Capítulo Cuarentaicuatro

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Sakura tenía razón. Había un plan corriendo para ese día, solo por ella. Sasuke se había levantado desde muy temprano y había faltado a clases con tal de tener todo preparado. Había tomado la caja de madera que su padre le había entregado, y aunque usaba jeans había escogido un blazer para colocar esa sorpresa en su bolsa interior. Juntos habían acordado que el grupo de Karin, Sai e Ino traerían tantas cosas para que él pudiera tener un momento a solas con Sakura, hasta que se pusiera de rodillas ante la pelirrosa. Era cierto, quizá estaba yendo demasiado rápido, pero ¿cuán rápido podía ser si ellos ya se habían casado una vez? ¿cuán rápido era si estaban ansiosos por amarse eternamente y tener a su hija entre sus brazos? Estaba bien, no importaba. Sakura le diría que sí, y él lo sabía. Podrían tener una boda a finales de año, y después ocuparse de lo demás. Tendrían tiempo para romper la maldición, tendrían tiempo para recuperarlo todo. Iban a estar juntos, finalmente, y él haría las cosas bien, como lo había prometido. Así que Sasuke Uchiha llegó al parque de Ueno, caminó hacia el sitio que habían reservado sin que alguien lo supiera—por un grupo que se fue justo cuando los chicos llegaron— y la miró desde lejos, tan hermosa, usando un vestido blanco como habían acordado. Sakura estaba ahí, a unos metros de distancia, sola. Estaba esperando a que el destino tomara las riendas de su vida, pero no lo había visto, estando muy distraída en los pensamientos de ese día. Así que, se le ocurrió, la asustaría al alzarla en sus brazos y luego la besaría, sin importar que tuvieran público.

Pero alguien más se le adelantó.

Sasuke tuvo que detenerse, incrédulo, al reconocer a ese hombre. Se quedó congelado, en su lugar, y presenció un beso que le ocasionaría un dolor en el pecho. En el pasado, él probablemente habría recurrido a la violencia, pero ahora no iba a hacerlo. Estaba demasiado sorprendido para eso y, en todo caso, no pudo moverse. Lo siguiente que pasó fue que Sakura se separó de él tan pronto como se dio cuenta de quién era y, según como se veía, estaba tan impresionada como lo estaba el Uchiha, a unos metros de distancia. Pero, había tanta gente ahí, que él no pudo escuchar las palabras que ellos intercambiaron y, en lugar de eso, los miró hablar. Era obvio que ella estaba analizando la situación, pero Kabuto Yakushi no parecía entenderlo del todo, a pesar de que la pelirrosa estaba atónita de verle tan repentinamente. Sin embargo, y contrario a los deseos que el corazón de Sasuke se moría por gritar, ella no mostró resistencia y terminó por recibir un abrazo del albino, al cual ella misma correspondió. Entonces, la cajita de madera que guardaba un anillo de compromiso en su interior se volvió demasiado pesada, y el aire alrededor del pelinegro pareció volverse más denso, difícil de respirar. Se le ocurrió que debía irse, que estaba sobrando en ese lugar, así que miró a su alrededor para buscar un punto al cual correr, pues había perdido el sentido de la orientación, pero...

—¡Señor Uchiha! —fue el doctor quien lo descubrió, mientras aún tenía a Sakura en su abrazo, y lo llamó en un grito tan evidente que él no tuvo oportunidad de ignorarlo. Además, ella dio un respingo y se separó de él, para buscarlo con su mirada—. ¡Estamos aquí! Intuyo que es uno de tus invitados, ¿no es así, Sakura?

—S... sí —respondió ella, arrepentida. Sasuke los había visto, y su mirada era sincera.

Eso sí que era incómodo. La tarde transcurrió con todos dándose cuenta de la terrible situación, mientras Kabuto se unía a su festejo. Aparentemente, él había llegado al laboratorio esperando encontrarla, pero Shin le había indicado que Sakura celebraría su cumpleaños en el parque de Ueno con sus amigos. Así, el doctor no se contuvo y llegó antes que los chicos, así que fue sobre ella en cuanto la vio. A pesar de lo extraño que resultaba que esos tres estuvieran ahí, como si nada, todos sus amigos se esforzaron por aligerar la situación, hasta que Naruto llegó y casi le da algo cuando se percató de quién los acompañaba. Sasuke tuvo que hacerle un gesto para que mantuviera la calma y, bueno, aquello probablemente solo fue divertido para el hombre que contaba las experiencias increíbles que tuvo en Norte América, junto al padre de Sakura. De cualquier forma, excepto por aquél atrevido beso que le dio en el principio, no tuvieron ninguna otra muestra de afecto más adelante, sin importar que estaban sentados uno al lado del otro, con Sasuke Uchiha al frente. La mirada verde de ella dejaba en evidencia una súplica por perdón hacia el hombre que parecía herido, y lo entendía, pero se esforzaba por no sentir tan forzado el día, mientras tomaba un poco del té que Hinata había traído con ella.

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