- No te lo he pedido para que lo hagamos ya. Deprisa y mal
- Ya lo sé, pero de verdad que me hace ilusión. Quiero casarme contigo.
- Pues cada vez que te lo preguntan no pareces muy emocionada – decía sin soltar las manos de su volante ni la mirada de la carretera.
- Si lo estoy Luis, lo que pasa es que tú ya sabes que a mi estas cosas me ponen nerviosa, nunca sé que decir.
- Llevamos tres meses con esto y la gente pregunta cuándo será.
- Bueno es cierto que fecha exacta no tenemos.
- Es que no hay por qué tenerla – frenó el coche en un área de servicio y se giró hacia mí – yo no necesito firmar nada para saber que te quiero, para saber que eres mi mujer. Solo te lo he pedido para que sepas que estoy a tope, que estamos a tope. Que esto no se va acabar nunca, que esto es para siempre Aitana. Si no te apetece oficializarlo, dilo. Diles que ya veremos, que algún día lo haremos. ¿Me entiendes pequeña? Conmigo está todo bien – mientras acariciaba mi cara – no necesito celebrar una boda por todo lo alto para saber que te quiero. Te quiero y ya está, todos los días ¿recuerdas?
- Sí – contesté sin apartarme mirada de sus ojos – pero yo quiero que sepas que sí me hace ilusión, no tanto la idea de bodorrio por todo lo alto, pero sí el hecho de compartir el resto de mi vida contigo, ser tu mujer y tu mi marido, no lo olvides.
Después de aquella confesión necesaria, volvió a arrancar el coche y ya no paramos hasta llegar a Barcelona, tampoco hablamos. De vez en cuando acariciaba mi muslo y yo apretaba su mano, pero en silencio.
Mis padres no paraban de decirnos que nos tomáramos unos días allí con ellos, hacía mucho que no nos veían, y después de muchas largas y de cuadrar agendas, encontramos un fin de semana libre para pasarlo con ellos y el resto de mi familia.
La noticia de la petición de mano no les sorprendió en absoluto. Es más, mi madre dijo que demasiado había tardado. Durante aquella llamada para contarle todo el viaje y la sorpresa de la petición que confesé que estaba asustada con la idea de celebrar una boda. Todo se va al traste cuando te casas. Nosotros estábamos bien, éramos felices. ¿Por qué complicarlo todo con el estrés que produce organizar una boda?
- Ya están aquí Cosme – dijo mi madre dando un codazo a mi padre para que se levantara del sofá y saliera a recibirnos.
- ¡Familia! – gritó mi padre desde la puerta sin siquiera haber salido del coche.
- Hola papá – me lancé a sus brazos – mamáááá
- Uy ¿y esa cara? – me preguntó mi madre mientras me cogía por la barbilla.
- No es nada, estoy cansada solo es eso – dije evitando más preguntas.
- Luis – mi padre se acercó para abrazarle y ayudarle con las maletas - ¿Va todo bien chico? – no sé porque siempre le llamaba chico
- Sí, todo bien. Estamos un poco cansados del viaje – mientras observaba como me alejaba.
- Oye – le paró poniéndose delante de él – si algo no va bien, quiero que sepas que aunque sea su padre me lo puedes contar. Las mujeres son muy complicadas chico – sonrió, le encantaba su suegro.
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NO ES NECESARIO HABLAR
Lãng mạnTodo estaba en calma, como esa calma que aparece antes de un tsunami... demasiada calma para tanto tsunami, pero realmente, entre él y yo, no era necesario hablar de hecho entre nosotros, las palabras sobraban demasiado.