Capítulo Cuarentaitrés

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—Básicamente —empezó Itachi, una vez que se sentó en la sala y Sakura le sirvió un café. De algún modo, este cuadro le parecía algo familiar. Excepto porque Sasuke no estaba en la habitación, en aquella ocasión—, todo se ha remontado a figuras poderosas relacionadas con la muerte que, según lo que hemos entendido, es quien los maldijo, en primer lugar.

—Aunque no tenemos certeza exacta sobre la maldición —agregó, Sakura, exasperada.

—Bueno, el otro día estaba haciendo espacio en mi departamento, cuando encontré algunas cajas con cosas de la universidad —explicó—. Encontré las fotos de un verano, cuando fui con mi grupo de leyes en un viaje a Ise.

—Recuerdo ese verano —comentó, el menor—. Nuestro padre estaba en desacuerdo porque no estarías para el O-Bon de nuestro hogar, pero recuerdo que decidió perdonarte.

—Eso es porque yo fui al O-Bon de Ise, en el Gran Santuario —Sakura alzó una ceja—. El evento ahí es gigantesco, pero lo más notable es que tuvimos oportunidad de visitar el santuario desde un tiempo previo al evento, lo que también nos dio la libertad de informarnos en un pequeño tour sobre las distintas partes del santuario y sus deidades.

—Debe haber sido largo, considerando que es el santuario más importante de la religión —comentó, Sakura, ante lo que Itachi asintió.

—Exacto —se encogió de hombros—. En ese momento yo no tenía recuerdos, así que la información fue interesante, pero sin importancia. Sin embargo, con el reporte que ustedes nos dieron el otro día y la casualidad de las fotos, no pude evitar recordar que existe un pequeño santuario en una de las ramas del Gran Santuario.

—Aquí es donde te pones más específico —exigió, Sasuke.

—Hay un complejo subordinado al Gran Santuario, el Tsukuyomi-no-Miya —dijo, después de rodar los ojos a su hermanito—. Entre los santuarios en el complejo, se encuentra el Izanami-no-Miya, dedicado a ella: una diosa de creación y muerte.

—Y, ¿qué relevancia tiene eso? —preguntó, Sasuke, con una ceja alzada.

—¡Toda la relevancia! —exclamó, Sakura—. Tú sabes, lo que te dije antes, Sasuke-kun... si queremos entrar en contacto con quien nos maldijo, entonces tenemos que propiciarlo todo —le explicó.

—Tiene lógica que morir sea suficiente para invocar a la muerte —soltó, el muchacho, con una expresión muy poco amigable. Ante esas palabras, Itachi alzó sus cejas, contrariado—. Ah, ¿no te lo dijo? Sakura y Orochimaru creen que podrán charlar con nuestra gran amiga, "La Parca", y ver cómo solucionar nuestro dilema. Lo único estúpido de su plan es la parte de morir.

—Básicamente, suicidio —murmuró, el mayor. Sakura suspiró, devolviéndole la mala mirada.

—No es así, y lo sabes bien —gruñó, la pelirrosa—. Pero creemos que será posible. En todo caso, creo que lo que nos dijiste es importante —afirmó, mirando a su "cuñado" a los ojos—. Lo que, es más, estoy segura de que nos diste más información de la que crees: es necesario que visitemos el templo, y tenemos que hacerlo en las mismas fechas que lo hiciste tú.

—¿El verano? —preguntó, confundido. Sakura asintió.

—El O-Bon, para ser precisos —se encogió de hombros—. Un festival para los fallecidos en el santuario de la deidad que se relaciona a la muerte. Va a ser todo un evento, ¿no crees? Si Izanami o "La Parca" no están ahí, entonces no sé en dónde más podrían estar.


Capítulo Cuarentaitrés: La calma previa


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