capítulo 2.

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LUCY

Subió las escaleras con sumo cuidado, evitando hacer ruidos molestos ya que todos en la casa se encontraban descansando. Excepto Clay o eso creyó Lucy, cuando se sintió observada desde la ventaba de la habitación. Eso la llevó a terminar la llamada y dirigirse a la habitación del chico. Tocó la puerta susurrando apenas su nombre, con intención de encontrarlo despierto, pero no fue lo que ocurrió. No recibió ningún tipo de respuesta, así que se tomó el atrevimiento de entrar, dispuesta a saciar la curiosidad.

—¿Clay?— volvió a repetir mientras ingresaba, la oscuridad lo hacía todo prácticamente indivisible. Tuvo que acercarse hasta la cama para notar que Clay dormía, realmente inmerso en el sueño.

Suspiró. Probablemente solo había sido parte de su imaginación.

Salió de la habitación cerrando la puerta tras ella y se fue hacia la suya, para meterse en la cama e intentar dormirse, algo que le costaba porque tenía demasiadas dudas girando en su cabeza. Esperaba de verdad poder hablar con Clay pronto, pero hasta el momento parecía tarea imposible. El chico se veía distraído y al mismo tiempo, preocupado.

JUSTIN

Cuando la chica tocó la puerta, alcanzó a ocultarse detrás de la misma, teniendo presente el pedido de Clay: ocultarse. Se mantuvo quieto mientras la joven ingresaba al cuarto y se acercaba a quién dormía, sin encender las luces. Eso ayudó a que pudiera mantenerse en su escondite sin ser visto.

Finalmente la chica se retiró y cuando lo hizo, Justin se acomodó en el sofá. La droga lo tranquilizaba y por ende, lo ayudaba a conciliar el sueño, evitando ese momento en que miles de cosas atacan en tu cabeza, haciendo imposible la tarea de dormir. Era un gran alivio, porque Justin tenía mil cosas esperando para acechar su mente, dispuestas a atormentarlo, siempre un poco más.

***

Despertó la mañana siguiente oyendo los murmullos de Clay que le pedían que abriera los ojos.

—Justin, levantate. ¡Vamos!

Lo observó todavía medio dormido y emitió un gruñido, no quería volver a la realidad.

—Tienes que darte un baño. Ten— Clay le acercó algunas prendas de ropa limpia, que Justin aceptó testarudo, casi contra su voluntad. Había pasado cinco meses en la calle, apestaba y su ropa merecía ser lavada, no podía negarlo.

—Oye Clay, ¿desde cuando tienes una hermana?— cuestionó recordando lo ocurrido la noche anterior.

—¿Hermana?— lo miró confundido.

—Una chica estuvo aquí anoche— le hizo saber y Clay de inmediato reconoció de que se trataba.

—Ah, ella. No es mi hermana, Justin. No importa quién es. Tienes que esconderte de ella también, eso es todo lo que necesitas saber— mencionó.

Asintió dando por entendido lo dicho y sostuvo la ropa que Clay le había dado.

—¿Donde está el baño?— preguntó atinando a salir de la habitación y una vez más, el chico lo detuvo.

—¿Que parte de tienes que esconderte no entendiste? Déjame salir primero y te diré cuando puedes ir— le indicó para luego verlo desaparecer, llevándose sus prendas sucias.

Justin se tiró sobre el sofá en espera del visto bueno. Al final tener que esconderse no le molestaba, sin duda alguna la habitación de Clay se sentía mejor que las frías calles. Planeó regresar a dormir, pero lo vio aparecer minutos después, indicando que podía salir.

—Tienes cinco minutos— le dijo y lo vio escabullirse, quedándose solo en el baño.

LUCY

—¿Te ayudo con eso, Lainie?— preguntó a la mujer que exprimía jugo de naranja. En el otro extremo de la cocina, Matt Jensen se encargaba de preparar tocino y huevo revuelto.

—No hace falta, Lucy. ¿Quieres ayudar buscando a Clay? No sé porque todavía no apareció.

—Claro. Voy por él— aseguró, poniéndose de pie y encaminándose hacia las escaleras. Sin embargo, la figura del muchacho en el lavadero la hizo detenerse. —Hey— lo llamó. Clay giró sorprendido y de inmediato escondió algo tras su espalda.

—Buenos días, Lucy— intentó disimular.

—¿Todo bien? Porque me estás mirando como si hubieras visto un fantasma.

Él bajo la mirada y negó al instante.

—No, no. Todo está completamente bien. De maravilla— lo notó sonreír nervioso, continuaba ocultando algo. —¿Tú? ¿Que tal la primera noche en casa?

—Bien. En realidad me gustaría que pasáramos el rato uno de estos días. No sé, hablar o salir por ahí. No conozco a nadie y empezaré el colegio la próxima semana, ya sabes, estoy algo nerviosa— confesó. Lainie y Matt eran excelentes y comprensivas personas, pero Lucy necesitaba entenderse con alguien de su edad.

—Sí, si, claro. No estoy seguro de si podrá ser los próximos días...— Clay hizo un movimiento escondiéndose lo encontrado entre su ropa. Emprendió a caminar, buscando escapar de la situación y Lucy se dio cuenta, aunque pretendió seguirlo. —No tengo mucho tiempo libre últimamente— siguió caminando, subiendo las escaleras y la castaña imitaba sus pasos detrás.

—¿Vendrás a desayunar ahora?— preguntó al chico, quién se detuvo justo frente a la puerta del baño.

—No. Tengo algo urgente que hacer primero.

—Clay, ¿algo va mal? Es como si estuvieras esquivándome desde que llegué— sentirse ignorada empezaba a frustrarla. —Está bien si prefieres no pasar tiempo conmigo o lo que sea. Pero dímelo— pidió por último.

—Lucy, no eres tú ¿de acuerdo? Sé que quieres ayudarme y lo aprecio. Te prometo que en cuanto me desocupe de algunos asuntos... Pasaremos tiempo juntos— aseguró y ella leyó en su expresión que estaba siendo sincero. Al menos en ese tema. Porque aún había algo que ocultaba.

—Bien— sonrió apenas y antes de que pudiera decir algo más, se oyó un ruido que provino de la habitación de Clay. Frunció el ceño y lo observó, nuevamente estaba nerviosa. —¿Y... Eso?

—Tengo... Se caen cosas en mi habitación. A veces. Es el viento o algo así. Tengo que ordenar— farfulló. Lucy quiso reír por la mala calidad de la mentira, pero hizo caso omiso. ¿Para qué insistir? Era obvio que escondía algo y no quería que ella lo supiera.

—¿Acaso estás consumiendo algún tipo de droga? ¿Alcohol?— bromeó y para su sorpresa, el chico palideció.

—No, no... Como crees, si yo jamás he... Bueno, una vez, pero nada que...— lo oyó nervioso y entonces, interrumpió.

—Solo bromeaba— dijo otorgándole alivio y abandonó el pasillo, regresando a la cocina para el desayuno.

Las cosas estaban raras. Demasiado.

Back to you ⇥ Justin Foley ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora