26. Seventeen

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"And he said age is just a number, just like any other
We can do whatever, do whatever you want "


No se me borra la sonrisa de la cara. Casi que me duelen las mejillas, pero la sonrisa es un acto involuntario y no puedo hacer nada contra ella. En el estómago siento ese cosquilleo, esa felicidad. Es el mejor momento. Es el mejor día.

—¿Podemos hacerlo otra vez?

Se ríe ante mi propuesta, gira sobre el colchón y me abraza.

—¿Ves como sí entró?

Ahora la que sonríe soy yo. El problema ya no era que entrara, el problema era que ya no quería que saliera.

—Odio decir esto... pero deberías irte antes de que venga mi madre.

Me da un beso rápido en la frente y se levanta rápidamente. No le veo desnudo, sino con la ropa interior porque se la ha puesto hace un rato. Yo también llevo la mía, y pronto tendré que terminar de vestirme y arreglar todo para fingir que nada ha pasado aquí.

—El condón te lo llevas tú.

—¿Qué? —Frunce el ceño.

—Mi madre revisa las papeleras —le recuerdo.

Ya no se acordaba de que era así de loca. ¿De quién crees que lo heredé, Louis?

—Está bien.

Aprovecho para ir poniéndome la ropa al mismo tiempo que él y le acompaño hasta el salón. Sigo sonriendo. La adrenalina sigue corriéndome por el cuerpo.

—A lo mejor ahora me crecen las tetas.

Aunque estoy bastante segura de que las teorías sobre los cambios corporales tras el sexo son solo mitos.

—Tus tetas están bastante bien.

Es un cumplido maravilloso.

—Vale —murmuro, y me sorprende con un beso en los labios.

Su saliva se queda en mi boca, la sensación cálida del roce permanece... y eso es lo que conservo cuando se va. Cierro la puerta y me dejo caer sobre el sofá con los brazos extendidos. Tengo una sensación rara ahí abajo... pero también una sensación de felicidad en todo el cuerpo. Me siento radiante. Me siento... renovada. Siento que empieza una nueva etapa.

Y me pongo a saltar sobre el sofá. Voy de un extremo a otro como una cría en un castillo hinchable y luego me dejo caer una segunda vez. No está tan blandito como pensaba... pero nada puede hacer desvanecer mi alegría.

Vuelvo a mi habitación para hacer la cama y dejar todo lo más ordenado posible, luego busco en Youtube mi lista de reproducción de música y me pongo a cantar. Eso es todo lo que hago, durante no sé cuánto tiempo...

***

Cuando dejo de cantar es porque me interrumpen. Descubro que es mi madre la que toca repetidas veces en mi puerta, entonces pauso la canción y me quedo sentada sobre mi cama. De pronto estoy nerviosa, porque pienso que puede darse cuenta. No hay nada que pueda hacerle adivinarlo sin embargo como conozco a mi madre no puedo evitar sentirme inquieta. He dormido en casa de mi novio sin que ella lo supiera y he venido aquí luego para tener sexo. Quién lo diría, Carter...

—¿Por qué me da la impresión de que no has limpiado nada?

Mierda... Aprieto los labios y cierro los ojos lentamente. Hoy es sábado de limpieza. Ni siquiera había pensado en ello.

—Es que he dormido mucho, hasta bastante tarde —me excuso—. Puedo hacerlo todo esta tarde.

—¿Y tu padre?

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora