capítulo 11.

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«LUCY»  

Notó como las pupilas de Justin brillaban tras recibir la aceptación oficial de los Jensen. Ella también estaba contenta, la comisura de sus labios se extendieron por inercia y lo miró, se encontró con él compartiendo la misma expresión. Se lo había dicho. Incluso casi llegó a prometerlo. Y se había cumplido.

Lo habría abrazado, pero se sintió demasiado expuesta con todos en la sala.

Después, para romper la tensión, Matt preparó pizza, lo suficiente para repetir todas las veces que quisieran. Parecían una especie de familia ensamblada y se sentía bien, estaba acostumbrada a ser solo ella y su madre, después de que su padre falleció cuando Lucy cumplió los trece. A simple vista, todo iba bien. Aunque no podía dejar de pensar en lo que había ocurrido horas atrás: alguien se metió a la casa. Lucy no tenía respuestas, pero intuía que Clay, incluso Justin, tendrían una explicación.

Cuando despertó en la madrugada producto de una especie de pesadilla, se levantó con la esperanza de encontrar a Justin o a Clay, todavía despiertos. Tenía miedo, no sabía exactamente por qué, pero la invadía la inquietante sensación de que en cualquier momento escucharía un vidrio romperse, otra vez. Se metió a la habitación de los chicos cautelosa, encontró las luces apagadas, el cuarto sin restos de lucidez. Así que salió, cayendo en la cuenta de que debería regresar a su cama. Suspiró, tratando de despejar la mente y por detrás, lo escuchó.

—Lucy— era Justin.

—¿Te desperté? Lo siento. No puedo dormir— confesó, girando hacia él, que acababa de cerrar la puerta de la habitación. Clay dormía.

—Somos dos— también se lo notaba inquietado. Quizá por lo mismo.

—¿Le dijiste a Clay sobre lo que pasó? Sobre lo que realmente pasó— preguntó.

—Sí, ya lo sabe. Creemos saber quién es. Bryce— comentó, pero ella continuaba preocupada. —Si eso es lo que no te deja dormir, olvídalo. Tú estás fuera de esto. No se van a meter contigo— lo decía con tanta seguridad, como si él fuera capaz de hacer cualquier cosa para evitar que algo así pasara. Le creía. Creía en él.

Lucy asintió, tomando su palabra.

—Jus— consiguió que él se acercara, que sus ojos se posaran en ella. Solo en ella. —De verdad me alegra que te hayas quedado.

Y lo abrazó.

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La habitación de Lucy era esta vez, el sitio donde se divertían. Estaban sentados sobre la cama, jugando a un juego de dados. Para agregar más emoción, cuando uno perdía, el contrario tenía la oportunidad de hacer una pregunta. Cualquier pregunta.

Entonces llegó el turno de Justin, que no perdió el tiempo.

—¿Tienes novio? O tenías— inquirió sin rodeos.

Sí, había preguntado si tenía novio. Si estaba enamorada. Si había alguien en su vida. Lucy acomodó un mechón tras su oreja, intentando verse natural y no sorprendida por la pregunta.

—Qué predecible, Justin. Pensé que haríamos preguntas más emocionantes— bromeó, extendiendo la intriga del chico, que jugaba con los dados en una de sus manos.

—¿Tienes o no?— insistió y ella deslizó una pequeña sonrisa.

—No— respondió franca. —Pero estuve saliendo con alguien. Que me desilusionó lo suficiente para no querer salir con nadie más— dijo, un tanto en broma, tanto en serio. Justin no le entregó los dados a Lucy, el juego no podía continuar, no cuando Lucy abría una puerta a todas sus dudas.

—Que un idiota te haya desilusionado no implica que los demás también lo harán— murmuró, pero Lucy se mostró poco convencida.

—Ya sé, pero...— suspiró, un tanto frustrada. —Es mi turno— pidió los dados con intención de cambiar el tema.

—¿Que pasó? Para que no quieras salir con nadie— continuó escarbando en el asunto.

—Me usaron. Así de simple— largó. Ya no le dolía, pero no olvidaría el modo en que le rompieron el corazón. —Fingió durante meses que le gustaba. Hasta que lo hicimos— explicó. —Me dejó al otro día, frente a todos sus amigos. Parece que fui parte de una clase de apuesta. Debería haber obviado ese detalle, hace sonar todo más patético— se burló de sí misma, porque en realidad no quería transformar el momento en algo dramático. —El punto es qué, podría haber dicho desde un principio lo que quería. Era más sencillo que hacerme creer que estaba enamorado ¿no?— se encogió de hombros y se animó a percatarse de la expresión de Justin. Él la estaba escuchando. Con atención. Incluso vio destellos del niño que solía mirarla de ese modo cuando ella leía historias. A diferencia de que estaba contando una parte de su vida, algo que ni siquiera se lo había dicho a Clay, su amigo.

Justin elevó las cejas y habló convencido.

—Es un idiota. Y tú una tonta.

—Hey. Gracias por la parte que me toca— expresó algo enfadada.

—Sí, Lucy. No te puedes privar de estar con alguien más solo porque un imbécil jugó contigo. Encontrarás a alguien mejor— dijo y ella lo miró sin creerle. ¿Como podía estar tan seguro? Lucy no tenía tanta fe.

—No lo sé— rodó los ojos, esperaba los dados que Justin seguía sin entregar. —¿Como estás tan seguro?

—Eres buena persona— resumió. Lucy bajó la mirada con una minúscula sonrisa. ¿Esperaba oír algo más? Y entonces de pronto, él siguió. —Y eres hermosa.

La chica sintió que sus mejillas ardían como dos pequeñas bolas de fuego. Le gustaba lo que oía aún sin saber que responder, porque nadie nunca se lo dijo de aquel modo: tan sincero.

—Vamos Justin, dame los dados. Es mi turno— insistió cambiando radicalmente de tema y buscó tomarlos, pero el chico los cambió de mano y la hizo confundir.

—Aquí están. Toma— fingió que se los daría, pero la engañó una vez más.

—Justin— trató de sonar enojada, pero su sonrisa seguía ahí y no conseguía borrarla. Intentó arrebatarlos de su mano y lo que obtuvo fue que el chico cayera sobre la cama y ella, encima de él. Justin mantenía parte de su torso elevado al apoyarse en sus codos. Ambos reían bajo, todos dormían en la casa y cualquier carcajada estridente podría alertarlos.

—Con qué no planeas darte por vencida— murmuró Justin, que no le molestaba en absoluto estar de aquel modo. Ella seguía inmóvil, dispuesta a obtener lo que quería. —Aquí están. Ganaste— levantó una mano para mostrarle los dados y volvió a incorporarse, para no perder el equilibrio. —Pregunta lo que quieras— dio por sentado que Lucy planeaba indagar sobre algo.

—Estaba ahí hoy, en el colegio. Cuando hablabas con esa chica— sacó el tema, haciendo que cualquier tipo de risa quedara atrás.

—Jessica— murmuró.

—Sí, ella— confirmó. —¿Aún la amas?

—Realmente la amé— respondió sin titubear. —Pero no creo que lo nuestro pueda volver a funcionar.

Lucy comprendió y se echó hacia a un lado, acomodándose en la cama. No le molestaba que él estuviera ocupando el resto.

—Ya es tarde, ¿no crees? Deberíamos dormir— consideró que al día siguiente tenían colegio. La alarma sonaría en un par de horas.

—¿No estás echándome?

—Puedes quedarte. Sí quieres.

Lo miró con una pequeña sonrisa, comprendiendo que él no se movería. Extendió el brazo hasta alcanzar el interruptor del velador y lo apagó.

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Feliz cumpleaños @ChicaAnatomy (ayer me comentaste y dijiste que un capítulo sería un gran regalo, así que acá esta. Espero que lo hayas disfrutado) 😊❤️💖

Back to you ⇥ Justin Foley ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora