37. Firework

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"If you only knew what the future holds

After a hurricane comes a rainbow (...)

Cause, baby, you are a firework

Come one, show them what you're worth"


Me late el corazón a toda velocidad.

—No creo que estén aquí —consigo hablar por fin.

Si siguieran aquí, como mínimo habrían retirado cualquier objeto que pudiéramos usar para defendernos. Al menos así habría pensado yo.

—Yo tampoco —me da la razón—, pero por si acaso.

Y nos vamos moviendo por todas las habitaciones. Me mantengo detrás de él, andando con cautela y sin hacer ruido. Comprobamos las dos habitaciones, el jardín y el baño. No hay nadie. Todo lo que vemos es puro desastre. No se han dejado ni un solo rincón por destrozar. Los espejos están rotos, la ropa está rota, las macetas del jardín están vacías y la tierra que había en ellas ahora se encuentra esparcida por el suelo. No hay mensajes por ninguna parte, no hay más advertencias... No hay nada que indique que han sido ellos, pero está más que claro.

—No han robado nada —digo, al ver que la televisión de plasma está intacta, entre otras cosas de valor.

—Robar no era el propósito.

Pues es lo que yo habría pensado. Tendría lógica que intentaran cobrarse parte de la deuda robando todos los objetos de valor que pudieran.

—¿Cuál era, entonces?

Sus hombros se relajan y deja el cuchillo sobre el sofá. Se gira y sus ojos abatidos me miran durante unos segundos.

—Hacer daño. —Resopla—. Robar no hace daño. Destrozar lo poco que nos quedaba sí lo hace.

Se me rompe el corazón al ver su rostro. Se me rompe el corazón al ver todo lo que nos rodea.

—Lo siento —murmuro, al borde del llanto.

Se queda mirando las grietas en el espejo como si estuviera recordando algo. Sí, probablemente lo esté recordando todo, todo lo que eran su madre y él antes de que una enfermedad viniera a cambiarlo todo.

—Sabía que vendrían pronto —termino confesando—. Me avisaron. Yo no te dije nada... Me dio miedo.

¿Es culpa mía lo que ha pasado? Porque siento como si lo fuera. Me pregunto si habría cambiado algo el hecho de haberle contado lo del aviso. Era imposible saber cuándo y cómo sería. Solo lo hicieron para mantenerme asustada, y si se lo contaba a él solo iba a generarle más preocupación de la que ya tiene.

—¿Cómo?

Parpadeo a toda velocidad y cojo aire profundamente. No quiero romper a llorar ahora.

—Lo siento —repito.

Se acerca a mí y me rodea con los brazos. Siento el calor de su ropa y la tranquilidad que emana. Me acurruco como una cría con su peluche y permanezco allí en silencio.

—Esto no durará mucho más tiempo. Te lo prometo, Carter.

Niego con la cabeza, todavía pegada a su pecho.

—No me importa cuánto más dure, no te voy a dejar solo.

***

Vamos, te ayudo a recoger todo esto.

—Eres demasiado optimista.

No sé cómo hago para mantenerme entera mientras voy recogiendo prendas del suelo. Han roto casi toda la ropa de su madre y la han ido tirando por todas las estancias, la ropa interior incluida. Todos los objetos rotos y los trozos de espejos los vamos metiendo en bolsas de basura, junto con las botellas de cerveza.

El objetivo de Louis Tomlinson [LIBRO II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora