Orochimaru había nacido con un particular interés por la ciencia, algo que uno no suele ver en los niños de su edad, ni de sus recursos. Si algo tenían en común él y su subordinado, eso era que ambos carecían de una familia, viviendo en hogares adoptivos toda su vida, cuestión que—de una forma u otra— los había encaminado al mundo de la medicina. Definitivamente, ese era el motivo principal para que él le tomara valor y decidiera orientarlo, cuando se conocieron en el primer año de curso de Kabuto. Lo moldeó en silencio, descubriendo que tenía una parte ya estudiada, y lo hizo ser una revelación. Por su lado, él fue siempre un erudito aclamado, que superó rápidamente a sus maestros y se independizó de los ideales comunes. Tomó la fortuna de varias personas para hacer su carrera, amasándola hasta tener una propia, y desarrolló sus laboratorios en ese hospital privado, como un método para generar ingresos mientras hacía sus investigaciones. Era un hombre que se dedicaba a todos los aspectos de la ciencia, buscando que escuelas de alto rango le ofrecieran laboratorios y estudiantes destacados como su personal. Todos admiraban su trabajo, y creían que él hacía lo que hacía a favor de su país, a favor de la humanidad. Ellos no tenían idea...
—Por favor —la sensata voz de Sakura detuvo cualquier emoción descarriada en la habitación, lo que terminó por llamar la atención de Orochimaru—, no diga cosas innecesarias que no pertenecen a esta vida, doctor.
—Cuando las vi entrar, supuse de inmediato cuál de ustedes dos es la novia de Kabuto —empezó él, a modo de respuesta—. Es usted tempestuosa, señora Uchiha.
—Señorita —corrigió—, y mi apellido es Haruno.
—Es una sorpresa —se rio, complacido, al escucharle—. Es usted mucho más fuerte de lo que solía ser en ese entonces, cuando nos encontramos por primera vez.
—Basta de rodeos, Orochimaru —con total falta de respeto, la voz de Sasuke hizo acto de presencia en un tono agresivo al que estaba acostumbrado, tratándose de él—. Venimos por respuestas, así que debes decirnos todo lo que sabes.
—Eres como cuando estábamos juntos, Sasuke-kun —admiró, sonriente—. Pero nunca te habría tomado tanto tiempo el tomar fuerzas para hablar. ¿Te intimida tu mujer?
—¡Lord Orochimaru! —Karin lo interrumpió en un reclamo—. Por favor... —por algún motivo, él guardó silencio ante la pelirroja. Se cruzó de brazos en silencio, la admiró de vuelta y fue víctima de un sentimiento extraño, que le llevó a obedecer.
—¿Qué necesitan de mí?
—Respuestas —insistió Sasuke.
—Queremos entender la situación en la que estamos —explicó, entonces, Karin—. Cualquier información que pueda darnos, de momento, estará bien. Nosotros nos encargaremos de atar cabos, de terminar con esto.
Capítulo Dieciséis: Yuki-Onna
El momento en el que Sakura Haruno abrió los ojos, la habitación había cambiado rotundamente, así que ya no parecía un dormitorio abandonado al que la habían metido para un tratamiento médico, la noche anterior. Podía entender, por su propia somnolencia, que debía haberse quedado dormida en algún momento, después de que aquellos dos se fueron de su lado. Ahora, parecía todo un poco más iluminado, como si no quisieran que se notara que se encontraban en una guarida secreta de Orochimaru. Apenas ahora se daba cuenta de que Karin la había sedado, para que el dolor del parto no continuara haciendo estragos en su cuerpo, en ese momento estaba pasando el efecto de la medicina, así que los estaba buscando con la mirada. Lo primero que descubrió es que Karin debió haberla cambiado con mucho cuidado, así como sustituido—en medida de lo posible— las sábanas, por unas que estuvieran limpias. Ella estaba reposando sobre la cama, mientras percibía un poco de movimiento con dificultad, fuera de su campo de visión. Le tomó un par de segundos girar el rostro, algo drogada aun, para encontrar dos figuras adultas dándole la espalda, conversando entre sí, mientras estaban frente a un mueble que fungía el papel de cunero. No tenía idea de cómo habían conseguido ponerle adornos, y estaba muy segura de que ella no había pasado tanto tiempo dormida. Además, a su izquierda descubrió un florero, donde al menos media docena de lirios la esperaban para ser admirados.
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Eternally
FanfictionEstaba preparado, sabía que sucedería tarde o temprano y, a pesar de todo, no soportó perderla a ella. Así, Sasuke pudo conseguir lo único que pedía en su vida: volver a ver a Sakura. Sin embargo, nadie imaginaría lo que sucedería una vez sus vidas...