capítulo 37.

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«LUCY»

Pasaron varias horas en el hospital. Primero tuvieron que hacerle a Monty una radiografía, para darse cuenta de que tenía el brazo roto y luego, le colocaron un yeso que debía dejarse por varias semanas. También oyó como el chico le mentía al médico cuando le preguntó que le había pasado: dijo que lo habían atacado en la calle.

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—¿Es la primera vez qué...— no pudo terminar de preguntar, porque Monty la interrumpió.

—¿Que me golpea? No. Que me rompe un brazo, sí— respondió. Lucy sintió una gran impotencia, quería poder hacer más, ayudar, pero al final también era una simple adolescente intentando lidiar con problemas.

Tragó saliva, con la vista puesta en la carretera pero atenta a la conversación.

—¿Y nunca pensaste en... bueno, denunciar?— le sugirió de forma indirecta.

—No.

—Deberías considerarlo. Es grave, Monty— dijo sin agregar más nada.

Le costaba tratar con Monty, porque tenía la sensación de que cualquier cosa que saliera de su boca lo enojaría, sobretodo porque estaban hablando de un tema familiar. Él siempre había sido muy cerrado y por primera vez se atrevía a contar algunas cuantas cosas. No quería perder su confianza.

—No lo creo. Es mi papá, después de todo— se encogió de hombros. Lucy detuvo el auto, acababan de llegar a la casa del chico. Él le había pedido que lo dejara ahí.

—¿Estás seguro que quieres volver a entrar?— le daba miedo dejarlo ahí. —Quizá alguno de los chicos pueda hacerte un espacio. O puedes venir a mi casa.

Él negó con la mirada en el suelo.

—Me quedaré aquí. Ya se desquitó, no lo hará de nuevo hasta dentro de unos días— de todas formas eso no la dejaba tranquila. Pero él abrió la puerta y se bajó.

—Espera, Monty— murmuró mientras tomaba una pequeña caja para luego salir también del auto. —Los calmantes— el médico se los había dado para el dolor. —No te olvides de tomarlos— se aproximó para entregarle la caja y en ese mínimo instante, sus manos rozaron.

Él apretó la mandíbula, se veía nervioso.

—Oye, Lucy— ella elevó la mirada. —Gracias.

La chica dio otro paso hacia adelante y se arrimó hasta abrazarlo. Podía sentir el cuerpo del contrario rígido. Frío. Como si no supiera reaccionar ante ese gesto. Finalmente sintió como él la rodeaba con su brazo libre y segundos después, Lucy se hizo hacia atrás para separarse.

—Cuídate. Tenemos que ir a un baile en tres días— trató de sonar divertida para relajar tensiones, para luego volver al auto y marcharse a casa.

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—¡Lucy!— escuchó la voz de Clay, que llegaba apresurado hasta su casillero.

—Hey, Clay. ¿Que pasa?

—Dime que no es cierto lo que dicen— la castaña le ofreció una expresión confundida.

—¿Qué dicen?— no tenía idea.

—Montgomery y tú— largó. —Alguien te vio en su casa anoche y corrió el rumor— explicó, Lucy emitió una risa irónica.

—De verdad a esas personas les hace falta conseguir una vida— murmuró. —No Clay, no es cierto. No estamos juntos del modo en que tú crees— y entonces, bajó la voz para contar lo siguiente. —Tuvo un problema y me pidió ayuda. Por eso fui a su casa— agregó y el pelinegro consiguió tranquilidad. —Por cierto, ¿tienes novedades de Justin?

Back to you ⇥ Justin Foley ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora