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— Siento que nos estamos demorando mucho— murmuró Scott.

— Si no tienes una idea de en donde puedan estar, es mejor que te calles— gruñó Ansel.

— Guarda tus garras para otra persona, lobo— murmuró con cierto desprecio Scott.

— Y tú los colmillos— le respondió.

— ¿Se pueden callar? No necesitamos que peleen en estos momentos, nuestro objetivo es encontrar a las princesas y las chicas del otro mundo— les recordó Rohan.

— Tsk, esto no es divertido para nada— susurró Scott.

— Es una misión, no debe de ser divertido para nadie peor si algunas de las personas que están en peligros son parejas destinadas. Nosotros hacemos todo por nuestras parejas— Marcel habló después de un tiempo.

— ¿Qué se siente tener una pareja destinada?— preguntó Scott con los ojos muy abiertos.

El resto se miró entre sí sin saber que responderle a Scott, este solo rodó los ojos, siempre era lo mismo cuando preguntaba sobre las parejas destinadas. Solo porque tuviera noventa y nueve años no significa que no entendiera esas cosas.
Todavía no entendía como había conseguido ese puesto en la mesa redonda.

— Esperen, algo se nos está olvidando— Rohan paró en seco.

— Si vas a preguntar por Walt, es esta seguro en otro reino, no tienes porqué preocuparte por él— le contestó Marcel.

—No es eso, es otra cosa, no se— Scott miró detenidamente a Rohan.

— Linda no trabaja sola— dijo Scott.

— Eso no.

— Si es eso, es más, no estamos solos— Ansel se tiró al suelo por instinto.

Un gran oso salió de entre los árboles, la mayoría se puso en posición de ataque mientras que Scott solo rodaba los ojos con molestia.

— Es la madre de Mérida, algo me dice que Linda ha estado haciendo hechizos para retrasarnos.

— ¿Y recién lo comentas?— preguntó enojada La Reina Malvada.

— ¿Qué querías? Ustedes siempre me ignoran, no responden mis preguntas y ni sé cómo estoy en la mesa redonda.

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