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-¡Karlos!- exclamó Max y se lanzó a sus brazos, Gretel lo imitó y Karlos envolvió en un abrazo a ambos sin saber muy bien lo que sucedía.

Escuché un pequeño y lastimero sollozo, miré hacia allí y observé como Shasta caía de rodillas ocultando su boca con sus manos, a pesar de tener los ojos llorosos, su felicidad se reflejaba en ellos.

-Funciona...- murmuró aún en shock- hay que decirle a CRUEL, no le harán nada a Karlos, sólo le sacarán un poco de sangre para administrarle los anticuerpos a algunos cranks, allí no los necesitaremos más, no habrá más CRUEL, no nos molestarán más... podremos descansar.

-Bien- empezó Thomas aún algo mudo por el estupor- llevémoslo a CRUEL... -nos dirigió la mirada a cada uno y todos fuimos asintiendo.

Estábamos al final del camino, unos pasos más y llegaríamos a la meta tan ansiada, la tranquilidad, ya no tendríamos el destino del mundo en nuestras manos, pronto sería el momento de descansar.

Ni siquiera Max o Gretel negaron, incluso Karlos aceptó, así que volvimos rápidamente al Valle de los Guanacos y nos subimos al Berg, aún no había rastro de los otros inmunes, pero ya nada tenía importancia, estábamos tan desesperados por entregarle la sangre de Karlos a CRUEL que ni el hambre, ni el frío, ni el cansancio nos pararían.

"¡Que emoción! Hubiese sido genial que esto hubiese pasado antes ¿no?" Newt corría a mi lado con tal velocidad que parecía que ya no existiese su cojera. Asentí y aceleré, no estaba triste ni melancólico, estaba euforico. Poco me importaba el pasado, poco me importaba en este momento todo por lo que tuvimos que pasar para llegar aquí. Sonreí. No me dejaría deprimir por mis fantasmas, sólo ansiaba el porvenir.

Una vez todos en el Berg, Jorge encendió los motores y despegó alertando que deberíamos pedirle a CRUEL más bencina para poder regresar. Thomas llegó al centro del gran comedor del Berg en donde todos nos encontrabamos, al parecer quería dar un pequeño discurso.

-Emmm- empezó dudoso- Sé que esto suena alentador y ya todos están soñando con un paraíso y cosas por el estilo, está bien, todo eso está bien, pero no quiero que se ilusionen aún puesto que jamás vamos a poder confiar en CRUEL, quiero que estén atentos, puede que éste sea el fin de todo el sufrimiento, pero nada es seguro, así que los quiero listos para cualquier imprevisto- se acomodó el cabello, se notaba nervioso, como si esas palabras también fuesen para él.

-¿Entendieron larchos mierteros?- me puse de pie dirigiéndome al resto- No quiero ningún shank haciéndose plopus encima por asustarse cuando las cosas se pongan feas, ya todos somos lo suficientemente machitos como para enfrentarnos seriamente a cualquier situación, así que no se pongan a cantar victoria que aún no hemos ganado.

Shasta nos dió las coordenadas de una de las bases de CRUEL, en la que suponía que estaría Lacroix intentando reproducir anticuerpos en algún pobre crank. Volamos a una velocidad adecuada para no malgastar el combustible, no podíamos usar la transplana porque gastaba demasiado.

No sé cuánto tiempo estuvimos en el aire, pero cuando aterrizamos, Max, Shasta y Thomas iban a la cabeza, caminando con seguridad mientras descendían del Berg, los guardias de CRUEL estaban en formación apuntando hacia nosotros algo dudosos, nos detuvimos a una distancia prudente y Shasta levantó la voz.

-Tenemos la cura- empezó la chica captando la atención de los guardias que rápidamente tomaron una radio y se comunicaron con Lacroix- no daré más información hasta que llegue el ministro.

Después de unos pocos minutos apareció el hombre de nariz aguileña con la cabeza en alto y su porte de clase.

-Acompáñenme a mi oficina, allí charlaremos sobre lo que sea que me vayan a decir- se dió media vuelta y con un intercambio de miradas decidimos que iríamos Thomas, Shasta, Max, Harriet y yo. Nos pusimos en marcha detrás del hombre.

"Un lugar para los sobrevivientes"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora