Con el humilde propósito de ahondar en una investigación en la que Sasuke Uchiha no sentía ni un poco de confianza, él se autoinvitó a ser partícipe. Orochimaru, que se vio ocupado por sus labores como médico, accedió fácilmente a cederle su espacio en la misma—no era que Sasuke siguiera siendo el objeto de su atención, claro que no—, lo que obligó a que la averiguación se mudara al hogar de la pelirrosa. La casa de Sasuke era una zona de peligro, con Naruto indagando por ahí, sin olvidar que ellos preferían ser los únicos concentrados en descubrir cómo desactivar la maldición sin provocar efectos secundarios a sus seres queridos. Por ende, esto significaba que el pelinegro se había estado quedando a dormir en la casa de Sakura, básicamente viviendo con ella los últimos días. Su desaparición no era motivo de duda en un fin de semana, pero al llegar el lunes su mejor amigo comenzó a hacer preguntas sobre su paradero—pues solo lo veía cuando él iba a ducharse y por algo de ropa, cada par de días—. De ese modo, por más que quisieran evitarlo los dos, para Sakura se hizo claro que no había necesidad de esforzarse cuando él ya sabía lo que estaba sucediendo. De esa forma, el martes le hicieron una invitación a la casa de Sakura, algo que aparentemente él no podía rehusar y, luego de pasar por un poco de comida rápida, Naruto Uzumaki tocó a la puerta para ser atendido por su amiga.
—Qué bueno que llegaste —dijo, Sakura, con una sonrisa. Inmediatamente se hizo a un lado para que él pudiera pasar—. Sasuke está en mi estudio.
—¿Tienes un estudio? —admiró, el rubio.
—Bueno, me sobraba una habitación que se volvió innecesaria cuando papá se fue —se encogió de hombros—. Hay un sofá cama que nadie está ocupando, considerando que Sasuke duerme en la sala desde la semana pasada.
—Los primeros días, él volvía tarde —mencionó, el rubio—. Desde el fin de semana, no se dignó a presentarse, excepto por ropa. ¿Qué es lo que están haciendo? Creí que estabas molesta.
—Lo estuve, al principio —se encogió de hombros—. Pero se volvió muy claro que no podía hacer nada de esto sin él. Además, él no me dejaría —bufó—. Por otro lado, Naruto: aunque estoy muy agradecida por todo tu apoyo, y me halaga que hayas decidido estar de mi lado en lugar del suyo, cada vez parece que hay menos motivos para que él y yo peleemos.
—¿A qué te refieres?
—Lo amo —el chico dio un respingo, sorprendido por sus palabras—, es un hecho irrefutable con el que nunca podré luchar, así como no veo objeto en intentar ocultar lo evidente. Es decir, no se lo he dicho de forma directa, pero es obvio —suspiró—. Hay algo inherente, más allá de nuestros deseos, que no permitirá que esto cambie.
—¿Cómo es eso posible?
—Bueno, el motivo por el que decidí que debías estar aquí y ver esto es, básicamente, porque estamos más cerca de entender lo que sucede —le sonrió—. Resulta que, para nuestra sorpresa, nada de esto comenzó con nosotros.
—Cuando dices nosotros...
—Hablo de los tres —se rio—. Resulta que no somos el epicentro de nuestros propios problemas.
—No te entiendo...
—Lo sé, así estábamos nosotros —prosiguió, mientras lo encaminaba a una puerta junto a su habitación que, al abrirla, tenía en su interior a Itachi y a Karin, sentados en el sofá frente a un pizarrón blanco donde se había escrito nombres que estaban relacionados por distintos colores.
—¿Qué es esto?
—Esto —empezó, entonces, Sasuke—, es más grande que nosotros...
Capítulo Treintainueve: Déjà Vécu
Había pasado tanto tiempo desde aquella vez, cuando unos bandidos pensaron que era una buena idea secuestrar a una princesa y pedir dinero por su rescate. Ella era demasiado modesta para admitir que su padre pagaría por recuperarla—considerando que era su única descendencia— y, contra todo pronóstico, ella había sido salvada por un desconocido al que más tarde tendría que defender de prejuicios apresurados abordados por los guardias reales y su padre. De ese modo, sorprendiéndola aún más con sus acciones, aquel hombre había rechazado la generosidad de la princesa para tener a su alcance al pez gordo con una oferta que su padre no podía rechazar, pues él le ofreció lo único que un rey necesitaba más allá que a sus tierras: poder. De ese modo, la princesa fue retirada de la corte de su majestad por la institutriz y las damas de honor, ya que no eran temas que una mujer necesitara escuchar—por aquellos tiempos—. Ella había sido llevada a su habitación para dormir durante largas horas, y no había vuelto a ver a aquel hombre a pesar de que—se suponía— él era un invitado de su padre.
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Eternally
FanfictionEstaba preparado, sabía que sucedería tarde o temprano y, a pesar de todo, no soportó perderla a ella. Así, Sasuke pudo conseguir lo único que pedía en su vida: volver a ver a Sakura. Sin embargo, nadie imaginaría lo que sucedería una vez sus vidas...