CAPITULO VEINTIOCHO

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- Aitana por favor – dijo suplicando mientras yo continuaba recostada en el sofá. – Que menos de dos meses para que nazca y aún no tenemos nada. Necesito que te muevas.

- ¡Ay Luis! No puedo, esto empieza a pesar demasiado. No tengo ganas de nada. – el teléfono sonó.

- ¿Diga? ­– contestó gritando. – Perdón Belén no había visto que eras tú. Pues ¿tu hija? Tirada en el sofá sin querer moverse. No, aún nos quedan la cuna, el carrito... ¡Qué va! Solo tenemos ropa y pañales, falta todo lo demás. Vale ahora te la paso.

- ¿Os habéis compinchado contra mí? – fruncí mi ceño. - ¿Qué pasa mamá? ¡Mira! Hace un calor asfixiante en Madrid. Pagaría por estar en la playa tirada en la arena con un mojito en la mano – Luis me miró desafiante. - ¡Pero si todavía hay tiempo! ¡Sois unos pesado!, los dos. Está bien, me voy a mover pero solo por no escucharos. Te paso a tu yerno del alma, yo voy a llamar a la grúa para que me levante – tendió su mano para ayudarme, pero no la quise coger.

- Gracias Belén.

- Ten mucha paciencia Luis – le dijo lastimosa. – los últimos meses son los peores.

- ¡No me digas! Ya me he dado cuenta. Menos mal que de vez en cuando me pongo los cascos y no la escucho.

- ¡Te he oído! – grité desde la habitación. – Necesito que vengas – esta vez con voz melosa.

- Te dejo Belén, luego te llama. negué con la cabeza.

- A ver, ¿Qué te pasa bichillo? mientras acariciaba mi barbilla.

- ¿Me puedes ayudar con los zapatos? Porfi...

- Porque te quiero mucho que si no.... – me retó mientras cogía mis zapatos.

- Si no ¿Qué? Tú no puedes vivir sin mí – contesté riendo.

- No hay manera, no – reímos los dos.

Estas últimas semanas se estaban haciendo insoportables. Hablamos de ir a Galicia para disfrutar del final del embarazo con el fresquito pero desestimamos la opción, en primer lugar porque Luis tenía trabajo aquí en Madrid, estaba ayudando con los castings para la nueva edición de OT, y en segundo lugar porque mi madre no quería que su primera nieta naciera en Galicia.

Hace unas semanas, tuvimos una fuerte discusión por ese tema. Luis no se metía, decía que era yo la que decidiera donde nacería la niña. Mis padres, bueno más mi madre, querían que naciera en Barcelona...

- ¿Pero te estás escuchando mamá? – le preguntaba sentada en el sofá de casa de mis padres. - ¿Qué tontería es esa? En Sant Climent no puede nacer tendríamos que ir a Barcelona. ¿Para qué va a nacer en Barcelona si vamos a vivir en Madrid?

- Pues eso, tampoco tiene sentido que nazca en Galicia – replicó mi madre. – que nos tenemos que desplazar hasta el fin del mundo para verla, hombre. ¿Tú no dices nada Cosme? – mi padre la miraba y callaba, al igual que Luis. Yo en cambio les miraba a los dos sorprendida.

- La idea de que nazca en Galicia fue mío porque en Madrid hace muchísimo calor ahora. No quiero beneficiar a nadie y lo sabes mamá. En Madrid está nuestra ginecóloga que ya lo tiene todo preparado para cuando llegue el momento. Estamos en el centro y así las dos familias os tenéis que desplazar ¿te parece?

NO ES NECESARIO HABLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora