Capítulo Treintaiséis

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Oh, por Dios. Había sido una semana tan cansada, tan larga y pesada, que todos estaban hechos polvo. Sasuke había sido de mucha ayuda llevándoles comida para cada horario, aunque ellos lo echaban muy rápido de ahí para seguir con su trabajo. Así, cuando llegó el domingo, ellos se despertaron estando aun en el laboratorio y se despidieron para ir a casa a como pudieran. Shin, para su fortuna, era el que mejor había descansado en estos días, pues Sakura no se atrevía a exigirle tanto cuando él estaba aprendiendo lo básico todavía. Pero, en lo que respectaba a la pelirrosa y a Karin: ninguna podía mantener los ojos abiertos del todo. Quizá por eso ellas caminaron sosteniendo sus manos afuera del edificio. Ambas usaban jeans y unas hoodies deportivas, aunque de distintos colores. La de Karin era negra, de una marca deportiva. La de Sakura era gris, con el logo de la universidad y algo holgada para su talla. Mientras la pelirroja llevaba el cabello en una coleta, Sakura tenía un moño de cabello alborotado alto y muy desaliñado. Estaba claro que ninguna de las dos estaba en condiciones de volver a casa por cuenta propia, así como el simple hecho de tomar el metro parecía peligroso. Luego, la chica Haruno se preguntó si debían pedir un taxi, pero era probable que ellas se quedaran dormidas a mitad del viaje y, bueno, eso iba a ser una molestia. Fue entonces, mientras más cerca estaban del estacionamiento, que ella se dio cuenta de que había alguien ahí que no pertenecía ni al personal ni al alumnado de esta parte de la universidad y, sin poder controlarlo, se le dibujó una sonrisa.

—Ustedes necesitan un baño y una cama... aunque no estoy seguro de que sea buena idea que lo tengan en ese orden —dijo él, mientras las veía, alzando las cejas—. Por un momento pensé en traerles café, pero qué bueno que no lo hice.

—S-Ssaaaaaasukeeee —lloriqueó, Karin, antes de soltar a Sakura y apresurarse a taclear a su amigo, que estaba recargado sobre el cofre de su auto—. Viniste a salvarnos...

—Wow, cuidado —admiró él, aunque la recibió en su pecho, alzando el brazo para acunarla de forma un poco protectora después. Ella se apoyó cómodamente y cerró sus ojos, así que él buscó a la pelirrosa con su mirada, esperando que eso no fuera malo—. Tú también pareces necesitar dormir un poco, Sakura.

—Necesito dormir mucho —contestó ella, de pie frente a él, aunque se le cerraban los ojos—. ¿Qué haces aquí?

—Karin me dijo que terminarían su trabajo hoy —se encogió de hombros—. Pensé que estarían muy cansadas, así que decidí venir por ustedes y llevarlas a casa. Aunque, mientras más las veo, más seguro estoy de que ustedes dos necesitan supervisión de un adulto, así que quizá deba llevarlas a un sitio donde pueda cuidarlas a ambas.

—Mi casa está bien —dijo Sakura.

—No lo creo —respondió, Sasuke, antes de mover a Karin por el hombro—. Conozco mejor mi casa y la de Karin, aunque no creo que ella pueda encontrar las llaves justo ahora... en fin. Ustedes pueden compartir mi cama, así que las llevaré allá.

—Oh, no podría —aseguró, ella—. Naruto está muy molesto y, bueno, tú sabes...

—Naruto salió con la familia de Hinata y no volverá hasta mañana, así que está bien si ustedes se quedan por hoy, al menos. Como sea, es conmigo con quien tiene un problema, ¿sabes?

—De todas formas...

—En algún momento tendrás que enfrentarlo —dijo, Karin, despertándose de repente—. Pero, por Dios, ¿qué hacemos aquí? Vámonos de una vez, ¿quieren? —sacudió sus manos, antes de moverse y subirse en el asiento trasero, para tirarse ahí a recostarse. Sasuke se rio ante su desfachatez.

—Vamos —insistió, para volverse hacia Sakura—. Les haré algo para comer al medio día, y también la cena —extendió su mano hasta tomar la de ella, para atraerla a él.

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