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Por ti y para ti.

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Malcolm

Dejé a Emiliana durmiendo un rato más, y como pude, logré zafarme de sus brazos sin levantarla. Parecía un ángel durmiendo, elevaba cada día más mis emociones y sentimientos.

Baje en busca de desayuno, el whisky a media noche no había ayudado en nada a mi estómago. Hansel estaba conversando con Helga mientras le servía el desayuno.

— ¿Desayuno de siempre, hijo? – Asentí y me lanzó un beso.

— ¿Mala noche, eh? – Hansel me dio dos palmadas en la espalda.

— ¿Tú crees, Han? – Ambos reímos – Siento que esto se me escapa de las manos.

— Ella tiene derecho a saber todo, Malcolm. Ha estado involucrada en esto desde hace años, a pesar de que este año se lo han dicho.

Si tenía razón. Emiliana debía de informarse si realmente quería tomar el control de un cártel tan poderoso, pero no sabía si podría aceptar esa decisión. Eso solo me mataría lentamente, el pensar que cada día su vida estaba más en peligro.

— Hansel, esto me atemoriza – Confesé.

— ¿Tú? ¿Asustado? – Al ver mi cara de seriedad, dejo de reír – ¿Malcolm, es en serio?

— Me atemoriza el saber que pueden asesinarla por tener el control total... No tiene hermanos, eso implicaría que después de ella tal vez cualquiera pueda reclamar el lugar.

— Debemos de esperar su respuesta, por los momentos no te atormentes de esa manera.

Helga me sirvió el desayuno y a los minutos, Emiliana atravesó la puerta, y se sentó junto a mí. Aunque no lo esperaba, se dejó dar un beso de mí. ¡Aleluya! ¿Esto significa que hicimos las pases?

— ¿Pancakes con mermelada y miel, cariño mío? – Sus ojos brillaron al escuchar eso, Helga por poco y muere de amor.

— En cuestión de segundos, Helga renunciará a mi solo para consentirte de la manera en lo que ya lo está haciendo.

— Ella no me gruñe cada vez que está molesta, a diferencia de ti Malcolm Ethel.

Emiliana estalló en risas al escuchar el tono de voz de Helga, ni me molestaría. Escuchar «una vez más» su risa, era música para mí. Seguía siendo lo mejor y más tierno que mis oídos pudieran escuchar.

— Hoy saldremos, después que termines de desayunar.

— Malcolm, debo de ir a trabajar... He faltado mucho ya.

— No cariño, hoy no – Le di un largo beso y seguí desayunando, por primera vez no protestó.

Hansel solo nos veía con ganas de reírse, ya sabía yo que en cuanto estuviéramos el y yo, se reiría mío hasta decir basta. Agradecía tenerlo cerca mío las veinticuatro horas del día.

Terminé de desayunar y dejé a Emiliana junto a Helgas, ambas hablaban de sus temas de mujeres. Hansel me acompaño hasta las escaleras, supuse que debía de decirme algo.

— Está todo listo, hermano. ¿Lo harás hoy?

— Sí. Quédate con los demás hombres mientras estoy fuera con Emiliana.

— Lo haré, y me encargaré de lo que me pediste.

— Gracias, hermano – Chocó puños conmigo y salió de allí.

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora