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Emiliana

Y en la madrugada del sábado, un tiroteó se hizo presente en Liban Club, cuando dos carteles dejaban claro quien mandaba en esa zona de la cuidad. Hubo un saldo de 5 muertos y 10 heridos, todos pertenecientes al cártel de narcotraficantes.

Mierda, tenían razón. Apague la televisión lo más rápido que pude para que mamá no se enterara de nada y quisiera encerrarnos de por vida.

¿Cómo carajos Malcolm sabía que algo sucedería en ese club? ¿Y como se las ingenió para estar allí antes de lo sucedido? ¿Será que es un policía encubierto o algo así?

Miles de preguntas pasaban por mi cabeza, y a ninguna tenía respuesta. No entendía porque ese hombre tan misterioso había estado allí, y justo en el momento correcto.

— ¿Almorzamos juntas? – Salió Leyla de la habitación recién duchada.

— Sí, claro. ¿Cuando te irás a que tus padres?

— Hoy en la noche, Emi. Pero volveré el lunes, tengo trabajo que hacer en las oficinas.

Asentí y no dije nada más, a veces me afectaba que ella viajara tanto aunque no se lo dijera. Además de mamá, ella era mi única compañía. Nuestro amigo hombre, después de graduarse se había ido a vivir a Polonia y supimos muy poco de él en los últimos años.

Tome una ducha, me arregle lo más rápido que pude y tras despedirme de mamá, salí junto a Leyla para almorzar. Quería tiempo con ella, y que nos pusiéramos más al día, la noche en el club no fue tan de ayuda como pensábamos.

Malcolm

— ¿Crees que ya sepa del ataque al club? ¿Y si piensa que tenga eso que ver contigo?

Hansel me atacaba a preguntas que realmente no quería ni sabía responder, aunque no lograba dejar de pensar en ella, tenía que dedicar mi mente a algo más.

— Es demasiado inocente como para pensar en que soy narcotraficante, créeme.

— Jamás subestimes a las mujeres que son así.

Reí ante ese comentario y preferí no comentar más nada sobre la mujer que estaba ocupando mis pensamientos.

— Ayer cuando salí del club con ella, un talibán me llamo por el apodo, y se que ella escucho muy bien.

— ¿Crees que investigará o algo así?

— No lo sé – Me froté los ojos, me dolían por el cansancio – Pero tengo que mantenerla alejada de ese club, o más bien, de esa zona. Me vieron allí, y también a ella, no puedo ponerla en peligro.

— Malcolm, te vieron a ti... Es tu cabeza la que tenemos que proteger.

Entre narcotráficos a veces habían ciertas reglas, y yo ayer había decidido romper una por proteger a esa mujer. Nunca había puesto ni un pie en zonas de guerra para mi, y así como ningún cártel tocará mi zona, yo tampoco la de ellos. Así que posiblemente, los talibanes ya tienen precio a mi cabeza. Pero no me quitaba el sueño, 90% de Múnich es mío. No me tocarán sin que yo sepa que están cerca.

— Ponle vigilancia a Emiliana, y que sea lo más discreto que se pueda.

— ¿Algo más, jefe?

— Sí, vigila lo que tengo pendiente en las oficinas y quiero saber cuándo llegará el cargamento desde Rusia.

— Lo haré, vendré en la noche.

Se retiró de la oficina, y posteriormente de la casa. Dejándome completamente sola a excepción del servicio. Siempre me hacia la pregunta de... ¿Que sirve tener tantos lujos, tanto dinero, una casa extremadamente grande si no tienes con quien compartirla?

¿Pero de que servía tener todo eso, si a la final soy un hombre que trabaja en el negocio más ilegal y sucio? ¿De que me servía querer eso si luego no me importaba matar a quien quisiera matarme? ¿De que me servía si debía de mantener a mi familia oculta por temor a verlos morir? ¿De que me servía querer tener alguna vida normal si realmente dudaba poder ser alguien normal?

Deje de pensar en eso, y proseguí revisando todo el cargamento que llegaría de los diferentes países y a los que tenía que enviar. Era muy meticuloso, y responsable. No me gustaban los problemas con otros carteles, mientras más protegiera mi cabeza y mis negocios, mejor me iba en este mundo.

Un sonido en la laptop me saco de mis pensamientos. El icono de Skype aparecía, y cuando acepte la llamada, las caras de dos de las personas que más amaba aparecieron.

— ¡Malcolm! – No me importaban sus voces chillonas, ellas eran todo para mí.

— Hola, pequeñas. ¿Qué hacen?

— Nada, aburridas. ¿Cuando vendrás? Te extrañamos mucho, Malcolm.

— Y yo las extraño a ustedes, pequeñas. ¿Como están saliendo en los estudios? ¿Y mis padres?

Continuaron hablando y contándome todo lo que les sucedía en el colegio, hasta que a los minutos mis padres aparecieron y robaron cámara totalmente.

Me contaban de sus días, sus locas anécdotas y las travesuras de mis hermanas. Me alegraba verlos felices, pero me dolía saber que estábamos tan lejos. Que no podía hacer nada para tenerlos aquí conmigo, y yo tampoco podía trasladarme tan fácilmente hacia allá. Salirse de este mundo no era tan sencillo como creían.

— Hermanito... ¿Y cuando nos traerás una novia? ¡Queremos ser tías!

— Espero que pronto, pequeñas.

— ¿Tienes una novia, hijo? – Pregunto mamá con ilusión – ¿Ya me harás abuela?

— No mamá, cálmate.

Mamá tenía años pidiéndome nietos, o al menos que me volviera a casar... Pero en mi vida aún no había llegado la indicada, y no sabía si llegaría. Mi trote de vida no era tan sencillo, y no cualquiera me llevaba el paso.

Después que finalice la videollamada, me afecto bastante. Después de hablar con ellos, solo quería llorar, enrollarme en la cama y morir deshidratado llorando. Para los que pensaban que no tenía corazón, era pura fachada.

Termine con el trabajo que tenía pendiente y fui a la piscina, quería desahogarme un poco, así fuera nadando. A veces me sentía que me ahogaba y no hacía nada por ir a la orilla, por respirar... Todos los problemas me atacaban, y no encontraba manera de drenarlos. No era tan fácil como dispararles y acabar con ellos. O solucionaba esta parte de mi vida, o acabaría tres metros bajo tierra muy pronto. Y no porque alguien quiera matarme, si no porque yo mismo me lleve a eso.

•••

Espero les guste, dejen sus comentarios abajo.

— Vane 🦋

Amores peligrosos pero adictivos • ¡PAUSADA! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora