Capítulo Cuarentaidós

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Durante su viaje por el mundo, en algún momento, Sasuke y Sakura llegaron a un lugar que el Uchiha nunca había visitado. Aquello sucedió tras días de terribles tormentas, en el País de la Tierra, cerca de la frontera con el País de la Lluvia. En verdad parecía un poco inusual que, a pesar de que estaban cada vez más cerca de la Aldea Oculta entre las Rocas, la lluvia continuaba. Aunque, al principio, la prioridad era alejarse del país que traía consigo el mal clima, descubrieron que ni siquiera salir de su zona geográfica era suficiente, así que se tuvieron que resguardar dos días en una posada. Al ver que el tiempo no mejoraba, tomaron la decisión de continuar su viaje, aunque iban empapados... ellos tenían que llevar cierta información al Tsuchikage, pues Sasuke pensaba que solo su gobierno podría poner en orden un problema con un grupo de traidores de su país con los que ellos dos se habían encontrado en el país anterior. De esa forma, esto se había vuelto una prioridad, lo que les hizo viajar para salir de esta enorme nube de tormenta lo más pronto posible, pero tuvieron que hacer una pausa a mitad del camino: a causa de las constantes lluvias, un deslave de barro de una montaña llegó hasta un pueblo que se encontraba al pie de la misma, lo que concluyó con la destrucción de los hogares más cercanos a la prominencia, así como varios heridos. Ellos habían visto el desastre suceder desde la distancia, así que su ruta cambió abruptamente con el objetivo de ofrecer apoyo a las víctimas.

Aquello se convirtió en una crisis de tres días. La tempestad duró al menos un día más después de lo acontecido, así que todos tuvieron que tomar medidas de protección, donde Sasuke y Sakura participaron de buenas a primeras. Al encontrarse entre civiles, ambos tuvieron que controlar la situación creando canales alrededor del pueblo, por donde se escurriría el lodo que siguiera deslizándose hasta aquí, evitando las construcciones. La fuerza descomunal de Sakura había sido útil, mientras Sasuke no se había quedado atrás. Luego de ello, él se quedó vigilando—junto a un grupo de voluntarios— para ampliar los canales creados, mientras Sakura se había convertido en la jefa médica de un hospital improvisado en la escuela del lugar. Desde que llegaron, tuvo que pasar día y medio antes que ellos pudieran verse otra vez. Ya había dejado de llover y todos estaban trabajando en rescatar algo de las casas afectadas, por lo que le habían pedido al pelinegro que se tomara un rato, comiera y descansara. Sin embargo, antes de darse cuenta, Sasuke había entrado a la escuela mirando a su alrededor en busca de la cabellera rosa de Sakura. Ella se había pasado la banda protectora a la cintura, mientras su cabello estaba sostenido por broches y una pañoleta. Era claro que no había dejado de moverse, pues sus piernas aún estaban cubiertas de lodo, aunque tenía todo un día metida en este lugar. Además, tenía la actitud de liderazgo en su cúspide, con un grupo de mujeres corriendo a donde ella dijera o señalara, siguiendo sus órdenes.

—Doctora Haruno, terminé con la limpieza, ¿qué sigue? —preguntó una muchacha, a lo que ella se giró inmediatamente para explicarle cómo debía suturar la herida, según lo que Sasuke pudo entender al leer sus labios y entender sus gestos.

—Haruno-sensei —una jovencita, de unos trece años, había venido corriendo con un montón de hierbas en sus manos—. Esto es lo que pudimos recolectar, ¿es suficiente?

—Doctora, conseguimos hacer más vendajes para los heridos —comentó una mujer mayor.

—¡Haruno-san! —un chico, casi de su edad, había alzado la voz para llamarla desde el otro lado de la habitación—. ¡La fiebre de esta persona está muy alta, venga por favor!

—Oh, señorita Haruno... creo que la están buscando.

Habían pasado quince minutos desde que Sasuke llegó ahí, pero ella ni siquiera se había dado cuenta de su presencia. Sakura estaba tan ocupada corriendo de aquí para allá que, sin importando que se tratara del amor de su vida, no iba a volverse ni siquiera un segundo, para así mantener a sus pacientes en buen estado, y probablemente ella no se habría detenido si no hubiese parecido que todo estaba en calma ahora, cuando una de sus asistentes le recordó que ella no había llegado aquí sola. Como si se hubiera dado cuenta de que él estuvo ahí todo el tiempo, la pelirrosa alzó la mirada con un gesto de disculpa por haberlo ignorado, pero él comprendía perfectamente su situación y bastó una inclinación para que no se preocupara. La vida de sus pacientes era más importante que coquetear, ¿no? Eso estaba bien. Sin embargo, un poco de atención no iba a venirle mal, en especial después de tantos meses estando juntos, tan cerca... Sasuke retrocedió un paso, listo para volverse en ciento ochenta grados y salir por donde vino, pero se detuvo a mitad del camino, mirándola hacia su derecha antes de hacerle un gesto con la cabeza para que la acompañara afuera, si le era posible ahora. Fueron sus orbes jade los que respondieron con un brillo infantil, sonriendo antes que sus mismos labios, para llevarse una mano a la pañoleta y soltarla, colocando la banda protectora en su lugar, sosteniendo su cabello.

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