Capítulo Doce

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Por aquél tiempo, Konoha entró en movimiento de inmediato. Sarada informó al primer ninja que encontró, y no demoraron en salir a la búsqueda de Sasuke Uchiha. Él era consciente de que, si dejaba a Sarada despierta, ella haría algo como esto. Sin embargo, a pesar de que tuvo la oportunidad de hacerlo, no se atrevió a dejarla inconsciente de la misma forma en la que había hecho con Sakura el día que abandonó la aldea. En lugar de eso, sonrió nostálgico ante la confesión de amor de esa noche y le dolió el corazón de imaginar cómo se sintió su mujer en ese momento. Fue así que abrazó a su hija, aspiró el aroma de su cabellera y le dijo que la amaba más que a nadie en este mundo. Al soltarla, ella tenía manos y piernas atadas, dándole la oportunidad perfecta para huir. Claro, ella era habilidosa, así que no tardaría en liberarse. El tiempo que ella le diera, él iba a aprovecharlo para poder escapar del alcance de los ninjas de Konoha. Buscó un lugar aislado, aunque hubiese preferido hacerlo en muchos lugares que no fueran el bosque de la muerte. Lugares como la tumba de su mujer, el sitio en el que se casaron, donde se dieron su primer beso, la consumación de su matrimonio, donde nació Sarada... e inesperadamente, estaba frente a ese árbol, donde Sakura los arrastró a él y a Naruto, donde ella peleó para mantenerlos a salvo. Donde la marca de maldición de activó por primera vez.

—¡Sasuke! —sus memorias fueron interrumpidas por una voz femenina.

—No sabía que estabas en Konoha —admiró él, mirándole sobre su hombro—. De haberlo sabido, me habría tomado mi tiempo para actuar. Sin embargo, no puedo decir que sea del todo una desgracia que se trate de ti, Karin. Aunque es una sorpresa que vengas por tu cuenta.

—Sasuke, no conozco los detalles —empezó ella, moviendo su mano con precaución a tomar uno de sus kunai—, pero escuché que es por Sakura. ¿Es eso cierto?

—Es cierto —no tenía nada que ocultar—. Es por Sakura.

—¿Y tú piensas que ella estaría contenta de saber que te quitaste la vida para estar con ella? Es como si no la conocieras, Sasuke...

—Supongo que no te encontraste a Sarada de camino para acá.

—¡Precisamente por Sarada es que no debes hacerlo! ¿Qué será de tu hija si no tiene a ninguno de sus padres, Sasuke? ¿Es que no lo pensaste? —ella sacó su arma, preparándose para pelear—. Si haces eso, vas a destruirla por completo.

—Le prometí a Sakura que me quedaría hasta que estuviera con el hombre que amara —se giró con cuidado, alzando su mano en muestra de paz—, eso ya ha sucedido.

—Ni siquiera Boruto podrá llenar el vacío que vas a dejarle...

—Sakura llenó el vacío de un clan —un escalofrío recorrió a la pelirroja cuando miró la sonrisa en los labios del moreno—. Por lo que sé, si ese mocoso es el hijo de ese idiota, entonces él va a poder hacer que mi hija supere lo que sea.

—Estás siendo egoísta —acusó.

—Lo sé.

—¡Y un imbécil!

—Soy consciente de ello.

—Sasuke, no vamos a dejar que hagas esto... por Sarada. Por Sakura: vamos a detenerte, así que facilita nuestro trabajo y ríndete.

—Entonces puedo encargártela, Karin.

—¿Qué dices?

—Cuida a nuestra hija.

Él desapareció. En un instante, Sasuke Uchiha ya no estaba en el campo de visión de Karin. De esa forma, ella no se contuvo de volverse a ver a sus costados, girarse en su eje con la guardia en alto, levantar la mirada. De alguna forma, no podía sentirlo. Sasuke había llegado a un punto en el que ni siquiera ella era capaz de rastrearlo, así que... ¿genjutsu?

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