Bangtan Next Door! [BTS] || M. Yoongi (Bangtan Luv #01) ✓ (BORRADOR)

20: Palabras

(Ver video y letra antes de leer ♡)

Capítulo 20: "Palabras"
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A pesar de la nevada de anoche, no quedaba mucha nieve apilada en las calles cuando Romina salió a correr esa mañana. Estaban a unos seis grados, pero si algo había aprendido de los inviernos en Seúl era que la brisa helada no empezaba sino hasta después de la media mañana.

Cubierta con una sudadera gruesa y pantalones de deporte por encima de unos leggings sintéticos, guantes hasta los nudillos, medias altas y un cuello térmico que le había robado a José Ricardo antes de venirse para Corea; había salido de la casa.

Era la primera vez que salía a trotar desde la primera nevada. Usualmente no era una fan del trabajo físico en gimnasios como su hermano, pero siempre le había gustado correr. Siempre le ayudaba a despejar su mente cuando demasiados pensamientos negativos se juntaban en su cabeza como coágulos que terminaban por darle dolor de cabeza. Y necesitaba desesperadamente un respiro, en especial después de lo ayer.

Estaba tan furiosa que no había medido sus acciones. Si bien ese idiota había destruido uno de sus cuadernos de dibujo, había estado muy mal de su parte haberlo golpeado. La violencia nunca era la respuesta, y ese pequeño desliz de su parte había despertado recuerdos de su infancia que hace años pensó haber enterrado en un cofre con llave.

En especial cuando Taehyung la tuvo que aguantar en sus brazos para que no se le echara encima a Yoongi. Decir que estaba avergonzada de su comportamiento era poco.

Estaba aterrada.

Por primera vez había sentido miedo de sí misma.

No quería pensar en su padre.

No quería recordar las noches en las que su hermano la tenía que esconder en el closet, en el baño o hasta debajo de la cama para que la ira de su padre no la alcanzara a ella. Aunque eso no evitaba que escuchara los gritos de su abuela, los golpes contra los muebles, el cristal rompiéndose o los sollozos borrachos de un hombre que había perdido a la mujer que amaba por su culpa.

Porque los doctores la habían decidido salvar a ella y no a su madre.

Romina se detuvo en medio de la calle y apoyó las manos en sus rodillas para tomar aire. Llevaba solo cuatro vueltas a la manzana pero ya le ardía el pecho, y tenía las orejas entumidas.

Cerró los ojos y sacudió la cabeza, como si eso bastara para espantar sus recuerdos.

Su padre ya no era la misma persona de ese entonces. Su última recaída había sido hace más de quince años, hoy en día era un hombre dulce y atento con su familia, con un interés particular por la pesca de truchas y los sombreros de fique. Llevaba años sobrio, y en su rostro no quedaban ni sombras del monstruo de su niñez.

Pero ya el daño estaba hecho. De la misma manera en la que ella no podía deshacer sus acciones por mucho que así lo deseara.

Ni siquiera había sido capaz de llamar al señor Kim a explicarle que ya no iba a poder seguir ayudando al lado. Aunque era poco probable, temía que le pidiera una explicación y luego ella no supiera cómo justificarse. Técnicamente lo estaba haciendo como un favor, no había contrato de por medio, y todavía no habían firmado el NDA que él había lencionado. Tampoco había dinero más allá de lo que le pagaba por cuidar las plantas. Podía dejar de hacerlo y ya, sin compromisos.