capítulo 31.

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«LUCY»

Se despertó entre los brazos de Justin. No quería salir de ahí, pero cuando se extendió para ver la hora se dio cuenta de que en menos de cuarenta minutos los demás se comenzarían a despertar. Y no, no podían encontrarlos de aquel modo.

Así que se vio obligado a sacarlo de su profundo sueño.

—Jus...— dijo mientras lo removía con suavidad. El chico frunció la nariz, negándose a abrir los ojos y la abrazó, como si no quisiera que se alejara. —Jus, en serio. Odio hacer esto. Pero tienes que irte antes de que alguien nos vea— indicó, consiguiendo que él empezara a reaccionar. Lentamente vio aparecer sus pupilas celestes. Lucy sonrió relajada. Amaba esos ojos. Lo amaba a él.

—¿Qué hora es?— preguntó, frustrado por tener que salir de la cama tan pronto.

—Casi las seis— respondió. Entonces lo vio preocuparse, mientras deshacía el abrazo para sentarse. Se estregó la cara y ella no podía dejar de ver cada una de sus expresiones. —Lo siento. Dormías como un angelito— bromeó divertida y él sonrió, viéndose aún más encantador.

—Lo de anoche. Fue increíble— le dijo, haciendo que sus mejillas se enrojecieran, pero al mismo tiempo sonreía al recordar lo bien que se había sentido. Asintió algo tímida, observando como él se colocaba la camiseta que había quedado por el piso. Ella seguía cubriéndose con las sabanas.

—Me encantó— admitió sin rodeos. No tenía comparación con su primera vez, a diferencia del chico anterior, Justin se había preocupado por hacerla sentir realmente bien.

—A mí también— coincidió con una amplia sonrisa y se acercó, acomodando algunos mechones de su cabello detrás de su oreja, para besarla antes de salir.

«JUSTIN»

Entró sigiloso a la habitación de Clay, aunque no sirvió de nada porque el pelinegro ya estaba despierto y lo miró a punto de regañarlo.

—¿A donde estabas?— cuestionó, parecía preocupado. —Pensé que habías huido otra vez.

—Calmate, Jensen— dijo mientras se sentaba en el sofá de la habitación. —Estaba tomando algo en la cocina— mintió. —Solo estoy nervioso. Eso es todo— trató de fingir, pero no pudo disimular la sonrisa al recordar lo pasado.

—¿Sonríes así cuando estás nervioso?— Clay lo miró sospechando. —No dormiste acá ¿verdad?

—Bueno, no. Pero no hice nada malo, en teoría— volvió a sonreír y Clay repugnado, le arrojó un almohadón.

—Eres un asco.

—¡Hey!— se defendió. —¿Cual es tu problema?— le devolvió la almohada.

—Mi padre también vive aquí. Podría haber oído. O yo— puso una expresión de disgusto. —Dios. Qué asco.

Y Justin rió por lo bajo.

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Cuando bajaron a la cocina, los padres de Clay estaban esperándolos con el desayuno listo. Lainie había vuelto. Les hicieron un par de preguntas al verlos golpeados y aunque se enredaron al responder, terminaron restándole importancia al tema. Minutos después vio bajar a Lucy por las escaleras, que saludó en general y se acomodó alrededor de la mesa. También se alegró de ver otra vez a la señora Jensen.

—Entonces ¿regresaste?— Clay cuestionó a su madre.

—Así es. Y debo hablar a solas con Justin. Después del desayuno. Anoche supe que declararás hoy— mencionó. Justin afirmó asintiendo. —Dennis Vasquez me agrada, pero no representa tus intereses. Quiero estar segura de que entiendes todo lo que está en juego para ti antes de que declares— y le parecía bien. De algún modo, lo aliviaba que Lainie, una adulta que conocía el tema, pudiera guiarlo un poco más.

Back to you ⇥ Justin Foley ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora