1. It's Gotta Be You

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"I  hear a million voices in my head

Telling me the things I should have said

I don't know why I let you go..."


Louis.

La música suena en toda la estancia, una canción tras otra sin interrupción, pero no le estoy haciendo mucho caso. Los videoclips se reproducen en la pantalla de la televisión, sin embargo mis ojos están pendientes a la pantalla del móvil. Todavía me duele el ojo, pero tampoco me quejo. Intento convencerme a mí mismo de que el dolor ha desaparecido, aunque sigue ahí, como una punzada molesta constante. El sofá está lleno de migas de comida, probablemente de anoche. Ya tendré que limpiar luego, todo, así que por el momento ahí se quedan.

Todavía no hay vibración. Todavía no me llama.

Mi mochila está preparada a mi lado, como si en su interior hubiera libros y materiales de estudio. Como si fuera un estudiante como otro cualquiera. En realidad, está vacía. Está esperando a ser llenada con la mercancía.

Escucho un ruido proveniente de la cocina y me levanto rápidamente. Es mi madre. Hay un caldero, y su respectiva tapa, en el suelo. Aún está vestida con un camisón de tirantes de color azul, con el que suele dormir, y parece completamente ida.

—Mamá, vuelve a la cama. —Me acerco a ella, la sujeto por un brazo y la voy llevando de nuevo a la habitación. El pelo le huele a vainilla, por el champú.

Hago que se acueste y la tapo con la manta gruesa. Se ha despertado con gripe, tosiendo y con peor cara de lo habitual. Le he dado un sobre disuelto en agua para resfriados, aunque no estoy seguro de que vaya a funcionar.

—No te levantes —le pido, viendo que ya ha cerrado los ojos.

Vuelvo al salón y reviso el móvil. Cero llamadas. Me siento de nuevo y trato de no pensar en Carter, pero lo primero que me viene a la mente es ella. ¿Habrá intentado llamarme? ¿Me habrá escrito? No podré saberlo. A lo mejor ha borrado mi número, nuestras conversaciones, nuestras fotos... Sí, probablemente lo haya borrado todo. En estos instantes me arrepiento de no ser de esas personas que memorizan números, de matrículas, de teléfono, de documentos de identidad. Podría haber memorizado el número de Carter, y ahora al menos podría tenerlo aunque no fuera a llamarla.

Llamarla no es lo más sensato. Ni siquiera tengo algo bueno que decir. Ella atendería la llamada simplemente porque es un número desconocido, pero en cuanto escuchara mi voz seguramente me colgaría de inmediato. No sé si estoy preparada para verla. No sé si ella querrá siquiera cruzarse por mi camino.

Me vibra el móvil en las manos. El corazón me da un brinco.

—Menos mal, capullo.

Cojo la llamada y enseguida escucho su voz aguda.

—¿Tienes mi dinero o qué? —es lo primero que pregunta.

En el bolsillo pequeño de la mochila.

—Lo tengo —afirmo.

—Ven a mi casa. Te espero desnudo, guapito.

—No seas gilipollas, Jerry.

Su intento de ser gracioso ha fallado. No tengo ni putas ganas de reírme, sinceramente.

—Un poquito de humor, Tomlinson —se burla.

—Cállate. —Y cuelgo.

Me cuelgo la mochila al hombro, apago la televisión y me coloco la capucha. Antes de salir, reviso que mi madre se encuentra en la misma posición en la que la dejé. Se ha dormido, pero sé que no será por mucho tiempo.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora