CAPITULO DIECINUEVE

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- Venga apunta – decía Luis observando la nevera abierta. – cervezas, preciso – sonrió, yo negué con la cabeza sentada en la encimera de la cocina papel y poli en mano. – para cenar podemos hacer barbacoa. Patatas fritas, cacahuetes, aceitunas.

- Y algo de postre, es preciso coger algo de postre Luis.

- Bueno eso lo eliges tú. Lo que tú quieras. – entonces sonó su teléfono. – dime Roi. Sí a las diez, os esperamos aquí. Está bien pero no te pases. Es una cena normal, no vamos a pegarnos aquí la fiesta padre. Está bien, aunque te diga lo contrario tu harás lo que quieras.

En la vida no eliges a tu padre ni a tu madre, ni a tus hermanos. No eliges el país donde naces, tu nombre ni el color de tus ojos.

Pero hay una cosa que eliges tu solo, a tus amigos... Esa noche habíamos quedado a cenar con los nuestros, no eran los de siempre pero si son los que han estado siempre. Desde que acabó todo aquello solo nos teníamos a nosotros, nosotros podíamos confiar en nosotros. Habíamos cambiado de vida y nosotros éramos los únicos que nos entendíamos. Más que amigos eran familia. Luis y yo queríamos hacer una cena de inauguración de nuestro nuevo hogar, algo sencillo e informal.

- Hola – dijo Ana mientras asomaba su cabeza por la cocina. - ¿Qué tal estás bebé?

- Muy bien ¿y vosotros? ¿Dónde está Jadel? – pregunte mientras inspeccionaba que no venía tras ella.

- Está aparcando. Uh ¿barbacoa?

- Si, bueno se está ocupando Luis, ya sabes cómo son mis dotes culinarias.

- Mejor, llegarías a envenenarnos.

- ¡Oye!

Poco a poco llegaron el resto de nuestros amigos, Roi y Cris, Miriam y Pablo y por supuesto Jadel que ja había aparcado. Me faltaba mi Amaia pero estaba en Barcelona con Alfred, estaba preparando su nuevo trabajo y no se movían de allí.

Todos charlábamos animadamente, nos encantaba estar juntos. Miré a mi alrededor, no podía estar más pletórica mi terraza iluminada con los farolillos que Luis había comprado el día anterior en el LeroyMerlin, quería unos farolillos y recorrió todas las tiendas hasta dar con los que me gustaban, las plantas y el olor a incienso adornaban toda la estancia. Una mesa repleta de comida y gente, mi gente. Estiré mi mano y apreté la de Luis que al darse cuenta de cómo de contenta estaba me respondió con un cariñoso beso en los labios. Como ya he dicho todo el mundo charlaba, bueno me di cuenta de que todos charlábamos menos dos personas que estaban sentadas en aquella mesa, me extrañé, era raro no escucharlos.

- Roi, ¿está bien? – pregunté preocupada.

- Eh si – contestó sorprendido.

- No has dicho nada en toda la cena – continuó Luis.

- Eso, no te hemos oído y mira que tu no callas – añadió Miriam.

- Bueno imagino que ha llegado el momento – dijo Cris mientras agarraba la mano de su chico.

- ¿Qué pasa? – preguntó Miriam.

- Tenemos algo que contaros – anunció Roi. Miré a Luis, no podía soltar su mano. Bueno en realidad no sé por dónde empezar...

- Vamos arranca – bromeó Luis.

- Esto no estaba planeado, bueno no ahora mismo. – empezaba a tartamudear.

- Vamos a tener un bebé – se lanzó Cris.

El silencio inundó la terraza, nos habíamos quedado mudos pero solo por unos segundos porque después todos empezamos a celebrar la noticia. A darles la enhorabuena a los futuros padres y a bridar con nuestras copas. Una nueva vida estaba creciendo y eso siempre era motivo de alegría.

Miré a Luis, él me miró a mí. Acarició mi mano y después la besó, acto inmediato miró fijamente a su amigo. Su cara no desprendía alegría precisamente.

- Roi ¿me ayudas con el postre? – le preguntó Luis.

- Si claro. – contestó Roi mientras se metían en la cocina.

- ¿Estás bien amigo? Vas a ser padre, no lo puedo creer.

- Ni yo tampoco.

- Cepeda tío, ¿Tú me ves a mí de padre? ¿Qué le voy a enseñar?

- Con que le enseñes a ser la mitad de buena persona que tú eres va más que sobrado – agarró a su amigo por los hombros.

- Estoy cagado. – le confesó.

- Pero es un miedo bueno ¿no?

- Supongo, de momento no lo sé, tendré que comprobarlo con el tiempo.

- Créeme, es un miedo bueno. Me encantaría experimentarlo alguna vez.

- Pero tú y Aitana estáis... – junto sus dedos índices - ¿buscando?

- ¡No! Es pronto. Pero nos encantaría


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Sé que es un capitulo corto el de hoy, pero necesario y no quería que se mezclaran las tramas. Mañana o pasado vendrá un capitulo normal, besos.

NO ES NECESARIO HABLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora