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— ¿No sabes hacer magia?— preguntó por quinta vez Anna.

— Ya te dije que no ¡Mi propia madre me atacó!— chilló Katherine.

— No creo que te haya atacado, los que pertenecen a La Oscuridad nos protegen— susurro Anna sentándose a su lado.

— ¿Los protegen?— preguntó confundida Abril.

— ¿Qué es lo que saben ustedes de nuestro mundo?— respondió con una pregunta Anna.

— Uh, ahora que lo pienso, no sabemos mucho— dijo Abril.

— Linda nos citó en el bosque de nuestra ciudad e hizo esperar a que se nos asignaran un objeto— comenzó a contar Happer. — Ni bien llegamos a Orbis nos hicieron cambiar, después hubo una emboscada, nos llevaron a un cuarto en donde nos dieron trajes y después estábamos en el bosque buscando los objetos.

— Nos dio solo veinticuatro horas para ello— Valery arrugó la frente al recordar cómo consiguió la caperuza.

— ¿Cómo hicieron para combatir los cambios de temperatura? Digo, no todos los reinos tenemos el mismo clima— preguntó Anna.

— Nuestros trajes eran térmicos— respondió Betty.

— ¿Térmicos? Yo me estaba muriendo de frío allá fuera— Valery les miró confundida.

— Pues... Nosotras estuvimos en una montaña donde estaba nevando, en ningún momento sentimos frío, ni siquiera cuando Olaf nos abrazó— contestó Betty.

— ¿Ustedes estuvieron en Arendelle?— los ojos de Anna brillaron con esperanza.

— Nos estamos desviando del tema— Cristina intervino.

— Cierto, cierto, siempre me pasa, regresando a la hija de la reina Malvada— Anna fijo su mirada en Katherine.

— No sé hacer magia, ya le he dicho— susurro Katherine mientras se dejaba caer en el suelo.

— Debemos de encontrar una forma— murmuró Abril para ella misma y frunció el ceño. — Y si...— ella misma se interrumpió para hacer un movimiento con su mano.

— ¿Qué estás haciendo?— Valery se le acercó.

— Estaba viendo si todavía teníamos los chips implantados— resopló al ver que nada salía. — Ya no los tenemos, lo cual es bueno desde cierto punto de vista.

— Porque así no sabrá si escapamos o no— Valery señaló lo obvio.

— ¡¿Anna?! ¡¿Anna?!— varias voces se escucharon.

— ¡¿Elsa?!— Anna devolvió un grito.

— ¡Anna!— una chica, seguida de muchas más, apareció de la misma esquina de donde había salido Anna.

Las hermanas se abrazaron con alegría dejando a las "salvadoras" confundidas, más de lo que ya estaba.

— Uh, bien, esto es incómodo para las demás— Happer susurró.

— Ya no estoy entendiendo esto ¿No se supone que nosotras íbamos donde ellas?— preguntó en susurro Valery a Abril.

— Se supone— Abril se encogió de hombros.

— Elsa ¿Qué hacen aquí?— al pregunta de Anna atrajo la atención de las demás.

— Comenzó a caer tierra, suponemos que Linda mando a que nos enterraran vivas, por eso venimos— le respondió Elsa.

— Eso y que les puede pasar lo mismo, tenemos que buscar un modo de salir de aquí— todas voltearon hacia la persona de esa voz, Blanca Nieves.

— ¿Cómo hacemos eso?— preguntó Valery.

— Necesitamos un plan— respondió Jazmín.

— No quería decirles nada pero yo tengo uno— todos los ojos se posaron en Cenicienta — Tengo amigas, que ya estaban advertidas de que algo así podría pasar, solo dejemos de esperar a que ellas lleguen— se encogió de hombros y se sentó.

— Esperar a ser rescatadas— Abril se cruzó de brazos.

— Bien, no creo que sentarse a esperar sea un gran plan, Cenicienta— le dijo Mulán.

— Es lo que nosotras hacemos ¿Bien? No todas somos valientes— le respondió Aurora sentándose al lado de Cenicienta.

— Uno no debe de depender de los demás— intervino Pocahontas.

— Nosotras siempre tuvimos un príncipe que nos salvara ¿Qué más podemos hacer? Estamos acostumbradas a ello— Blanca Nieves disgustada tomó asiento con las demás.

— ¿Puedes hacer que se callen?— Cristina le susurró a Anna.

— La magia también es una opción— se metió Elsa.

— ¿La magia de quién? Tú apenas puedes dar luz en esta oscuridad.

Cristina camino hacia un rincón y se tapó los oídos, se sentía realmente muy mal, le comenzaba a faltar el aire.

— Aquí tenemos a la hija de La Reina Malvada, ella tiene magia.

— ¡Qué no tengo magia!— exclamó enojada Katherine, no le dejaban de insistir con lo mismo.

— Eh... Chicas, creo que algo le pasa a Cristina— Happer la señaló.

No solo Cristina sentía que le faltaba en aire, un terrible dolor le comenzó a recorrer la espalda.

— ¿Deberíamos de ayudarla?— preguntó Tiana.

— No, puede ser peligroso— Elsa la detuvo.

— ¡Le está dando un ataque de pánico!— chilló Valery y corrió a ayudarla.

— No es un simple ataque de pánico ¿Qué le pasa en su espalda?— señaló Abril.

De la espalda de Cristina parecía querer salir algo, Valery asustada se alejó. El grito de Cristina hizo temblar el pozo.

— ¿Qué mierda es eso?

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