CAPITULO VEINTIUNO

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Domingo a las 10 de la mañana. El silencio inundaba mi casa. Yo, que era la única que estaba despierta, andaba de puntillas para no hacer el mínimo ruido.

Había dejado a Luis en la cama durmiendo medio espatarrado y con su hija al lado. Después de darle el primer biberón de la mañana se había quedado dormida y no quise moverla mucho.

¿Porque pasa que cuando más silencio quieres hacer más ruido haces? El sonido insistente de mi teléfono móvil explotó todo el silencio que reinaba en mi casa.

- Shuuuu – le contesté a Miriam al descolgar.

- ¿He despertado a la niña? – me dijo lastimosa.

- Sí, la oigo, pero está con Luis.

- ¿Os apetece desayunar? Llevamos churros y chocolate.

- ¡Miriam! ¡que estoy a dieta! – le contesté malhumorada

- ¡Venga! Total un día es un día. – insistió mi amiga sonriendo.

- Está bien... ¿Qué tardáis? – pregunté mirando el reloj

- ¿Cuánto necesitas? – preguntó ella

- ¿Media hora? – le dije

- Perfecto nos vemos en media hora – colgamos.

- ¡Pero quien se ha despertado! – dije con mi voz melosa entrando en la habitación que aún estaba a oscuras. - ¿Cómo ha dormido mi tesoro?

- Muy bien cariño ¿y tú? – contestó Luis remoloneando.

- ¡Tú no! - dije cogiendo a la niña en mis brazos y dándole besos en su pequeña cabeza.

- ¡Vaya! Muchas gracias, yo también me alegro de verte.

- Es broma cariño – le besé en los labios. – Por cierto ha llamado Miriam.

- Sí, lo he escuchado – contestó con tono irónico.

- Vienen en media hora para desayunar.

- ¡Que pesados! Ni que no tuvieran casa.

- ¡Luis! Creo que viene a decirnos algo del bebé. ¡Venga! Mueve el culo. Voy a bañarla mientras.

Júlia se estaba convirtiendo en una ratilla muy preciosa. Comía perfectamente, sonreía todo el tiempo y nos dejaba descansar más de la cuenta. No podíamos estar más contentos con esta niña. Por las noches solo nos despertaba un par de veces para comer y nos lo turnábamos entre los dos así que tampoco habíamos notado tanto cambio con su llegada.

- ¿Dónde está la cosa más bonita del mundo? – dijo Miriam al entrar por la puerta de casa. Corrió a cogerla mientras ella la esperaba con una gran sonrisa.

- Hola Pablo – le saludé abrazándole mientras cerraba la puerta de entrada.

- La cosa más bonita del mundo está aquí recién duchadita – le anunció Luis mientras salía de nuestra habitación.

- Amigo, te quiero mucho pero ya no estás en el trono – le contestó Miriam mientras cargaba con Julia que sonreía al ver aparecer a su padre que le hacía muecas.

NO ES NECESARIO HABLARDonde viven las historias. Descúbrelo ahora