CAPITULO VEINTICINCO

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Me levanté con el sonido del despertador de mi móvil, me esperaba un día ajetreado con mi madre. "Día de chicas" dijo ella. Venían a Madrid a pasar el fin de semana y aprovecharíamos para comprar algunos detalles que nos quedaban para la boda y a cuidarnos. Pedicura y manicura.

Salté casi literal de la cama, mientras Luis seguía remoloneando. Dio un giro hacia el otro lado de la cama y continuó durmiendo.

Entre en el baño y llené la bañera, tenía tiempo para darme un buen baño, y mientras la bañera se llenaba me observé en el espejo. ¡Sorpresa!

- ¡Luis! – grité desde el baño - ¡Luis! – volví a llamar.

- ¿Se puede saber qué pasa? dijo entrando corriendo en el baño aún con los ojos medio cerrados – me has dado un susto de muerte.

- Mira – dije levantándome la camiseta y mirando mi barriga a través del espejo. - ¿esto ayer no estaba así, verdad?

- ¡Madre mía! Creo que no, lo recordaría. A ver – mientras se acercaba para acariciarla. – Esta dura. Ha hecho pop – se reía.

- ¡Se nota un montón! ¿Cómo puede ser?

- Bueno cariño, algún día tendría que salir.

- Espero que me entren el traje – dije con cara de pena.

- Menos mal que solo queda una semana.

- Pues sí porque a este ritmo... - el sonido del timbre nos interrumpió. - ¡mierda! Deben ser mis padres. ¿Puedes entretenerles? – pregunté con voz melosa. El movió su cabeza con resignación.

- Hola Luis – le dio dos besos.

- Hola ¿Qué tal? ¿Habéis tenido buen viaje?

- Sí y encima hemos aparcado súper cerca – le contó mi padre.

- Le queda aún un poco – les hizo saber a mis padres mientras se sentaban en el sofá. - ¿Os apetece un café? ­– los dos afirmaron con la cabeza. – Voy a vestirme, enseguida vengo. Estáis en vuestra casa.

- ¡Ya estoy! – grité saliendo por el pasillo.

- ¡Ya era hora hija! – resopló mi madre cansada de esperar. Les besé.

- Te he hecho zumo - me hizo saber Luis.

- Gracias cariño – mientras me entregaba un vaso lleno de zumo de naranja – he tardado un poco más porque menudo susto me he dado esta mañana antes de entrar en la ducha.

- ¿Ha pasado algo cariño? – preguntó mi padre.

- Pues estaba yo tan tranquila llenando mi bañera y cuando me he mirado en el espejo, me había salido una cosa – les contaba mientras no dejaban de mirarme.

- ¿Cómo que te ha salido algo? ¿Qué te ha salido?

- ¡Mirad! – levanté mi camiseta y les enseña lo abultada que estaba la parte baja de mi barriga – encima está dura.

- ¡Ay! – mi madre se llevó las manos a las mejillas y sus ojos se rodaron de agua. - ¿Has visto eso Cosme? Es nuestro nieto, está saliendo.

NO ES NECESARIO HABLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora