capítulo 38.

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«MONTY»

Bryce estaba molesto con él y todo era culpa de los idiotas que arruinaron sus planes. Tyler era uno de ellos y verlo regresar sacudió su furia. Estaba tan enojado: con Bryce por ser injusto con él después de todo lo que había hecho y con Tyler por simplemente regresar. Tenía el brazo roto, pero eso no era impedimento para hacer cualquier cosa, al contrario, le recordaba lo mucho que odiaba el mundo.

Seguido por algunos de sus compañeros, encontró a Tyler a solas, en el baño. Y como los golpes eran la única forma que conocía para resolver problemas, lo atacó. Lo tomó del cuello, lo empujó, golpeándolo hasta que sangró.

Hasta que por un minuto, algo se iluminó en su furia ciega. Tenía las manos manchadas con sangre y la respiración acelerada de tanto usar sus fuerzas. Por alguna razón, pensó en la única persona que lo había ayudado: Lucy.

<<Contrólate>> le había dicho algunos minutos atrás después de verlo salir alterado.

Ella lo miraba. Realmente lo veía. Le prestaba atención. Y se dio cuenta de lo mucho que lo odiaría si lo encontraba en aquella situación. Aprovechándose del más débil. Un puesto que cuando estaba en su casa, puertas adentro, le tocaba ocupar a él desde que tenía memoria. Su padre lo había golpeado tanto, hasta quebrarle un brazo.

Entonces sintió que sus manos temblaban y que ya no tenía valor, ni fuerzas para seguir con aquel ataque. Era un monstruo.

Tyler seguía tirado sobre el piso del baño y sus compañeros aún lo rodeaban, esperando sus ordenes. Pero Monty se retractó. Se alejó dando algunos pasos hacia atrás.

—Suficiente— murmuró dando aquella situación por acabada.

«JUSTIN»

—Bueno... Creo que mi mamá te dijo como consiguió la custodia para liberarte— mencionó Clay. Lainie acababa de alejarse dejándolos solos. Justin había quedado libre del correccional, al menos temporalmente.

—Sí, me lo explicó.

—El problema es que es solo temporal. Y como te falta un año para cumplir los 18, cuando termine, quedas a cargo del Estado.

—Si, la trabajadora social me lo dijo— no entendía porque Jensen lo repetía todo.

—Muy bien. Solo hay dos hogares en el condado a donde podrías ir. Además, no terminaste la escuela en Liberty. Y mis padres... Es decir, mis padres y yo...— Clay tomó un respiro y finalmente volvió a hablar. —Queremos ver si ellos pueden adoptarte— largó.

Para ser sincero, era lo que menos esperaba oír. Ni siquiera había sido posible imaginarlo. Lo observó un tanto confundido y empezó a reír, realmente no podía creerlo.

—Un momento. ¿Qué?— preguntó, tratando de confirmar si había oído bien.

—Adoptarte en nuestra familia— confirmó.

—¿Sería como tu hermano?

—Bueno, no sé la terminología, pero...

—¿Por qué me lo dices tú y no ellos?— volvió a indagar.

—Porque fue idea de ellos, en realidad. Al principio creí que era... una idiotez. Dejaron que decida yo, ya que fui el que te llevó a sus vidas— comentó sincero. —También se lo conté a Lucy y literalmente, dijo que le pareció lo mejor que había oído en años. Y... Quizá sea buena idea, así que...

Clay nombró a Lucy y por inercia, sonrió al recordarla. La extraña demasiado. Necesitaba volver a verla. La conocía y podía imaginar su felicidad, genuina. Fue entonces cuando una marea de recuerdos lo atravesó. Los buenos, los malos, todos. Había estado metido en un sitio tan oscuro, que le costaba asimilar que aún le quedaban buenas personas a su lado, dispuestas a darle otra oportunidad. Los Jensen le abrían no solo la puerta de una casa, sino de una verdadera familia. Le costaba entender que algo tan bueno como eso le tocaba. Creía que no lo merecía. Su emoción se materializó en lágrimas que dejó salir. Sonreía y lloraba.

Back to you ⇥ Justin Foley ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora