Capítulo Veintiséis

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Itachi, quien estaba decidido a interceder por Sakura ante su madre, no tuvo que hacerlo, pues fue Sasuke quien bajó a explicarle que ella pasaría la noche en casa de Karin. Aunque Mikoto Uchiha no se mostró muy convencida en el principio, bastó una expresión en el rostro de su hijo para que ella comprendiera que algo había sucedido, algo de lo que se enteraría más tarde, si lograba hacer que su hijo le contara todo. En cualquier caso, ella no iba a negar que estaba un poco sorprendida de que ninguno de sus muchachos fuera a acompañar a las dos chicas, sino que Naruto Uzumaki haría una parada después de dejar a las personas que lo acompañaban—incluyendo a un polizonte que fue asignado por Sasuke—, ya que su familia y la de Karin eran vecinas. En aquellas circunstancias, la madre no se contuvo para mostrar su desaprobación, pero Sakura no fue capaz de escuchar eso, ya que estaba escondida en la habitación, junto a Karin que la convencía repitiendo, una y otra vez, que Sakura no podía tomar decisiones apresuradas, por más fuertes que fueran sus convicciones. Le ayudó a sacar el equipaje que Sakura ya había preparado—aunque lo hacía en contra de los deseos de la pelirrosa— y luego le ayudó a escoger la ropa que se llevaría, la cual prepararon en una de las bolsas de las compras que habían hecho esa tarde.

Después de treinta minutos, la pelirroja recibió una llamada de su primo y, entonces, le indicó a Sakura que era el momento de irse. Las dos bajaron las escaleras con tranquilidad, y Sakura tuvo esa entereza suya para sonreírle—radiante— a la familia Uchiha. Mikoto se sorprendió un poco, aunque decidió corresponder a sus gestos, porque comprendía que ese teatro no parecía simple. Después, Sasuke insistió en acompañarlas al auto, y su madre no se demoró en ponerse un abrigo para ir con ellos hacia afuera. Quería saludar a Naruto, y lo hizo con una alegría contagiosa, como si se tratara del tercero de sus hijos. Mikoto despidió a Sakura con una sonrisa maternal, cerró la puerta del auto y agitó su mano mientras éste se alejaba en dirección a las dos casas Uzumaki. Karin cometió el error de ver por el espejo, encontrándose una expresión que le parecía atemorizante en el rostro de Sasuke, pues él no era el tipo de persona cuyo gesto se volviera en una tristeza algo infantil capaz de conmover a cualquiera, él no era el tipo de hombre que reflejaba sus sentimientos con esa facilidad, en especial cuando su gesto era el de un niño llorón que debía despedir a su madre y, temía, no volvería a verla jamás... después, la misma pelirroja descubrió la mirada de Sakura mirando por el mismo espejo, reflejada con un dolor en su gesto, algo que duró solo un instante.

—Él parece muy distinto a como era antes, ¿no es así, Sakura? —comentó ella, volviéndose en su sitio para mirar por el vidrio trasero—. Parece más expresivo que nunca...

—¿Cómo podría saber eso ella? —la voz del rubio respondió en el lugar de Sakura, así que Karin asomó su rostro curioso desde el asiento trasero—. Sasuke parece ser otro desde que la conoció, así que ella no debe tener idea.

—Bueno, pero esa no es una expresión natural en Sasuke Uchiha —insistió, su prima—. Creo que lo que le dijiste en verdad lo afectó.

—¿Lo que le dijo quién? —él enarcó una ceja.

—Hablo con Sakura, no te metas —rodó los ojos—. Así que, Sakura... ¿no crees que ya ha sido suficiente? Sasuke está haciendo un esfuerzo por ti, así que...

—Karin —una vez más, fue Naruto quien la interrumpió, así que la aludida lo miró con el entrecejo fruncido—. Deja de entrometerte en sus asuntos. Sakura-chan es una persona comprometida con alguien más, ningún capricho de Sasuke debe cambiar eso.

—Tú ni siquiera conoces a Kabuto —renegó ella—. El entrometido aquí eres tú.

—En realidad —finalmente, Sakura tomó parte de la charla—, soy de la idea de que Naruto tiene razón. Yo ya tengo a Kabuto, Karin —sus manos se cerraron al decir eso—. Sasuke solo me ha complicado las cosas desde que se presentó.

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