Capítulo Dos

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—¿Qué te parece, papá? —la sonrisa de la pelinegra era, sin lugar a dudas, uno de los grandes tesoros de Sasuke Uchiha. Ella estaba ahí, había vuelto tras su viaje, y ahora le mostraba su nuevo hogar—. ¿Qué opinas?

—Parece apropiado para ustedes dos —contesto entonces él—. Puedo imaginar la vida que tienen por delante.

—Lo sé. Pienso que a mamá le encantaría —su cabello largo le recordaba un poco a los tiempos de su niñez, y su rostro reflejaba el recuerdo de la mujer más importante de sus vidas. Ella había obtenido muchas características Uchiha, pero tenía la complexión y las facciones que Sakura poseía a su misma edad. Era la encarnación perfecta de un equilibrio entre ambos—. Pero no me imagino que vengas solo a ver nuestra casa, escuché que tienes un viaje.

—Así es. Es algo que he estado esperando por un largo tiempo, pero quise esperar a que volvieras, antes de irme, Sarada —sus ojos analizaron la habitación una vez más, antes de que una sonrisa se sentara en sus labios—. Vine a despedirme, al fin.

—¿Cuánto tiempo piensas irte, papá? —preguntó ella, de forma distraída, mientras servía un poco de té y lo ponía frente a su padre.

—No pienso regresar.

El cuerpo de su hija se quedó estático apenas escuchó aquellas palabras, y un silencio sepulcral se apoderó de la casa completa. Después de su viaje de luna de miel, la pareja había terminado su casa, y ahora su esposo estaba ocupado con unos entrenamientos, así que no había forma de que interviniera en ningún momento para salvar a cualquiera de los Uchiha. Sasuke no parecía estar dispuesto a mirar a la mujer que había criado, pues probablemente era consciente de que ella tendría la capacidad de hacerlo cambiar de parecer. Por otro lado, Sarada había estado preocupada durante mucho tiempo por su padre. Cometió el error de pensar que él ya habría superado la muerte de Sakura después de tantos años, pero el recuerdo de su madre parecía un alma en pena aferrada a su padre. Ella no la culpaba, por supuesto. Sabía que la pelirrosa se había ido en paz, había lamentado no poder quedarse más tiempo, pero jamás los habría amarrado a un adiós doloroso. Sin embargo, Sasuke se había aferrado a su memoria, aun cuando no hablara de ella todo el tiempo. Estaba empeñado en mantenerla viva en su corazón, y lo admiraba, pero eso lo había destruido en silencio. Como siempre, él había ocultado sus emociones más fuertes, hasta el día de hoy.

—La única razón por la que me quedé todo este tiempo, fue protegerte —él fue quien rompió el silencio—. Eres lo único que queda en este mundo que representa nuestro legado, y ahora eres la esposa de un hombre que yo mismo forjé. Estoy muy orgulloso del resultado.

—Tenemos una vida por delante —respondió ella—. Podrías ser un gran abuelo, algún día.

—Ansío ese momento, pero no es suficiente para mí ahora. Espero que no malinterpretes mis palabras, pues yo te amo más que a nadie en este mundo —apoyó su mano en la mesa, para después ponerse de pie—. Ahora tienes a alguien que te ama tanto como yo lo hago, y si su matrimonio es fuerte, eso es porque tú sientes por él lo mismo que yo por tu madre —un escalofrío recorrió el cuerpo de la pelinegra—. Debes imaginar lo desesperado que estoy por reunirme con ella.

—¡Papá, no hagas esto! ¡El mundo perdería una parte muy importante! Eres el mejor hombre que...

—Una vez fui un traidor —interrumpió—, pero tu madre y Naruto hicieron todo lo posible por recuperarme. Naruto me convenció de perdonarme a mí mismo para volver, y tu madre me hizo un buen hombre cuando se casó conmigo. Así, el día que Sakura murió en mi abrazo, en una cama de hospital, fue el día que me volví un ser horripilante. Ella fue mi luz, y tú te convertiste en el ancla que me mantuvo cuerdo, pero ya no tengo que preocuparme por tu bienestar.

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