Los meses corrían a una velocidad impactante y sin darnos cuentas llegamos de nuevo a Mayo y solo quedaban unas semanas para que nuestra pequeña princesa cumpliera su primer año de vida.
Se había convertido en una ratona de cuidado. Con su mirada pilla y su sonrisa persistente en la boca, nos tenía a todos cautivados. Su pelo empezaba a crecer dejando asomar unos graciosos rizos negros por encima de sus orejas, eran sus cuatro pelillos locos, como decía Luis, porque el resto aún no tenía intención en aparecer.
Chapurreaba alguna palabra suelta. Por supuesto, la primera fue "papá" marcando perfectamente la última "a" y dejando entrever los dos graciosos dientes de abajo. Después de unas semanas que solo escuchaba papá en mi cabeza, empezó a decir mamá, titi (teta y tía), bubu (abuelos), tato (tio) y "uummm", que lo utilizaba para el resto de cosas que no sabía pronunciar. Había desarrollado un carácter digno de estudio. Era la persona más mimosa que he conocido pero cuando se enfadaba... había que empezar a correr. Quería las cosas como a ella le gustaban y como aún no sabía hablar, más de una vez Luis y yo nos hemos vuelto locos corriendo por toda la casa por no saber lo que le pasaba, ella mientras, berreando.
Hace unos meses llegó a nuestras vidas la pequeña Sofía, la hija de Miriam y Pablo, pensamos que Julia sentiría algo de celos con la llegada de un nuevo bebé al grupo tal y como nos pasó con Noel cuando llegó ella, se sintió destronado, pero más lejos de la realidad, nuestra hija nos dio una lección a todos. Empezó a abrazarla y darle besos soltando un "aiiii" mientras lo hacía. Se habían enamorado la una de la otro, era increíble ver el vínculo tan fuerte que habían creado. Cuando Sofía viene a casa, solo tiene ojos para Julia. Ella, no le hace mucho caso, pero cuando lo hace, Sofía empieza a sonreír y nosotros a deshacernos en babas.
Nuestros padres pasan temporadas en Madrid con nosotros, dijeron que no iban a venir tanto pero es que quien conoce a Julia automáticamente se enamora de ella y no puede pasar ni un día sin ella. En un principio, visitamos un par de guarderías, no por nada, sino para empezar a llevarla ahora cuando cumpliera su primer añito para que se relacionara con otros niños. Nuestros padres se enfadaron tanto que se plantaron los cuatro aquí en Madrid acusándonos de malos padres. Estando ellos en casa como íbamos a llevar a la niña a la guardería. Luis y no entre resoplos desistimos nuestra intención pero les avisamos que en cuanto cumpliera los dos años iría de cabeza a la guardería, los niños necesitan una rutina y relacionarse con más niños, les avisé. La verdad es que con ella no nos podíamos quejar, era un mueble más de la casa, se entretenía con todo lo que veía a su alrededor. Su juguete favorito eran las piezas de montaje. Luis le trajo uno de madera de uno de sus viajes de promoción y ahí puede estar horas, incluso días enteros, aunque ahora ha descubierto las cajas de zapatos y también parece que le gusta. ¿Se nos hará arquitecta?
No. Julia tenía una pasión, la música. Mi suegro le hizo una guitarra en miniatura y ella se entretiene jugando con las cuerdas. Es lo primero que hace por la mañana. Busca la guitarra y se pone a jugar con ella. Su otra pasión es su padre, En todos los ámbitos. Para dormir, para comer, para bañarse, para jugar, pero sobretodo... para cantar. Cada día se parece más a él, no tanto en físico, porque tiene muchos rasgos míos, pero en carácter con calcados. Tendríais que verla cuando Luis se pone a cantar con su guitarra. La sienta enfrente de él y en cuanto él empieza a cantar se queda petrificada. Se queda con la boca abierta, no parpadea, alguna vez he comprobado si respiraba. Luis dice que esa niña es música. Un ser creado de nosotros dos no podría haber salido de otra manera. Estaba muy empeñado en que la niña, a su corta edad, amaba la música, yo le dije que amaba la música porque hacía ruido, Julia amaba todo lo que hacía ruido, él me sacó la lengua y la apuntó a unas clases de música con bebés, iban todos los miércoles por la tarde.
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NO ES NECESARIO HABLAR
RomanceTodo estaba en calma, como esa calma que aparece antes de un tsunami... demasiada calma para tanto tsunami, pero realmente, entre él y yo, no era necesario hablar de hecho entre nosotros, las palabras sobraban demasiado.