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Scott seguía enfadado ¿Cómo se atrevía esta niña estúpida? A nadie debería de importarle lo que vaya hacer con esas alas.

— Scott, debemos de seguir— dijo Marcel al ver que se había quedado.

— Sigan, ya los alcanzo.

Al parecer él no era tan importante porque así hicieron, ellos siguieron avanzando mientras en se sentaba en el piso, debía de hacerlo rápido, Linda podría enterarse muy rápido de que él tenía sus alas.

Dejo las alas en el suelo y procedió a quemarlas, mientras esas se hacían ceniza el recitaba unas palabras. Su ritual no demoro más haya de quince minutos. Una vez listo se levantó, sintiéndose renovado y con más energía. Estaba lista para enfrentarse a Linda.

— Hola Scott— se tensó al escuchar esa voz, no lo presto atención y siguió caminando.

— Scotty— esa estúpida risa le llega a los oídos.

— ¡No me llames así! — se giró para encararla.

— ¿Por qué no? Así te llamaba de pequeño, cariño.

— Ya no soy pequeño y no sabes.

— Oh claro que lo sé, es difícil ver como los hijos crecen y se van, Scotty.

— ¡No me llames hijo! — le grito enojado.

— Eso es lo que eres— ella se encogió de hombros. — Eres mi hijo te guste o no, así que deja de hacerte el héroe y regresa conmigo.

— Tú no eres importante para ellos y lo sabes.

— ¡Cállate! — no quería caer en su hechizo, no otra vez.

— Tú eres importante para mamá ¿Por qué no vienes con ella?

— Tu— dijo comenzando a sentirse débil.

— Eso es corazón, ven con mamá.

No podía luchar mucho contra eso, ella siempre supo cómo manipularlo, siempre que lo necesitaba le hablaba con el amor que el siempre anhelo tener y allí estaba, yendo directamente donde ella para saber quién lo obligara hacer. Bueno el trato hacer lo correcto. Solo esperaba que la quita bonita no muriera después de lo que se venía.

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