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Una silueta se asomó al final del pasillo, cojeaba, más bien arrastraba uno de sus pies, aún así no parecía sentir dolor. Era un crank. Pronto fue seguido de otras cinco siluetas más.

-Corre- le susurré a Samantha y ambos salimos corriendo por el pasillo, doblando cada vez que podíamos.

-¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo se escaparon?- Samantha jadeaba a mi lado.

-Ni idea, probablemente una fuga cuando les aumentaron la Llamarada... No pensé que sería tan instantáneamente- la tomé de la muñeca para obligarla a ir más rápido, la chica se adaptó fácilmente a la nueva velocidad, sonreí para mis adentros, si hubiésemos estado en el Área probablemente sería corredora, bueno, si fuese hombre o si hubiese llegado al Grupo B porque en el nuestro la única mujer que llegó fue Teresa, vaya, pero qué extraño suena ese nombre ahora... es como si hubiese pasado hace años.

Seguimos corriendo hasta que, al doblar por uno de los pasillos, chocamos de lleno con un grupo de cranks. Los tres individuos nos miraron molestos y se abalanzaron sobre nosotros, Samantha esquivó y se alejó de la escena cubriéndose el rostro, maldije para mis adentros, al parecer la chica tenía un problema con la sangre y estos cranks estaban tan desgarrados que por poco seguían vivos. Ataqué, estaban débiles, por lo que fácilmente estampé uno contra el piso y le lanzé una patada a otro haciéndolo caer de bruces. El tercero puso más resistencia, pero después de unos cuantos forcejeos lo logré lanzar sobre el cuerpo de uno que ya se estaba parando.

Busqué un cuchillo en mi pantalón, no podía arriesgarme a usar una pistola ya que metería mucho ruido. Respiré profundamente y enterré el cuchillo en el pecho de uno, luego del otro y por último del tercero. Limpié el filo ensangrentado en sus ropas.

-Ven, no mires al piso y todo estará bien- llamé a Samantha, la chica obedeció y comenzó a caminar con cuidado, procurando mantener su mirada en mi y no en los cuerpos- ahora, si en algún momento llegas a ver sangre, imagina que es blanca, no otro color, sólo blanca, cualquier otro color produce la misma repulsión que el rojo. Yo lo hacia los primeros meses en el Área, cuando empezaron las muertes, la sangre se volvió un elemento bastante frecuente en nuestra vida, así que para no asquearnos o sufrir de mareos comenzamos a imaginar que era blanca, luego nos acostumbramos y ahora ver sangre ya no nos causa problemas.

Samantha asintió y con cuidado dirigió su mirada a los cuerpos, palideció, pero se obligó a mantener la mirada fija en ellos, al final logró regular su respiración y volvió a mirarme.

-No creo que me llegue a acostumbrar, pero al menos va a ayudar un poco, gracias- me sonrió.

Luego de eso seguimos avanzando por los pasillos, queríamos llegar a la habitación en donde deberían estar Max y los otros, queríamos saber que estuviesen bien. Nos topamos con algunos cranks pero no nos vieron, ya que preferíamos cambiar de camino a enfrentarlos. Todo era bastante tranquilo hasta que comenzaron los gritos, al parecer los cranks se habían puesto a chillar y habían comenzado a perseguir a alguien por los pasillos, ese alguien debía de ser un inmune.

Intercambié una mirada con Samantha y corrimos hacia los gritos. Tim y Hank venían corriendo por el pasillo seguidos por un gran grupo de cranks, cuando llegaron donde nosotros se detuvieron.

-Hank, quédate con Samantha, aún no estás en condiciones de pelear- exclamó Tim preparándose para lanzarse a los cranks, lo imité.

-Vengan mierteros, vamos a ver de qué están hechos- sonreí anticipando la acción. Me lancé al más cercano, cortando su garganta con el cuchillo... ¿en qué nos habíamos convertido? ya no me importaba asesinar, a pesar de la vergüenza que me inundó, seguí luchando.

"Un lugar para los sobrevivientes"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora