Sakura está siempre llorando por ti...
Su cuerpo se levantó tan temprano a causa de su pesadilla, que se mareó apenas abrió los ojos, viéndose obligado a apoyar la palma de su mano derecha sobre la cama. Le tomó un par de minutos recuperar el aliento, y aun así le dolió un poco el pecho. Tenía la visión borrosa, jadeaba, su mano derecha había terminado apretando su camisa sobre el sitio del corazón, con los párpados entrecerrados y una mueca surcando su rostro. Estaba inclinado hacia el frente y, poco a poco, consiguió que el oxígeno entrara en sus pulmones. Respiraba sobre las sábanas, cerrando sus ojos, soltándose la ropa, deslizando esa mano hasta su ojo izquierdo. Era probable que él nunca hubiese sentido una sensación como esa, en la que le parecía que las habilidades que había heredado no eran más que una maldición tras otra. Había hecho algo abusando de ese poder, algo por lo que—le parecía— tendría que pagar un gran precio. Al principio, pensaba que podría manejar la situación. Él había acomodado las cosas para que estas circunstancias se dieran, de forma indirecta. Por lo tanto, debería tener influencia sobre lo que iba a pasar en este mundo y, viéndolo muy fácil, apostó por su victoria a la vuelta de la esquina, más fácil que la vez anterior. Sin embargo, él nunca se imaginó que sus actos tendrían consecuencias graves, como forzar a que Sakura sintiera un dolor como el que alguna vez él sufrió. Por otro lado, estaba la pena de no acompañarla durante todo ese tiempo. ¿Y si—de alguna forma— el alma de Sakura le culpaba de todo? Eso justificaría perfectamente el rechazo que le tenía, la decisión de estar con un hombre que no fuera él, el no enamorarse inmediatamente, ¿no? ¡Era la pieza que hacía falta! Pero no era suficiente para que él se sintiera mejor, odiando por completo los límites que superó gracias a sus conocimientos, su herencia, sus capacidades. No tuvo respeto por la vida, ni por la muerte. Por lo tanto, el destino decidió quitarle lo único que él presumía tener: control.
Después de un rato, se percató de que se estaba cubriendo el ojo donde debería encontrarse el rinnegan. Le dolía la vista, pero le sorprendió el descubrirse haciendo eso precisamente, así que apartó su mano, tan solo para descubrir que estaba usando la derecha. Pensó, entonces, que lo natural era usar la mano izquierda, pero desde que despertó no la había movido en lo absoluto. En ese preciso instante, con un poco de temor, llevó su mirada a la extremidad en cuestión, para descubrir que se encontraba ahí, intacta. De cualquier forma, se vio en la necesidad de mover sus dedos acalambrados, pues no podía dejar de dudar. Al final, concluyó que se trataba de un efecto secundario de su pesadilla: el recuerdo de la pelea en la que Sakura quedó incapacitada. Aún era una kunoichi de élite en ese momento, podía pelear a la perfección, poseía agilidad. Sin embargo, un ninja salió de la nada y selló con sus dedos su chakra. La técnica le recordó, en su momento, a aquella de los Hyuga. Sin embargo, ni siquiera ellos fueron capaces de destruir la técnica y, cuando descubrieron qué era en realidad—un sello minúsculo en puntos de presión—, no tuvieron tiempo para descifrar la forma de deshacerlo. Sakura lo habría solucionado en un santiamén, pensaba. En cualquier caso, su pesadilla poco tuvo que ver con la hospitalización de Sakura, o el fracaso de su tratamiento. Aquella noche, Sasuke soñó con los golpes que acribillaron el cuerpo de su mujer, robándole el aliento y dejándola sin consciencia, cayendo sola al vacío, donde nadie pudo atraparla.
Capítulo Cuatro: Locus de Control
Una semana pasó desde aquella pesadilla, y el domingo había vuelto a presentarse. Septiembre terminó en ese tiempo, y ahora estaban a principios de octubre. Los últimos siete días habían sido, para Sasuke, una tortura. No hubo un solo día en el que él no se reprochara los últimos veinte años, y lo que había hecho antes de eso. Tampoco hubo testigos de su castigo personal, excepto por un rubio y una pelirroja, que resultaban ser primos lejanos. Como era su mala costumbre, se aseguró de mantener ese sufrimiento en su persona, aislado de los demás, pero no era posible que engañara a las dos personas que mejor le conocían—fuera del círculo familiar—. Karin no se llamaba a sí misma su mejor amiga, pero estaba tan presente en su día a día que conocía cada comportamiento del pelinegro. Naruto, por otro lado, le conocía desde la escuela elemental, así que no había forma de que le engañara. La frialdad de ese moreno se mantenía a la altura, pero había algo a su alrededor que les hacía observarlo detenidamente.
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Eternally
FanfictionEstaba preparado, sabía que sucedería tarde o temprano y, a pesar de todo, no soportó perderla a ella. Así, Sasuke pudo conseguir lo único que pedía en su vida: volver a ver a Sakura. Sin embargo, nadie imaginaría lo que sucedería una vez sus vidas...