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— Ni se molesten en atacarme, solo soy un simple y vil holograma— dijo con una sonrisa Linda.

— ¡Maldita bruja!— gruñó Katherine.

— No, soy un hada, te lo dije el primer día que nos conocimos— su sonrisa era cada vez más grande.

Scott se encogió un poco y se puso hasta atrás, lo que menos quería era que esa maldita lo viera.

— Pero a lo que vine, chicas, ustedes todavía pueden salir de aquí, dejen su sangre en los frasquitos y se irán así se sencillo.

— Le harás daño a la gente que habita aquí— dijo Valery.

— Li hiris diñi i li ginti qii hibiti iqií, pendejadas, ustedes no pertenecen aquí, esperaré sus frascos.

Y desapareció, Happer miró el frasco que pareció en su mano, este tenía su nombre y parecía ser de acrílico.

— ¿Por qué tanta insistencia con nuestra sangre?— se quejó Cristina.

— Es para hacer un pacto, qué tipo de pacto no se, de esas cosas sabe más tu madre— señaló a Maléfica y está alzó una ceja.

— Yo no tengo hijas, gracias— le quitó importancia con la mano.— Refiriéndome a los pactos que mencionaste Scott, esos no se hacen aquí, creo que Linda tratará de que ellas no vuelvan con su sangre, aunque algo es raro ¿Ir dos veces a Camelot por unas simples niñas? Algo más trama.

— Genial, ahora él Rey Arturo, ya deseo ver a Pinocho— susurró Betty con sarcasmo.

— Ella quiere que vayamos a Camelot— dijo con seguridad Rohan.

— Ella no quiere eso— dijo Scott sentado a los lados de un árbol con el ceño fruncido.

— No se supone que tú no tienes opinión en este grupo— gruñó Ansel.

— Ella me quiere a mí— bajó la mirada al suelo.

Alguien se acercó a él, unas suaves manos le tomaron el rostro y lo alzaron, era la chica bonita que todavía no conocía su nombre, ella le puso un dejó en su ceño fruncido y lo movió ligeramente hasta que esté desapareció, cuando sus ojos conectaron ella pareció darse cuenta de lo que había hecho y se asustó mucho.

— L-lo sient-to— susurró en un hilo muerta del miedo.

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