La real academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder y define improbable como algo inverosímil, que no se funda en una razón prudente.
Puestos a escoger a mí me gusta más la improbabilidad de la imposibilidad como a todo el mundo supongo.
La improbabilidad duele menos y deja un resquicio a la esperanza, a la épica.
Que David ganará a Goliat era improbable, pero sucedió. Un afro- americano habitando la Casa Blanca, era improbable, pero sucedió. Nadal desbancando del número uno a Federer, una periodista convertida en princesa, que España ganará un mundial. El amor, las relaciones, los sentimientos no se fundan en una razón prudente, por eso no me gusta hablar de amores imposibles sino de amor improbables.
En aquel pequeño habitáculo se respiraba amor. Cada cosa estaba puesta en su lugar correspondiente, estaba más ordenado de lo que pensaba. No hacia alta ni un metro más en aquella casa para poder vivir. Era un piso perfecto para una persona, pero también podría vivir dos perfectamente, eso sí había que comprar una lavadora.
Me levante de la cama y me puse una de las camisetas de Luis, me encantaba usar su ropa. Es curioso pero la ropa, aunque la laves, vuelve a oler a la persona que la usa. Por eso me gustaba tanto ese jersey. Podía lavarlo cien veces pero siempre seguía oliendo a él y por ello, cuando me lo ponía, respiraba su aroma, le sentía conmigo y yo me sentía en casa.
Le escuchaba trastear cacharros desde la cocina así que fui en su busca, solo tuve que dar unos pocos pasos y allí le encontré. Estaba de espaldas mientras preparaba un gran bol donde cascar y batir los huevos para hacer la tortilla que nos íbamos a llevar a la cena de esta noche.
- Eh – dijo mientras se giró al notar mi presencia - ¿te he despertado?
- Bueno. De todas formas ya he dormido suficiente sino esta noche no podré conciliar el sueño – me acerqué abrazándole por detrás.
- Eso que llevas es mío – me miró de arriba hacia abajo mientras sonreía.
- Si pero ¿a qué me queda bien?
- Me encanta – besando mi frente – venga señorita que vas a ayudarme a cocinar.
De un saltó me senté encima de la encimera quedando a su lado y observando muy atentamente los pasos que iba a seguir.
- Las patatas ya están peladas y lavada. ¿Me las acercas?
- ¡Vaya! ¿Cuánto rato he estado durmiendo?
- Se ve que estabas cansada – dijo riendo.
- Si seguimos haciendo esto una y otra vez cada vez que estemos juntos voy a acabar agotada.
- ¿Agotada? Agotado estoy yo. Deja de exprimirme niña
- Calla.
- Obsesión - me puse roja como un tomate. Vale, igual estaba un poco obsesionada. – ya está – dijo mientras ponía las patatas en la sartén. – ahora a esperar a que se pongan doraditas. Mientras voy a batir los huevos.
- Yo los parto venga.
- Buenooo. Sabes partirlos y todo.
- Oye Arguiñano, que tu solo sabes hacer tortilla
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NO ES NECESARIO HABLAR
RomanceTodo estaba en calma, como esa calma que aparece antes de un tsunami... demasiada calma para tanto tsunami, pero realmente, entre él y yo, no era necesario hablar de hecho entre nosotros, las palabras sobraban demasiado.