CAPITULO QUINCE

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- Aitana vamos, llegaremos tarde – me dijo mi madre desde el piso de abajo.

- Ya voy mamá – contesté tapando el auricular de mi teléfono. – entonces no vas a poder venir, ¿enserio?

- Cariño no me dejan, tengo que estar mañana preciso en Universal. Te lo compensaré.

- Ya pero es mi cumple y me hacía ilusión que estuvieras aquí conmigo. Es mi primer cumple contigo.

- No me lo pongas más difícil Aitana por favor. Ya sabes lo mal que me pongo. Te llamaré después.

- Está bien.

- Te quiero.

- Si pero solo un poco. Si me quisieras mucho estarías aquí.

- Aitana....

- Es broma, yo también te quiero.

Las semanas iban pasando y sin darnos cuenta estábamos en junio, para más exacto 27 de junio, mi cumpleaños. Este año era especial. Cumplía 19, era el primer cumpleaños antes de empezar con mi carrera, mi último viviendo en Sant Climent y el primero que celebraba con Luis, bueno estaba más complicado porque le había surgido una reunión súper importante en Madrid y parece ser que no iba a llegar a mi fiesta.

Mi madre y yo pasamos la mañana de tiendas. Teníamos esta tradición, el día del cumpleaños de la alguna de las dos nos íbamos de tiendas pero solo mirábamos ropa para la que cumplía años, aunque en realidad siempre caía algo para la que no los cumplía también.

- Cariño te voy a echar tanto de menos.

- Mamá no me digas eso que no me voy.

- Ni pensarlo, tú te vas. Aunque puede que me tengas allí un día sí y otro también – reímos las dos. - ¿Cuándo te han dicho que puedes entrar en el piso?

- La semana que viene.

- Tenemos una mudanza que organizar.

- Bueno ya tengo muchas cosas en casa de Luís pero sí, hay muchas cosas que me tengo que llevar. Me gustaría llevarme el piano.

- ¿El piano hija? ¿Porque no compramos uno mejor?

- Si está nuevo mamá.

Entre risas y confidencias pasamos la mitad de la tarde. Había encontrado un piso al final de la calle donde vivía Luís, allí me mudaría. Aunque los dos queríamos pasar la mayor parte del tiempo juntos, decidimos que la idea de vivir juntos aún era demasiado pronto. Puede que uno de los dos pisos se quede la mayor parte del tiempo desocupada, pero teniendo un piso para mí sola, siempre tendré un lugar al que ir, me dijo mi padre. Las semanas anteriores iba llevando cosas a Madrid y las iba amontonando en el diminuto piso de él. Pero ya no cabía ni una caja más así que esperaría a llevar el resto de mis cosas hasta que la casera me diera las llaves, de momento me quedaba con él.

Llegamos a casa y descargamos todo el maletero de bolsas que habíamos llenado, "creo que nos hemos pasado" le dije a mi madre, aunque ella con su cara, me hizo ver que estaba bien. Subí a ducharme y arreglarme, habíamos quedado en el restaurante donde normalmente celebrábamos nuestras fiestas, éramos muchos los que nos juntábamos y necesitábamos un sitio grande, un sitio como ese, en la playa, todo en blanco, todo perfecto.

Llegamos los últimos no sé si porque mi madre no encontraba su bolso o porque realmente debíamos llegar los últimos, salí del coche y antes de entrar al restaurante comprobé mi teléfono, nada. No tenía noticias de él desde que habíamos hablado esta mañana. Le había enviado varios mensajes pero ni siquiera los había leído. No entendía que pasaba pero me estaba empezando a molestar. Hice amago de llamarle por teléfono pero mis padres me llamaron obligándome a entrar en el local.

NO ES NECESARIO HABLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora