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Mis días pasaban cada vez más tristes, y ni con mi madre me provocaba hablar. Cruzábamos una que otra palabra, y hasta allí llegaba. Leyla no sabía nada del tema y no me provocaba que supiera, y cuando iba a casa, mi madre y yo éramos las mejores actrices.

— Señorita Emiliana – Voltee para ver quién era y me sorprendió ver a Hansel.

— Hansel, que sorpresa verte – Cerré la puerta de mi casa, tampoco tenía muchas ganas de entrar.

Enseguida por la mente se me paso que el también era una clase de narcotraficante o algo así, pero ni miedo podía tenerle. Ya llevaba esa sangre corriendo en mí.

— ¿Señorita usted se siente bien? ¿Que ha sucedido? – Su gesto era de sorpresa.

— Estoy bien, Hansel. ¿Por qué lo preguntas?

Sabía que mi aspecto daba vergüenza y asco, pero no me importaba a quien se lo ocultaba. Esto significaba pasar dias encerrada en casa, intentando entender todo lo que mi padre había dejado en su despacho.

— Está usted tan pálida, con ojeras... Y tan flaca... Usted no es así, señora.

— Solo he cogido gripe, Hansel. No se preocupe. Ahora dígame... ¿Y eso que ha venido por aquí?

— Malcolm me ha enviado a que le entregue el auto, el lo compro para usted y quiere que se quede así.

— Hansel, dígale que estoy muy agradecida pero realmente no necesito ese auto – Le dedique una sonrisa, a ver si se iba.

Se quedó parado, supuse que no se iría hasta que yo aceptara el auto. Pero no quería aceptarlo, no me interesaba tener algo que me acordara a Malcolm.

— ¿Por qué serán ustedes dos tan tercos? – Su risa me provoco reírme – Tiene una sonrisa muy linda, Emiliana, no la oculte.

— Cuando tu vida es tan jodida, es difícil mantener la sonrisa.

— ¿Jodida por qué? ¿Por qué supo un secreto de su padre?

Me callé. Aunque fuera un secreto, más fuerte del que yo imaginaba.

— Venga, Hansel, pase. Mi madre no está, y podemos hablar con más libertad.

Entramos a mi casa, y preparé café para los dos. Sabía que mi madre no vendría hasta la noche y que Leyla estaba trabajando, podría hablar con total libertad y confianza.

— Crecí con la idea de que a mi padre lo asesinaron porque sí, porque la persona que lo hizo no tenía que más hacer y lo mataron... Me decían que tal vez estaba endeudado, que seguro tenía muchas cuentas que pagar, y un sinfín de historias.

Respiré hondo antes de seguir hablando... Me costaba soltar esta parte de mi vida tan fácilmente.

— Nunca fuimos una familia de lujos, por eso tal vez me cuesta entender que el era un narcotraficante... Se supone que ellos viven en los lujos, y lo entiendo aún más viendo a Malcolm.

— ¿Cree que esa era la manera de su padre de ocultar quién era realmente?

— Sí. Una vez, y no lo recuerdo muy bien, cuando salía de la escuela habían unos hombres esperando por mí, pero recuerdo a mi padre llegando como si de su vida se tratará... Tras la muerte de mi padre, pensé que ellos serían responsables.

— ¿Quisiste buscar venganza? – Su cara era de horror.

— Sí, y mi madre la paso muy mal... Fui su dolor de cabeza muchos meses, después me rendí.

La cara de Hansel era un poema para mí, quería reírme pero esto era un momento muy serio.

— Señorita, no piense en hacerlo una vez más. El cártel del que su padre era jefe, no es sano.

— No se preocupe – Mentí – No pienso volver a hacerlo... No quiero más heridas.

Alce un poco mi camisa, y en la costilla se veía la herida ya cicatrizada. Lo único que me recordaba que había intentando vengar la muerte de mi padre «estúpido, lo sé»

— ¿Así querían obligarla a hablar, verdad?

— Sí, pero no lo lograron. Tras eso, estuve un mes en la clínica y ya no quise volver a intentarlo.

— Usted ha cambiado por completo mi perspectiva sobre usted, señorita.

Hansel

Se veía tan indefensa, herida y solitaria... Que ni yo podía asimilar que era la misma mujer que días atrás compartía feliz y radiante con Malcolm en París.

— Señorita, me tengo que ir – Anuncié – Sabe usted que tengo un jefe al cual rendirle cuentas... Y no creo que le guste saber que me he quedado con usted tomando café.

— Siempre que quieras conversar o tomar café, eres bienvenido Hansel.

Su sonrisa era cálida... Era como ver a mi hija, que también había tenido que enviar a otro país.

— Lo tomare en cuenta, Emiliana.

Tras despedirme, salí de allí con el auto de ella nuevamente. En el camino a casa de Malcolm, solo podía ir pensando en cómo había podido dejarla ir de esa manera... Sin decirle que la ama.

— ¿No ha aceptado el auto, verdad? – Pregunto cabizbajo.

— No... Malcolm... ¿Sabías que Emiliana intentó vengar la muerte de su padre?

— No. ¿Cómo sabes eso?

— Ella misma me lo ha dicho... Y tiene la herida, la de la costilla.

— ¿La torturaron para sacarle la verdad?

Me dolía más a mí decirle esto a Malcolm, le causaría más quebraderos de cabeza y no quería, suficiente con que su relación terminará.

— Hemos cometido un error, Malcolm. Investigar tanto sobre Cobra Negra ha levantado muchas sospechas, e irán tras Emiliana.

— ¡Maldita sea! – Golpeó varias veces el escritorio, sabía lo que sentía – Ponle la máxima seguridad que puedas.

Entendía como se sentía Malcolm, sabía que se estaba muriendo por dentro al no tenerla junto a ella.

— ¿Cómo está? – Me susurró, en cualquier momento lloraría.

— Irreconocible... Ha perdido mucho peso, y cuando he llegado, estaba pálida. Tenía cara de que no ha dormido.

— Maldición... Haz lo que te pedí, Hansel, pero ya mismo. Ve a la quinta y te encargas de elegir a los mejores hombres para cuidarla. No quiero errores, o morirán.

Asentí y salí de allí, todo sea por el bienestar de los dos. Malcolm me había rescatado hace muchos años, dio casa y comida a mi familia, y tras nacer mi hija, le dio lo mejor. Lo mínimo que le debía era asegurarme de que la mujer que ama, estuviera a salvo.

••••

A que no se esperaban que Hansel narrara en la historia? 😂😊 pues sí, aquí todo pasa 👁‍🗨👁‍🗨

Que opinan? 🚩🚩🚩❤️❤️❤️

— Vane 🦋

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora