CAPITULO DIEZ

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He leído en un artículo de internet, que cuando nos reímos utilizamos quince músculos de la cara. Aunque no nos demos cuenta, quince músculos se mueven a la vez.

El mismo artículo decía que cuando gritamos, usamos trece músculos. Y cuándo andamos en bicicleta nueve.

Al parecer, cuando besamos a alguien es cuándo más músculos se mueven, treinta y cuatro músculos.

El artículo no lo decía, pero existen muchas clases de besos. Besos de pasión, besos de amistad, besos que no dicen nada y otros que lo dicen todo.

Quizá por eso un beso signifique tantas cosas. Porque después de darlo no es necesario hablar. Está dicho todo.

Aquella noche nuestros 68 músculos, 34 de él y 34 míos, tenían hasta agujetas de tanto moverse. Solo necesitaba eso, estar recostados en la cama y de vez en cuando besarnos. Por mí podría acabar el mundo en ese momento que yo me encontraba a gusto, en paz, en casa. Nos dormimos charlando de todo lo que íbamos a hacer los próximos días. Teníamos un viaje a Tenerife para recibir el premio Cadena Dial con algunos de nuestros compañeros. Después volveríamos de nuevo a Madrid para nuestro segundo concierto y nada más finalizar el mismo de nuevo nos separaríamos para cumplir con nuestras obligaciones en solitario. Odiaba las despedidas, jamás en mi vida las había soportado bien y ahora no iba a ser diferente, al contrario, ahora era peor. Me daba miedo no poder soportarlo, no podía vivir sin él, sin saber de él, sin estar con él. Se había convertido en mi droga diaria y empezaba a estar bastante pillada de ella. Me asustaba la idea de no llegar a acostumbrarme a estar sin él y una tarde se lo comenté a Ana, ahora era con la que más tiempo pasaba, ella solo rio y me dijo "Aitana, estas enamorada" vaya obviedad amiga, eso ya lo sabía yo. Pero lo que ella no sabía es que me imaginaba el resto de mi vida con él. Que me gustaría volver y encontrarlo en casa, en nuestra casa. Tener un sito nuestro, de los dos, que los dos lo arreglemos a nuestro gusto, que veamos pelis allí, que invitemos a nuestros amigos allí, que hagamos el amor por todas las estancias pero sobretodo tener nuestro sitio, nuestro espacio, donde nadie pueda opinar de nada solo nosotros.

El viaje a Tenerife fue algo movidito, aquel avión se movía demasiado, suerte que le tenía a mi lado. No soltó mi mano en todo el viaje, bueno solo una vez para ir al baño. Al otro lado, Ana, que nos miraba con cara de emoción, para ellos era totalmente nuevo vernos así de cariñosos y aunque las muestras de cariño delante de ellos habían aumentado hasta pasar a ser normales, a ellos aún se les hacía raro vernos y siempre que nos acercábamos para besarnos o abrazarnos, a alguien se le escapaba un "Aiisss". Disfrutamos mucho de la isla, aunque solo estuvimos unas horas. Íbanos contra reloj. Al llegar solo pudimos descargar las maletas en la habitación del hotel y darnos una ducha, merecida ducha, aquella bañera era realmente grande y además tenía un sistema de hidromasaje que disfrutamos los dos aunque teníamos poco tiempo para ducharnos. Después corriendo salimos hacia el sitio donde iba a ser la gala. Allí, peluquería y maquillaje y después relax. Podíamos tomar algo, charlar entretenidamente con el resto de invitados y aprovechar para hacer fotos. Luis no paraba de decirme que nos hiciéramos una juntos, que estaba muy guapa y quería recordar ese día para el resto de su vida, al final tuve que aceptar porque juró con no volver a besarme en años y eso no lo podía permitir, lejos de las miradas de los curiosos encontramos una sala apartada con un sillón y allí, junto a nuestra amiga Ana, que nos hizo de fotógrafa, nos hicimos unas fotos. Las observé con detenimiento, ampliando plano y cerrando plano, realmente hacíamos muy buena pareja, "las voy a colgar" me dijo Luis, me daba igual, ya todo lo que la gente dijese me daba igual así que le animé a hacerlo, estábamos guapos y felices, ¿qué mal podía ver la gente en aquella fotografía?

Después de la gala nos llevaron a un restaurante muy conocido en la isla donde la organización había reservado para cenar y poco después cada uno se retiró a sus habitaciones ya que al día siguiente cogeríamos el avión que nos llevaría a Madrid bastante temprano, teníamos un concierto que preparar.

NO ES NECESARIO HABLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora