ya has llegado?
- Hola cariño ¿Cómo estás? Yo también te quiero, ¿no?
- Hola cariño, ¿Cómo estás? ¿Ya has llegado?
- Te dejas algo.
- Yo no te quiero nada, fea.
- ¡Oye!
- Pero ¿enserio aún no lo sabes?
- Sí – reí – Si acabamos de llegar vamos hacia el evento, me toca peluquería y maquillaje antes.
- ¿A qué hora saldrás?
- Pues no lo sé. Si quieres te aviso.
- Tengo tarde de grabación por eso te digo. Si me lo dices me lo arreglo y acabo antes que después nos vamos al estreno de la peli.
- Es verdad no me acordaba. Jolines, que difícil todo. Vale yo te aviso en cuanto acabe.
- Pásalo bien y comete el mundo.
- Lo haré.
- Te quiero la vida.
- Yo no – no pude evitar reír fuerte antes de colgar el teléfono. – Olga – dije esta vez mirando a mi prima que viajaba a mi lado – necesito que me consigas el teléfono de David Santisteban.
Como bien me decía siempre, llegué, cautivé con mi sonrisa e intenté comerme el mundo, aunque seguí poniéndome nerviosa en este tipo de actos.
Perdí la cuenta cuando iba por la décima entrevista. Me habían preguntado sobre todo incluso sobre mi vida privada aun habiendo dejado claro antes de comenzar que no iba a contestar a ninguna pregunta de este tipo. ¿Por qué hacían eso? Luego cuando dices que no vas a hablar sobre tu vida privada te tachan de borde y elitista. Pero no quería. Ellos no me conocían de nada, no debía dar explicaciones sobre lo que hacía cuando nadie me veía. Solo me toca cumplir con mis compromisos profesionales y cuando llego a casa... Cuando llego a casa solo los míos deben de saber que hago.
Tras una entrevista la mano alzada de mi prima llamando me atención hizo que me disculpara antes de sentarme a la siguiente. Para mí, aquello era más importante.
- Ya está – dijo Olga. – ya he hablado con él, estaba allí. Me ha dicho que tiene previsto estar en el estudio hasta las ocho. Le he contado tu plan y le ha parecido perfecto, él le entretendrá.
- Estupendo. Ahora búscame un coche por favor, en nada salimos.
Me parecía que aquel coche iba demasiado lento. O eso, o el trayecto se me estaban haciendo demasiado largo. Al volante un chico de mediana edad, casado a juzgar por el anillo dorado que llevaba en su mano izquierda y con dos hijas por la foto que llevaba en su guantera, me miraba de reojo por el retrovisor de vez en cuando. En cuando me daba cuenta, él apartaba su vista. Me hacía sonreír. Hace algunos meses, ese señor no me hubiese mirado tan tímidamente por el retrovisor de su coche.
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NO ES NECESARIO HABLAR
RomanceTodo estaba en calma, como esa calma que aparece antes de un tsunami... demasiada calma para tanto tsunami, pero realmente, entre él y yo, no era necesario hablar de hecho entre nosotros, las palabras sobraban demasiado.