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Malcolm

— Busca a Emiliana y te espero aquí – Le hable a Hansel, no tenía ganas de volver a esa oficina y que todas las mujeres me comieran con la mirada.

— ¿Los nervios no te dejaran hablar? – Me dijo burlón, quería golpearlo.

— Cállate y hazlo, Hansel.

Como buen hombre, salió del auto y se adentró al edificio para buscar a Emiliana. Quien ocupó la mayoría de mis pensamientos hasta que logré conciliar el sueño.

Gran parte de la noche, había pensado en lo bueno que sería follarmela. Si así se veía en persona y con ropa, en cama sería una diosa. Me ponía a pensar de más.

La puerta del auto se abrió, y lo primero que vi fueron unas esbeltas piernas bien depiladas. Tenía una falda un poco más larga esta vez, pero aún así me permitían observar. Y la camisa tan pegada dejaba una vista a sus senos, que se notaba que estaba operada. No me interesaba, también disfrutaba a las mujeres así.

— Señor, buenas tardes – Me extendió su mano y la tomé con gusto.

— Hola, Emiliana. Interesante nombre.

— Todos lo dicen, a mi no me gusta – Una sonrisa tímida se escapo de su boca, pero ella no se veía nada tímida.

— Ese nombre no es alemán. ¿Usted no es de aquí?

Su rostro cambió un poco, y creo que se debe a mi pregunta. A veces solía ser muy entrometido, pero siempre quería saber de quien me rodeaba. Aunque ella trabajará para mí.

— Nací aquí pero mi nombre es procedente de Colombia o eso creo, mi mamá lo eligió allá.

— ¿Su madre es Colombiana? – El asombro se notó en mi voz.

— Sí, se que es extraño que una Colombiana viva en Alemania.

Eso nos hizo reír y luego el auto se fundió en un silencio, aunque ya faltaba poco para llegar al departamento. La manera en la que estaba sentada me permitió observarla un poco más, y ella no se daba cuenta por estar escribiéndose con alguien más en su teléfono.

Tenía piernas largas, y definidas. Sus brazos también estaban en buena forma, eso quería decir que era alguien que se preocupaba mucho por su aspecto físico. Su cabello rubio caía por su rostro, y estaba bien arreglado, al igual que su maquillaje. No le gustaba ser desarreglada.

Llevaba algunos papeles encima, suponía que del trabajo que haría en mi departamento. Todo lo tenía organizado, y eso hablaba bien de ella. Se veía responsable. No parecía la típica mujer que he conocido a lo largo de mi adultez, ella se veía diferente. Para confirmar todo lo que decía, debía de conocerla un poco más.

— Hemos llegado – Anuncié.

Miro por el vidrio y se asombró al ver el departamento, estaba en uno de los edificios más lujosos de Múnich. Pocas personas se podían dar el lujo de vivir en esta clase de residencia.

— Será una delicia para mí trabajar aquí.

— Y no has visto todo – Ella se veía emocionada, disfrutaba su trabajo.

Hansel estacionó y luego se bajó, apresuró su paso para abrirle la puerta a Emiliana. Ella me espero para luego caminar, en el estacionamiento solo se veían autos últimos modelos. El asombro en ningún momento abandonó su rostro.

Marque la clave y el ascensor subió hasta que llego directamente a la sala principal, no debíamos de abrir ninguna puerta. Estos solo tenían un departamento por piso.

— ¿Le gusta, señorita Milton? – Se volteó y pude ver una pequeña sonrisa.

— Es realmente hermoso, señor. Disfrutaré trabajar aquí.

Asentí y ella se abrió paso para ver más. Hansel me hizo una seña y me llevo hacia la cocina, se que seguro saldría con uno de sus comentarios.

— Malcolm, esa mujer es una delicia para quien la vea. ¿Estás seguro que trabaja en lo que realmente dice?

— Claro que sí. Trabaja con la prima de mamá.

— ¿Por qué no pensaste antes en remodelar así fuera un rancho[1] con ella?

Ambos reímos, era cierto. Emiliana era una mujer atractiva, para quien fuera, y sabía que era la clase de mujer que más de un hombre quisiera en su cama. Hasta yo.

Salí de la cocina para poder verla mejor, y noté que tomaba algunas fotos. Seguro sería para el diseño que haría, no entendía muy bien pero ella sabía lo que haría.

— Por el tamaño, y lo que desea. En tres semanas más tardar, le entregarán el trabajo listo.

— Me parece excelente. ¿Usted será quien elija los muebles y todas esas cosas?

— No señor, yo solo me encargo de entregar el diseño y la lista de materiales a los ingenieros. Queda de parte del dueño, o sea usted, elegir todo lo que sería los extra y ellos lo instalan de acuerdo al plano.

Mierda, eso cambiaba mis planes. Solo la vería esta vez, no tan seguido como pensaba. Debía de ingeniármelas.

— Pero yo quiero que sea usted quien se encargue de elegir eso – Sus ojos se abrieron de tal manera que yo pensé que se le iban a salir.

— Eso es decisión de usted, más bien. ¿Su esposa no se molestará si lo hago?

Eso me hizo reír y su rostro era de total confusión.

— No estoy casado, Emiliana – Ella tragó fuerte y su cuerpo se relajó más – Así que por favor, elíjalo usted. Yo no tengo mucho gusto que se diga.

— No tengo problema, señor. Después que terminen la remodelación completa, yo iré al lugar y compraré lo restante.

El lugar se quedó en completo silencio, dejándola incómoda y a mi con ganas de saber más. Pero sabía que ella no diría nada, me iba conociendo y yo era un simple cliente para ella.

— He terminado aquí, en dos días le enviaré el diseño y si usted lo aprueba, comenzarán a trabajar.

— Hansel la llevara a su hogar, gracias por venir. Que tenga una feliz noche, señorita.

— Igualmente, señor.

— Mi nombre es Malcolm — Extendió su mano y luego se retiró.

Salió del departamento y Hansel me hizo una seña, a la que respondí enseñándole el dedo del medio. Busque un vaso de ginebra para luego sentarme mientras observaba Múnich a través del gran ventanal.

¿De que me servía tener algo así, si jamás tendría con quien compartirlo?

Ser narcotráfico no me permitía tener una vida tan normal como aquellos que tenían un trabajo honesto pero no siempre ganan igual que yo, a veces debía de esconderme más de la cuenta, y también esconder a quienes quería.

Pero no había conocido algo más, desde que tengo dieciocho años, que esto... Por codicia, por querer darle una mansión a mamá, por no querer que papá trabajara más de la cuenta... Me obligue a entrar a este mundo. Que después de mucho tiempo, comencé a disfrutar, y tal vez ahorita aún disfrute.

¿Pero y luego? ¿Seguiré disfrutándolo? ¿Y cuando se me antoje tener una novia? ¿Y si algún día pienso en tener familia? ¿Como haré?

Miles de preguntas rondaban en mi cabeza, pero sabía que debía de ignorarlas. No podía comenzar a dudar de lo que ahora hacia, de lo que es mi vida ahora. En cuanto me vieran dudar, harían todo para asesinarme y quedar con el puesto que ahora ocupaba.

•••

[1] Rancho: Casa que no está en condiciones.

Dejen sus comentarios para saber que opinan.

— Vane 🦋

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora