—Sasuke-kun.
La voz de Sakura, como un eco lejano, llegó a sus oídos. Estaba durmiendo pacíficamente, como pocas veces tenía la oportunidad de hacerlo. Desde el momento en que abandonó Konoha cuando era un niño, se le dificultaba dormir con tranquilidad. Sus noches eran perturbadoras antes, con los recuerdos de su clan siendo masacrado. Eventualmente, esa pesadilla recurrente se convirtió en un terror por perder a sus amigos, el imaginarse su hogar devastado al volver de su viaje de redención, no llegar a tiempo. Cuando se dio cuenta, su mayor terror era perder a Sakura, así que volvió a la aldea tan pronto como pudo para encontrarla—aunque nunca lo admitió—. Se mostró renuente a aceptar su compañía en el próximo viaje, pero ella se le pegó con insistencia y ya no podía hacer nada al respecto. Estaba perdidamente enamorado de ella, como ella lo estaba de él. Ese viaje era su matrimonio, su dulce luna de miel, su noche de bodas, su familia. Así que ahora, al menos, podía tener su vida al alcance de su mano, durmiendo a su lado. Aun así, siempre iba con la guardia alta cuando estaban viajando, pero las últimas semanas había convencido a Sakura de quedarse en un lugar donde no les molestaran, donde nadie se atreviera a atacarlos... en realidad, donde nadie podría encontrarlos.
—Ah... Cariño. Despierta.
—Sakura —su voz, grave y adormilada, tan solo brotó en un acto que era un reflejo, pues ni siquiera estaba del todo despierto—, vuelve a dormir.
Una guarida de Orochimaru les había acogido, mientras que su dueño estaba en alguna otra parte en medio de algún experimento. Sus viajes eran constantes, pero, en esta ocasión, había tenido la delicadeza—y atención— de indicarle a Karin que se quedara para atender las necesidades de la pareja. Les dio una habitación, una cama digna de un matrimonio, una vida que se parecía a lo que una pareja normal experimentaba en su vida conyugal, aunque un poco lejano por el contexto de las mazmorras en las que vivían. Por supuesto, para Sasuke habría sido ideal que su mujer no fuera tan terca, que ella accediera a volver a Konoha dos meses atrás, pero no se había casado con una mujer tan fácil de convencer. En lugar de ello, Sakura Haruno—ahora Uchiha— no solo se le había amarrado y aferrado, sino que también había pataleado y llorado como una criatura infantil para poder quedarse con él. No tuvo más opción que aceptar, aunque terminó decidiendo pedir ayuda de esas personas. O eso fingió, pero tanto el sannin como la pelirroja sabían a la perfección que el apoyo que estaba solicitando era el de la chica, la única que podría hacer algo si tenían una verdadera emergencia. Por eso estaban ahí: por Karin. El poder dormir tranquilamente era solo un extra. Aunque no estaba tan tranquilo, porque Sakura insistía en interrumpir su sueño.
—Cariño...
—Shh.
—Sasuke-kun, por favor.
—Duerme...
—¡SASUKE-KUN! —su voz amorosa se transformó en un instante en algo monstruoso, mientras que la mano de Sakura le apretó el hombro con tanta fuerza que él pensó que iba a dislocárselo. Abrió los ojos exaltado y sostuvo la muñeca de su mujer, tan solo para descubrir su rostro padeciendo.
—¿Sakura? —ella estaba sentada, con la sábana cubriendo sus piernas, pero su mano izquierda reposando sobre su vientre, meciéndose—. ¿Qué pasa? —se levantó en un instante.
—Ya viene —la voz de la pelirrosa fue un quejido por sí mismo, llevando ahora ambas manos a su barriga inflada. La cama estaba mojada, y él ni siquiera lo había notado, así como había pasado por alto la voz jadeante de su esposa—. Cariño, es hora —ese anuncio lo hizo dar un respingo.
—¡Iré por Karin! —exclamó, disponiéndose a correr, excepto por el hecho de que Sakura tomó su manga larga y lo atrajo de vuelta a la cama.
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Eternally
FanfictionEstaba preparado, sabía que sucedería tarde o temprano y, a pesar de todo, no soportó perderla a ella. Así, Sasuke pudo conseguir lo único que pedía en su vida: volver a ver a Sakura. Sin embargo, nadie imaginaría lo que sucedería una vez sus vidas...