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— Baila para mí, solo para mi— susurró Isabela mientras caminaba. — Que al moverte se me escapa el aire— no sabía porque, pero esa canción se le había venido a la mente. — La noche es magia y sensual— hizo un pequeño movimiento con su cadera— Un deseo incontrolable— se rió de sí misma por lo ridícula que debería de verse y siguió su camino en silencio.

— Deberías de seguir cantando— soltó un pequeño grito, esa voz, ella estaba segura que la conocía.

Tratando de evitar conversaciones, ignoro a la persona y siguió caminando, pero al parecer a esta no le gusto porque ni siquiera parpadeo y ya lo tenía enfrente de ella ¡OMG! Le iba a dar algo, no podía ser Marcel el que esté frente a ella, no señor, debía de estar muerta o algo parecido.

— Contenta de verme ¿No?— Marcel sonrió dejando ver sus dientes, aunque Isabela solo podía ver los grandes colmillos que sobresalían.

— ¡Un vampiro!— no pudo evitar chillar y golpearte la cara, viendo la oportunidad salió corriendo.

Digamos que Isabela corrió mucho para que no se sienta mal, pues si había dado diez zancadas era mucho, pues Marcel ya la tenía en el piso.

— ¡Estúpido! ¡Bestia! ¡Animal! ¡Soy un ser humano!— se quejó Isabela por el dolor.

— ¡Y yo que! ¡Me golpeaste!— le dijo enojado Marcel.

— ¡¿De has dado cuenta de que eres?! ¡Eres un maldito todo vampiro! ¡¿Como querías que reaccionara?! ¡No me iba a lanzarme a tus brazos y besarte!— comenzó a forcejear para sacarlo de encima.

— Eso no hubiera estado mal— susurró sonriente.

— ¿Quién eres tú y que has hecho con el verdadero Marcel?— preguntó al darse cuenta que no era el mismo chico tímido del instituto que le dejaba cartas en su casillero.

— Esto soy en realidad— dijo serio y después sonrió. — Ahora que no tengo que ocultar lo que soy, puedo matarte por todo lo que me has hecho maldita bruja— sip, definitivamente el no era Marcel.

— Deberías de darte prisa, no tengo todo tu tiempo Marcel— el nombrado alzó una ceja.

— Deberías de estar suplicando que no lo haga— se acercó a su cuello y enseñó sus colmillos.

— Le harías un favor a la humanidad— susurró cerrando los ojos. — Ayuda— le llegó como un murmullo a sus oídos y abrió los ojos. — Espera cambie de opinión, mátame mañana ¿Okay?— dijo mientras lo empujaba, logrando sacarlo de encima de ella.

— ¿Qué crees que haces?— lo mando a callar con la mano.

— Me matas después ¿Si? Alguien está pidiendo ayuda— dijo y siguió la voz.

Esa voz la llevó a una casa que parecía estar abandonada, miró hacia atrás para ver si Marcel la había seguido y casi grita de la emoción cuando no lo vio.

Camino hacia la entrada de la casa, tocó varias veces y una chica llorosa le abrió, se le tiró encima y le agradecía un momento.

— ¿Por qué me agradeces?— preguntó mientras la separaba.

— Se que llegaste para salvarnos, escuchaste mi grito de auxilio, nuestras madre nos trata muy feo, sacamos de aquí y te daremos un recompensa— esto era muy raro.

— ¿Por qué el plural?— preguntó a no ver a nadie más.

— Mi hermana— le señaló el interior de la casa— Ayúdanos, porfavor.

Asintió levemente y entró a la casa seguida por la joven, apenas podía ver por el pasillo ¿No podían encender un foco? Estaba segura que en cualquier momento tropezaria con algo.

— Al fondo está mi hermana, sacarnos de aquí y te daremos las zapatillas que deseas conseguir— se detuvo abruptamente al escuchar eso.

— ¿Cómo sabes eso?— preguntó girándose y tratar de mirarla en la oscuridad.

— Yo...— Isabela sintió como algo la comenzó a arrastrar hasta el final del pasillo, en lo que se suponía que era una sala.

— Siempre andas estropeando todo Grizella— alguien le pateó en el estómago dejándola por un momento sin aire.

— Sabías que yo no quería hacer esto, Anastasia— ¿Anastasia? ¿Grizella? ¡Oh por Dios! ¿Encerio?

— En estos momentos me arrepiento de estar alegre cuando la zapatilla me eligió— murmuró mientras gateaba despacio para no alertar a alguna de las hermanas que seguían discutiendo.

— ¿A dónde vas, Cenicienta?— tragó saliva al ver unos zapatos al frente de ella.

— Yo... Si, eso— sonrió nerviosamente mientras se levantaba— Se está confundiendo de persona, permiso— trató de salir pero la señora no le dejó.

¿Por qué sentía que este era su fin?

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