Capítulo Tres

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—Mi nombre es Kabuto Yakushi. Bienvenido a nuestro laboratorio, señor Uchiha.

Lo estaban jodiendo, ¿cierto?


Capítulo Tres: Sueños y Pesadillas


Por más de un año, Sakura estuvo a su lado en un viaje. Recordaba especialmente el momento en el que se tomaron la mano por primera vez, cuando Sakura le dijo que le amaba tanto que podría morir y él no tuvo más opción que admitir que era mutuo. Sasuke Uchiha había escuchado esa frase en el pasado, brotando de los labios de Sakura. La noche que abandonó Konoha, por ejemplo, ella le rogó que se quedara, pues lo amaba. También intentó ir con él, pero todos sabemos cómo terminó eso. Incluso las siguientes dos veces que Sakura le pidió acompañarlo, él siempre tuvo una respuesta negativa, aunque una de ellas fue mucho más violenta que la otra... oh, malos recuerdos para ambos, que era mejor alejar. Finalmente, cuando ella se le pegó para otro de sus viajes de redención, él no pudo hacer nada al respecto y, por fin, una noche estrellada, la pelirrosa le dijo—roja como un tomate— que le amaba con todo su corazón. Estaban a solas, frente al fuego después de la cena y, mientras él se mantenía con su capa, Sakura usaba una frazada para cubrirse. Lo miró fijo con sus ojos color jade y un sufrimiento asomándose en su expresión, ya que él no la miraba ni le respondía, aunque ella se había declarado en voz alta.

Si lo analizaba, ese día debió ser horrible para Sakura. Habían tenido un encuentro con unos ninjas rebeldes que se lanzaron al ataque, y ella se defendió a pesar de que él quiso protegerla. De algún modo, aquello había hecho enojar a Sasuke, pues la chica había terminado con algunas heridas envenenadas, pero no mostró dificultad en sanarse a sí misma, ni a él, que también tenía un rasguño en la mejilla. Ella estaba vivita y coleando, pululando a su alrededor con el orgullo a flor de piel, lo que le hizo merecedora de una riña bajo la furia del Uchiha, quien no estaba conforme con aquél resultado, no importando que estuvieran bien. "Eres una chica, déjame protegerte" no era su estilo, pero sí su costumbre. Sakura siempre había estado detrás de él, diciendo su nombre y adorándolo sin descanso. Por supuesto, él la había visto pelear y sabía que era apta, pero no había entendido una cruda realidad que, en un par de años de ausencia, se hizo clara: ella ya no era una chica débil que dependiera de él. Ahora ella podía patear traseros mientras él no miraba y, bueno, tenía que hacerse a la idea. Aunque sí le dijo que no fuera descuidada, no le dirigió la palabra hasta que decidió el sitio para su campamento y más tarde, durante la cena, le echó en cara su horrible sazón. A pesar de todo aquello, tomaban un té que ella no pudo arruinar—a pesar de la habilidad que tenía para hacerlo— cuando una estrella fugaz pasó por el cielo y su sonrisa fue activada de forma automática. Sakura bajó su té y unió las manos para pedir un deseo, en un proceso que el pelinegro observó tranquilamente, aunque desvió la mirada cuando ella terminó para que no se percatara de eso. Al final, la curiosidad pudo más que él y, en un absolutamente desinteresado tono de voz, le preguntó cuál era su deseo. Su rostro se enrojeció completamente de solo recordarlo, pero se armó de valor y se volvió a él, que ahora miraba al fuego de su hoguera. Lo siguiente que sucedió le hizo quedarse helado, pues no podía creer la seriedad en esa voz.

Te amo, Sasuke-kun.

El sonido de la madera quemándose era lo único que interrumpía el silencio, y la voluntad de la pelirrosa se fue perdiendo en su expresión, cada vez más decepcionada conforme pasaban los segundos. A Sasuke le tomó un par de minutos asimilar la veracidad de sus palabras. No se trataba de que lo dudara, ni nada parecido. En realidad, le parecía bastante lógico, lo encontraba inevitable. Él sabía desde hace años que ella sentía algo así por él y, aun así, había evadido el asunto desde que llegaron a la reconciliación. Sakura no era mala para él, sino todo lo contrario: él era un peligro para cualquier persona. Pero eso no le importaba a ella, ¿no? Él siempre había merecido su amor, él siempre había llevado su pasión a la cúspide. Si el interés de esa mujer decaía con los demás, con él solo se mantenía o aumentaba con el paso del tiempo, no importando lo que hiciera. Hubo un punto en el que Sakura se enfrentó a la realidad, pues tenía que matarlo, pero no pudo hacerlo porque lo amaba. Cuando Sasuke pensó todo eso—y mucho más— terminó riéndose bajo, en lo que concluyó como un acto de total humillación para ella. Una mujer diciendo sus sentimientos en voz alta hacia el hombre que ama, para que él solo comenzara a reírse después de casi tres minutos, sin dar respuesta alguna. Sentía que iba a llorar, y sus lágrimas no tardaron en llenarle los ojos junto a su dolor. ¿Por qué tenía él que ser así?

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